CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos obteniendo las consecuencias finales de esta serie de postales

5. Otra consecuencia indirecta de que el judeocristianismo más primitivo nada supiera de la Eucaristía afecta a la reconstrucción de la figura del Jesús histórico.

A. En primer lugar, hay consenso entre los exegetas, incluso católicos (Qué podemos saber… de Jesús de Nazaret, de R. Aguirre, C. Bernabé, C. Gil, Verbo divino, Estella, 2009, p. 246), sobre el dato de que “Jesús se mantuvo siempre fiel al judaísmo”.

Si gracias a la crítica histórica, encardinamos la figura de Jesús en el cuadro de un buen judío, muy religioso, de una acendrada piedad, un ser humano que creía firmemente en la venida inmediata del reino de Dios, tendríamos que aceptar que su comportamiento, al final de su vida como el mesías de Israel supondría –de acuerdo con este cuadro- que Jesús esperaba tener éxito en su empresa de anunciar esa venida del Reino.

Es más que probable, por tanto, que Jesús no tuviera ningún conocimiento milagroso de que su fin era acabar en una cruz, y que este sacrificio habría de suponer que él era la víctima gracias a la cual se perdonarían los pecados de toda la humanidad. De lo contrario apenas se explicaría el grito de desamparo de Jesús en la cruz, según Marcos “Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado” (Mc 15,34).

Por tanto el tema de la institución de la Eucaristía no podría caber en la mente de Jesús, sino que ha de pertenecer necessariamente a la reinterpretación de su figura y misión por la teología cristiana después de los eventos de la Pascua. No se le pudo pasar a Jesús por la cabeza aceptar la eucaristía tal como lo presentan Pablo y los Evangelios, puesto que ello supone romper todos los esquemas sacramentales del judaísmo.

El que Jesús ordenara -para un tiempo muy duradero antes de la venida del reino de Dios- que se recordara su figura ausente físicamente del grupo de sus seguidores por emdio de la institución eucarística , supone ya:

· La figura de un Jesús divino,

· Que es consciente de antemano de su muerte como un plan igualmente divino de salvación,

· Un Jesús que sabe de antemano que sus discípulos se congregarán en una iglesia,

· Que cumplirían con el rito de recordar una nueva alianza instaurada por su sangre, y

· Que celebrarían la ingestión, aunque fuera simbólica, de pan y vino como representación de su cuerpo y sangre.

Toda esta concepción no parece pertenecer de ningún modo al Jesús histórico y sí a la teología paulina sobre la muerte y resurrección de Jesús y a la unión mística de la iglesia como el cuerpo del salvador, que en este aspecto se parece mucho más al misticismo de una religión de misterios pagana que al judaísmo de su tiempo.

El que el grupo judeocristiano de Jerusalén -los seguidores directos de Jesús, cuyos dirigentes habían convivido con él- no practicara la Eucaristía, y que no albergaran duda alguna de que seguían siendo fieles a la Ley y al Templo, hacen dificilísimo pensar que Jesús tuviera idea de fundar una religión nueva, basada en su muerte como un plan divino, y en un rito de recuerdo que comportaba la participación mística, pero real en su cuerpo y sangre.

B. Así pues, de todo este conjunto quedan firmes dos cosas:

Primera: al Jesús histórico, que jamás rompió los lazos con el judaísmo, no se le ocurrió fundar religión nueva alguna. Por ello resulta sumamente improbable que fuera él el que instituyera un rito, la Eucaristía, que rompiera los moldes del judaísmo. Los conceptos que gobiernan la institución eucarística eran ajenos a Jesús como judío.

Segunda: que los judeocristianos que frecuentaban el Templo, es decir, los cristianos primitivos dibujados en los Hechos de los Apóstoles, no podían a la vez ser piadosos judíos y participar en una eucaristía paulina. También ellos romperían con el judaísmo…, y sabemos con toda seguridad que eso no fue así en absoluto.

No queda más que aceptar lo que se viene insinuando desde el primer análisis de 1 Corintios 11,23-26:

El creador de la interpretación eucarística de la Ultima Cena fue Pablo de Tarso, al igual que creo otros elementos fundamentales de la nueva teología cristiana.
Concluiremos esta larga serie en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

En el otro blog de “Religión Digital” el tema es:

“Andrés de Betsaida y la literatura apócrifa”.

De nuevo saludos

Miércoles, 30 de Diciembre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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