CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:


Me dirijo a usted para plantearle una duda con respecto al Nuevo Testamento: siempre se ha dicho en el mismo que Jesús resucitaría al tercer día. Pero hace unos años escuché en un conocido programa de radio que en realidad Jesús resucitó a las 36 horas de su muerte (aproximadamente), ni siquiera habían pasado 48 horas.

Sé perfectamente su opinión respecto a la resurrección, ya que como historiador no se puede opinar sobre la misma, pues pertenece al ámbito de la fe.

Pero mi pregunta es si usted alguna vez ha oído algo parecido a esto de las 36 horas (aproximadas), o alguna posible alusión al no cumplimiento de este período de 3 días dado por el nuevo testamento, ya que en realidad no llegó a las 48 horas. Nunca he oído ninguna objeción al respecto.


Respuesta:

Le transcribo lo que dice Joel Marcus (El Evangelio según Marcos, vols. I y II, Sígueme, Salamanca, 2011 y 2012) en su nota a Mc 8,2 y 8,32. Traduje este comentario y confieso que en muchos aspectos es muy novedoso y me gusta mucho en su conjunto

Nota a Mc 8,2:

“En la literatura bíblica y en el judaísmo, la frase «tres días» no se utiliza de un modo temporal exacto, sino que puede indicar simplemente un período corto de extensión indeterminada (cf. por ejemplo Os 6, 2; Josefo, Ant. 8, 408; Antigüedades Bíblicas 56, 7; Hch 28, 7.12.17) ”

Nota a 8,31:

“Después de tres días [meta treis hēmeras]. Como hemos señalado en la nota a “tres días” en 8, 2, esta expresión en las tradiciones bíblicas y judías es a veces un término general para dar a entender un período corto de duración indeterminada. Este uso impreciso aumenta las posibilidades de que Jesús pueda haber utilizado en realidad tal frase en una predicción de su sufrimiento y de su consecuente vindicación . Pero incluso si, contrariamente a este uso idiomático, Marcos hubiere utilizado “tres días” en sentido literal, como probablemente fue entendido por sus lectores, no habría necesariamente discrepancia entre el “después de tres días” de nuestro pasaje y la resurrección de Jesús “al tercer día” de la historia general evangélica más la fórmula prepaulina de 1 Cor 15, 4.

Hay varios pasajes del Antiguo Testamento en los que una actividad prosigue “durante tres días” y luego concluye “al tercer día” (cf. Gn 42, 17-18; Ex 19, 11-16 LXX; Est 4, 16--5, 1); por tanto, “después de tres días” y “al tercer día” pueden ser frases equivalentes . Esta capacidad de intercambio continúa en textos judíos posteriores; por ejemplo, en Esth. Rab. 9, 2 --que comenta Est 5, 1 (“y esto ocurrió al tercer día”)-- leemos: “(Dios) nunca deja a Israel en una angustia horrible más de tres días…”. De Jonás dice el mismo escrito: “Y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches (Jon 2, 1). Los muertos cobrarán vida sólo después de tres días, pues se dice que ‘al tercer día nos levantará, para que podamos vivir en su presencia’” (Os 6, 2). Esta y otras tradiciones rabínicas (por ejemplo, Gn Rab. 56, 1; Midr. Salmos 22, 5; Yal. Šim. Josué 12 [sobre Jos 2, 16]) interpretan Os 6, 2 como una profecía escatológica de la resurrección “al tercer día” y sugieren que este versículo veterotestamentario pudo proporcionar parte de la base bíblica para el dei (“era necesario que”) en nuestra predicción de la Pasión .

Este transfondo bíblico, sin embargo, no significa necesariamente que Marcos, o un precursor cristiano, hayan creado 8, 31 a partir de Os 6, 2. Si lo hubieran hecho así, probablemente habrían hecho decir a Jesús “al tercer día” más que “después de tres días”. El empleo de esta última formula es otra indicación de que alguna forma del dicho se retrotrae probablemente a Jesús.


Pr.:

Le escribo para que me ayude con un dato ¿cómo o dónde busco las fechas de la muerte de Pablo de tarso respecto de las tardías glosas añadidas a la biblia, GRACIAS,


R.:

Siento decepcionarle, pero es imposible saber nada cierto de la muerte de Pablo. No hay más fuentes que los Hechos apócrifos. Y son tardíos y poco fiables. Por tanto, no se sabe nada del lugar, de la condena y de la fecha. En verdad se pierde de vista a Pablo desde el final de los Hechos canónicos que lo sitúan en prisión de semi libertad en Roma a espera de juicio.


Pr.:

Acabo de escuchar la entrevista que le hizo a usted la filóloga Ester Belaire, y en un momento de la misma usted afirma que tanto el Rey de los Judíos como el Sumo Sacerdote eran considerados "hijo de Dios"...

Quisiera saber en qué parte de la Biblia se afirma o se puede deducir eso, o si lo dedujo o leyó en algún otro libro...


R.:

El sintagma expreso “hijo de Dios”, por el inmenso respeto hacia la divinidad mostrado por los judíos no aparece como tal en el Antiguo Testamento, aunque está muy claro el concepto de filiación respecto a Israel en su conjunto, el sumo sacerdote, el profeta, y sobre todo el rey, a quien Dios dice en su entronización “Hoy te he engendrado” (Salmo 2,7: Voy a anunciar el decreto de Yahveh: Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy). Toda la teología judía lo extiende esas dos figuras en especial = especialísimo relación con Dios y nada más.

La diferencia con el Nuevo Testamento es que ese sintagma aparece ya más de cuarenta veces. Pero la filiación, incluso la de Jesús con Dios, nada tiene que ver con lo que se entiende después del Concilio de Nicea, 325), Éfeso, 380, hasta el de Calcedonia en el 451 y sus afirmaciones trinitarias.


Pr.:

Hola profesor. Este mensaje es para realizarle una consulta acerca de una cuestión suscitada en un debate con varios compañeros historiadores. Uno de ellos realizó un curso con el teólogo Rahner en los años 90, al que asistió tb la reina Sofía. En ese curso, Rahner hizo la polémica afirmación de que la Iglesia no tendría ningún problema en admitir la no divinidad de Jesús a nivel teológico. Me sorprendió mucho y no sé cómo encajar esa afirmación. Me gustaría saber su opinión al respecto: existe en la iglesia hoy una corriente que proclame la no divinidad de Jesús? Muchas gracias.


R.: Realmente puede sorprender un poco, dadas las declaraciones de los Concilios de Nicea hasta Calcedonia/Constantinopla.

Pero Rahner tiene razón en el sentido de que los cristianos primitivos, salvo al parecer los johánicos, al final del siglo I, estaban muy divididos sobre las ideas de cómo y cuándo Jesús fue constituido “hijo de Dios”. Para Marcos, Jesús era probabilísimamente un hombre normal, adoptado como hijo de Dios en el Bautismo. Igualmente así para Pedro en sus discursos de Hechos cap. 2 y 3.

La postura de Mateo y Lucas es incompatible con Nicea y Calcedonia ya que Jesús es hijo de Dios solo desde su concepción maravillosa. No hay preexistencia ni encarnación.

La posición de Pablo es muy compleja (la estudio en el libro “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, que sale en abril o mayo en la Editorial Trotta, Madrid), pero en líneas generales parece que Pablo sólo afirma como preexistente el concepto divino de Mesías (al igual que el concepto divino de la Ley de Moisés: ambos existen antes de la creación) y que Jesús fue un hombre deificado por Dios mismo tras su muerte por extrema obediencia y por medio de su resurrección.

Así que, como se ve, la cristología del cristianismo primitivo es muy variada y Roma tendría donde escoger ahora. Pero, en realidad, son posibilidades meramente teóricas ya que el edificio dogmático está ya construido, la revelación se piensa progresiva y no puede echarse atrás un edificio dogmático construido durante siglos y de creencias que tales dogmas formados lentamente son absolutamente verdaderos.


P.:



Sobre su artículo : "El cerebro espiritual". Un libro de Francisco J. Rubia (563)

A mi entender, espíritu y materia son dos opuestos absolutos. Los opuestos
absolutos son de por sí tan imposibles de aprehender que el intelecto puede
divertirse en subordinar uno en el otro sin, sin embargo, cerrar todos los
resquicios de duda. Son también opuestos absolutos el Bien y el Mal. Es sabido
cómo la Iglesia ha intentado subordinar el primero al segundo diciendo que
“el Mal es ausencia del Bien”.

Es curioso el ejercicio intelectual, cuando nos encontramos ante la subordinación de un opuesto absoluto en el otro, enintentar hacer lo opuesto, subordinar el otro en el uno. Como ejemplo, sabemos que procede de la expresión “el Mal es ausencia del Bien” esta otra popular
que dice “No hay Mal que por Bien no venga”, pues igualmente subordina el
Mal a un producto del Bien. Si postulamos el juego intelectual de reducir el
otro en el uno sería decir: “El Mal es la ausencia del Bien”. O bien “No
hay Bien que por Mal no venga”, o dicho de otro modo: “El fin justifica los
medios”. ¡Cuánto mal no ha hecho la Iglesia en la historia con el fin
sublime de hacer brillar con más fuerza la luz del Bien y de la Verdad! Con
los opuestos absolutos Espíritu y Materia, podemos hacer el mismo juego. El
libro postula que el Espíritu procede de la Materia (Cerebro), pero como toda
subordinación de este tipo, nunca es posible cerrar todos los resquicios de
duda. Entreguémonos al juego intelectual de intentar subordinar el otro en el
uno, es decir: la Materia procede del Espíritu.

Esta afirmación, si la pensamos bien, no es tan extraña. De hecho personalmente me parece de lo más
común. Por ejemplo, cuando yo toco con las yemas de mis dedos el respaldo de
una silla, en seguida adivino que se trata de una silla, con su respaldo, que
toco, su asiento, patas, clavos que unen las maderas… Todo imaginación: Mi
espíritu está (re)creando la silla. En el fondo, no estamos seguros que esté
ahí todo lo que vemos y tocamos. Todo puede ser producto de mi imaginación,
como en un sueño. En definitiva, Cuando yo muera ¿seguirá existiendo el
mundo?. Este juego intelectual de reducir el uno en el otro, y viceversa, y no
llegar finalmente a ninguna conclusión oclusiva de todo resquicio de duda, es
prueba de que estamos ante opuestos absolutos, irreductibles entre sí, porque
en el fondo, ni sabemos que es el uno, ni sabemos qué es el otro.


R.:


Lea, por favor, el libro; no sólo mi modesta e incompleta (necesariamente) reseña.

Sí sabemos que espíritu y materia no son más que ondas electroquímicas y que LAS DOS son generadas por el cerebro. y sí podemos distinguirlas y provocar efectos místicos y espirituales por medios químicos y eléctricos.



Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Domingo, 22 de Marzo 2015


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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