CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero

Aplicamos lo dicho sobre la gnosis a la posición de la mujer en los grupos gnósticos cristianos.
Es claro que un sistema como el gnóstico, para el cual la materia es el último escalón, y degradado del ser, no se ocupa ni se interesa para nada de ella. Por ello, el gnóstico se desentiende del universo, no se preocupa de realizarse en este mundo, no quiere saber nada de la política ni de las relaciones humanas. Sólo espera el momento de la huída definitiva de acá abajo y llegar a fundirse con su contrapartida celeste, su espíritu masculino en el Pleroma y allí, ambos, formando un andrógino perfecto, contemplar a la divinidad por siempre.

Está claro también que si los gnósticos piensan, con Aristóteles, que la mujer es un ser humano imperfecto, no llegado a su plenitud de desarrollo; si –como dijimos- es la representación de la materialidad y del sexo (menstruación; capacidad de traer hijos al mundo, el dominio del Demiurgo), es lógico que su consideración sea ambivalente:

• Por una lado, en cuanto manifestaciones y corporizaciones de lo “más carnal” son rechazadas al menos parcialmente.

• Por otro, al ser tanto el varón como la mujer espíritus imperfectos en esta vida, espíritus femeninos, están en pie de igualdad (relativamente: logion 114 del Evangelio de Tomás) para ser discípulos del Salvador. Por este lado, son admitidas con ciertas reticencias.

• En este mismo ámbito, como de hecho las mujeres se preocupan normalmente más de la religión que los varones, habrá un gran número de discípulas perfectas del Resucitado y recibirán tanto como los varones o más, revelaciones especiales.

• A su vez, por otro lado, una Iglesia como la ya formada en el siglo II, de cuño paulino, bien organizado para vivir en este mundo, dirigida por varones y deseosa de controlar a los fieles (en lo espiritual, material y organizativo) verá a las mujeres como elementos potenciales peligrosos para la organización del grupo eclesial. Al ser iguales en cuanto al discipulado pueden tener la tentación de gobernar el grupo…, y eso no se les permite porque invaden el terreno de lo público y ese ámbito es parcela exclusiva del varón, en la época. Así se explica que las mujeres tuvieran una representación mayor entre los gnósticos que no tenían más jerarquía que la del maestro espiritual y la del discípulo.

Una ampliación del tema está en mi libro Jesús y la mujeres, Aguilar, Madrid 2008, que por desgracia está ya agotado y no se espero por ahora ninguna reedición. intentaré indicar brevemente

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


Domingo, 14 de Noviembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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