CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas


Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en la nota anterior que iniciaríamos hoy la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.

1. El primer argumento ( Gálatas 3,6-9) está tomado de la Escritura:

« 6 Así Abrahán creyó en Dios y le fue reputado como justicia. 7 Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abrahán. 8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a Abrahán esta buena nueva: En ti serán bendecidas todas las naciones. 9 Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con Abrahán el creyente. »

Aclaración:

Pablo afirma que –según la Escritura misma- Abrahán fue salvado (“justificado”) por su fe en lo que Dios le decía. Y esto ocurrió antes de cumplir la Ley, puesto que ésta no existía aún. Dice Gn 15,6:

“Abrahán creyó en Dios y eso le valió ser considerado justo”. A los gentiles que se convierten a Jesús les ocurre lo mismo, pues son descendencia legítima de Abrahán (“En ti serán bendecidas todas las naciones”: v. 8).

2. El segundo se desarrolla en 3,10-12 (primera parte) + 13-14 (segunda):


«  A: “Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición. Pues dice la Escritura: Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley. 11 - Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues el justo vivirá por la fe; 12 pero la ley no procede de la fe, sino que quien practique sus preceptos, vivirá por ellos -

B. 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero, 14 a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de Abrahán, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa”. »

Aclaración:

Según Pablo, la Escritura misma, donde está contenida la Ley, dice –si se sabe leer bien- que vivir bajo la Ley no implica salvarse, sino condenarse, porque la Ley es de hecho fuente de maldición divina.

Es éste realmente un argumento audaz en boca de un judío, aunque no carece de ciertos precedentes en el Antiguo Testamento, por ejemplo, Jeremías 13, 23:

« “¿Acaso cambia un etíope su piel o un leopardo sus pintas? Del mismo modo, habituados como estáis al mal, ¿llegaréis alguna vez a hacer el bien?”.  »

Según Pablo, la Alianza con Dios tiene unas normas de imposible cumplimiento y lleva de hecho hacia un fracaso, que la misericordia de Dios sólo podía postergar. La Alianza/Ley jamás habría llevado a los israelitas a la salvación porque el hombre habría seguido siempre transgrediéndola.

Con otras palabras: es imposible para el ser humano cumplir la Ley entera; por tanto, en el fondo, al someterse a ella pero no poder observarla, la Ley es una fuente de maldición. Digan lo que digan, ningún judío cumple la Ley en su totalidad por muy buena voluntad que tenga. Ahora bien, el Deuteronomio (27,26) dice: “Maldito todo el que no observe totalmente los preceptos escritos en el libro de la Ley”. Por tanto, la misma Ley lleva a la maldición divina.

La segunda parte del argumento (vv. 13-14) tampoco carece de audacia: Cristo vivió bajo la Ley y fue crucificado. Ahora bien, la Ley declara maldito al que es “colgado del madero” (Dt 21,23). Luego la Ley es inconsecuente, pues su letra misma declara maldito a Cristo…, lo que es imposible. Luego el principio básico de que la Ley salva es falso.


3. Tercer argumento: 3,15-18:

« A. 15 Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla. 16 Pues bien, las promesas fueron dirigidas a Abrahán y a su descendencia. No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo.

B. 17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada. 18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abrahán su favor en forma de promesa. »

Aclaración:


El tercer argumento es doble:

A. Dios hizo a Abrahán “la promesa” de que él y su descendencia (literalmente: su “simiente”) se salvarían antes de existir la Ley. Es así que esta promesa (es decir, la salvación / justificación) es anterior a la Ley, luego la salvación es anterior a la Ley, ya que Abrahán se salvó. Por consiguiente, la Ley que es posterior no puede ser causa de salvación.

En esta argumentación Pablo está interpretando Gn 12,7:

“Yahvé se apareció a Abrahán y le dijo: «A tu descendencia he de dar esta tierra.» Entonces él edificó allí un altar a Yahvé que se le había aparecido”.

La promesa a Abrahán (que es de salvación porque dar la tierra prometida equivale a ala salvación) le fue dirigida a él y a su descendencia. Obsérvese que la Escritura dice “descendencia” en singular, no “descendientes”. Con ello la Escritura alude simbólicamente a Cristo, que es uno. Los paganos que se convierten son uno con Cristo, luego son también descendencia de Abrahán.


B. El patriarca Abrahán recibió la salvación por la “promesa”, no por una Ley que vino 430 años más tarde. La “promesa” es como un testamento válido de Dios; la Ley es como un apéndice (“un codicilo”) añadido a ese testamento. Y es claro que un apéndice no puede modificar un testamento anterior.

Realmente, la argumentación de Pablo tenía que sonar muy duro a los oídos de los judíos. Seguiremos con el cuarto argumento el próximo día.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pedro, príncipe de los apóstoles”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo

Lunes, 6 de Abril 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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