Notas
Hoy escribe Fernando Bermejo
Aunque seguramente nadie conmemorará el evento, se cumplen ahora 150 años de la publicación de una de las obras que en el s. XIX constituyeron un avance en la investigación sobre el Jesús histórico, y que, aunque no fue la primera contribución de un autor judío en este ámbito –antes habría que mencionar al menos las obras de Isaak Troki, Jacob Emden y Joseph Salvador– sí consolidó la importancia de los estudios de autores judíos en esta historia. El autor al que me refiero es Abraham Geiger (1810-1874), considerado a menudo el padre del judaísmo reformista o liberal. Geiger nació en Frankfurt am Main, como hijo menor del segundo matrimonio de su padre. Los Geiger eran una gran familia judía ortodoxa cuyos ancestros habían vivido en esa ciudad alemana durante más de doscientos años. Su padre era maestro y rabino, y su madre era hija de otro rabino, el Rosh Yeshivah –director de la escuela talmúdica–de Frankfurt. La familia Geiger era observante, y los hijos recibieron instrucción en hebreo desde muy temprano. Además de hebreo, Abraham aprendió en su niñez alemán, matemáticas y Talmud, y a los once años empezó a recibir clases privadas de latín y griego. En 1829 abandonó –para pesar de su familia– la idea de estudiar teología y decidió dedicarse a las lenguas orientales, que estudió en la universidad de Bonn. Allí acudió también a lecciones de filosofía, zoología, astronomía e historia antigua. Su tesis doctoral sobre la deuda de Mahoma con respecto al judaísmo, presentada en latín en 1832 y publicada en alemán en 1833, argumentó a favor de la influencia de la literatura rabínica sobre el Corán, y fue recibida calurosamente en Europa en los años 30. Los métodos empleados por Geiger fueron ampliamente aceptados e inauguraron una nueva aproximación académica al Islam, colocado ahora bajo la luz del judaísmo. No solo el cristianismo, también el Islam era para Geiger en última instancia una rama del judaísmo, tanto en el ámbito teológico como moral. No obstante, Geiger dirigió pronto su atención al cristianismo y su relación al judaísmo. Ya en la década de los 30 desveló el antijudaísmo teológico en los escritos de teólogos y exegetas cristianos, tanto liberales como conservadores, que además a menudo usaban su presunto conocimiento del judaísmo para oponerse a la emancipación de los judíos. Y Geiger no se cansó de señalar (como Sanders hizo en el s. XX y autores como Amy-Jill Levine o James Crossley hacen en el XXI) que ese antijudaísmo distorsionaba sus obras académicas y perpetuaba arraigados prejuicios. Su crítica del antijudaísmo cristiano –también y ante todo en la academia- fue constante e implacable, así como su rechazo cada vez más radical de la autocomprensión del cristianismo como la fuente de la civilización occidental, dentro de la cual el judaísmo aparecía como una aberración inane. De ese modo, Geiger fue el precursor de una generación de estudiosos judíos (Leo Baeck, Ismar Elbogen, Martin Schreiner, Moritz Güdemann, Joseph Eschelbacher o Felix Perles) que a principios del s. XX continuaron criticaron las representaciones distorsionadas del judaísmo en la obra de distinguidos estudiosos cristianos como Schürer, Harnack o Bousset (críticas que luego serían refrendadas por George Foot Moore en su célebre artículo de la Harvard Theological Review). A los 25 años Geiger fundó la “Revista científica de teología judía” (WZJT), que le otorgó la atención del mundo académico tanto judío como cristiano, y que se publicaría hasta 1847, en la que se prestó también atención a la producción académica cristiana. Entre otras muchas cosas, Geiger publicó una reseña positiva de la Vida de Jesús de Strauss publicada en 1835, en la que animaba a los teólogos judíos a tomar en serio las implicaciones de la obra de Strauss. La negativa de Adolf Hilgenfeld a publicar un artículo suyo –y en general de autores no protestantes– en la “Revista de teología científica”, fundada en Jena en 1858, le llevó a fundar una segunda publicación periódica. Desde 1862 hasta 1874 Geiger dirigió la “Revista judía de Ciencia y Vida” (JZWL), siendo el autor de la mayoría de los artículos, reseñas de nuevas publicaciones y ensayos sobre la vida judía contemporánea. En 1863, tras la muerte de su mujer en 1860, Geiger se fue de Breslau a Frankfurt, y en 1864-1865 publicó su Das Judentum und seine Geschichte (El judaísmo y su historia), en la que recogió una serie de 34 conferencias públicas, publicadas primero en la JZWL y luego en dos volúmenes. Esta obra contiene lo que puede considerarse su versión de una vida de Jesús. En un apéndice, Geiger discutía las obras más recientes sobre este tema en el ámbito cristiano, en particular la Vida de Jesús de Ernest Renan, la segunda versión de la vida de Jesús de Strauss y la obra de Holtzmann. En 1869 fue nombrado rabino de la comunidad judía reformada en Berlín, y en 1871 entró a formar parte de la facultad de la nueva Hochschule für die Wissenschaft des Judentums como profesor de historia y literatura del judaísmo. Geiger fue una figura reconocida en su tiempo, no solo entre estudiosos judíos y protestantes en Alemania (en su época apenas había católicos que se dedicaran al estudio de la figura de Jesús), sino también en Holanda, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Sus obras sobre las corrientes judías y sobre el Corán encontraron normalmente aplauso. Su obra sobre Jesús –que en la línea de Reimarus evidenció su carácter plenamente judío y puso en solfa su presunta absoluta singularidad– despertó hostilidad entre estudiosos cristianos, con pocas excepciones (la más importante fue la de Adolf Hausrath). Entre sus oponentes tuvo a Heinrich Ewald (profesor de Antiguo Testamento en Göttingen), Franz Delitzsch (profesor de Antiguo Testamento y celoso misionero a los judíos mediante el Institutum Judaicum que había creado en Leipzig), Theodor Keim (profesor de teología en la Universidad de Zurich), Adolf Hilgenfeld (docente en la universidad de Jena), Heinrich Julius Holtzmann (profesor en Heidelberg), o Julius Wellhausen. El hecho de que ni siquiera los estudiosos cristianos que elogiaban su obra incorporaran los resultados de los nuevos enfoques de Geiger sobre el judaísmo en sus obras fue uno de los factores que llevó a nuestro autor a adoptar una postura cada vez más polémica, deleitándose en señalar los errores de lectura e interpretación de la literatura rabínica en las obras de estudiosos cristianos y las deficiencias que minaban sus pretensiones históricas y teológicas. Geiger murió repentinamente en 1874, al parecer por un derrame cerebral, a la edad de 64 años. Continuará. Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 18 de Febrero 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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