CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

1 Cor 29-34:


29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos? 30 Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? 31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. 32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» 34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

Explicación:

Los vv. 23-28 fueron como una especie de digresión del argumento centrado en la resurrección.

Ahora, vv. 29-34 se vuelve a los argumentos y se habla en primer lugar de la “experiencia de la comunidad”, que no puede equivocarse. El segundo argumento concentrará su atención en los peligros de muerte que ha sufrido Pablo por predicar la resurrección… ¡es imposible que esta creencia sea falsa!

El primer argumento se fija en una costumbre de la comunidad, que se sigue –creo- practicando hoy día entre los mormones: bautizarse en nombre de los ya fallecidos de la familia. De este modo se creía que el bautismo obraba su efecto retroactivamente sobre ellos y podrían salvarse. Con otros palabras: los vivos habían practicado su “rito de entrada” o “rito de iniciación” en la comunidad mesiánica, el bautismo. Los ya fallecidos “cumplían” ese mismo rito de entrada por medio vicario: los vivos cumplían el rito en su nombre, con la esperanza en que valiese. Ese rito es testimonio de que se creía firmemente en la resurrección.

Tal concepción supone que las almas de los fallecidos –el cuerpo yace aún en la tierra, descompuesto, en espera de la resurrección del final de los tiempos- se halla como en un “lugar intermedio” (todavía no está inventado el purgatorio) en la espera de ser totalmente purificada para poder ingresar en el cielo.

Tal noción era vulgarmente admitida entre judíos y judeocristianos, pero es negada expresamente por uno de los libros judíos más imponentes de la época, el Libro IV de Esdras, compuesto unos 50 años después de 1 Cor. Escribe D. Muñoz León en “Libro IV de Esdras”, de la colección Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. VI, Cristiandad, Madrid 2009, p. 336:

"Una de las doctrinas más características de 4 Esdras y que probablemente ha influido con mayor fuerza en la acogida de este libro, es su concepción acerca del estado intermedio . En ningún otro libro de la literatura judía de esa época se ha expresado esta enseñanza con más precisión. El autor dedica una amplia sección (7,75-126) a describir la situación de las almas tanto de los buenos como de los malos desde el momento de su muerte hasta el juicio final y la resurrección.

El vidente plantea a Dios la posibilidad Dios interceder por los difuntos (un caso sería bautizarse por ellos). Pero Dios responde negativamente. He aquí el pasaje (7,102-115; Apócrifos del Antiguo Testamento VI, pp. 409-411):

102 Y respondí y dije:
- Si he hallado gracia a tus ojos, muestra también a mí tu siervo si en el día del juicio los justos podrán excusar a los impíos o interceder en su favor ante el Altísimo: 103 los padres por los hijos, los hijos por los padres, los hermanos por los hermanos, los parientes por sus cercanos, los amigos por los amigos.
104 Y me respondió y dijo:
- Puesto que has hallado gracia a mis ojos, también te mostraré esto: el día del juicio es decisivo y muestra a todos el sello de la verdad. De la misma forma que ahora no envía el padre al hijo, o el hijo al padre, o el dueño al siervo, o el amigo a su amigo para que piense en su lugar, o duerma, o coma, o sea curado, 105 así nadie rogará por otro nunca (entonces), pues todos llevarán por sí mismos sus injusticias o sus justicias.
106 Y respondí y dije:
- Y ¿cómo es que encontramos que Abrahán rogó el primero por los sodomitas y Moisés por los padres que pecaron en el desierto, 107 y Josué tras él en favor de Israel en los días de Ajar [...] y Samuel 108 y David por la plaga, y Salomón por todos los de la (casa de) santidad, 109 y Elías por los que recibieron la lluvia y por un difunto para que recobrara la vida, 110 y Ezequías por el pueblo en los días de Senaquerib y otros muchos en favor de muchos? 111 Si pues ahora, cuando la corrupción aumentó y se ha multiplicado la injusticia, los justos oraron por los impíos, ¿por qué entonces no podrá ser?
112 Y me respondió y dijo:
- El mundo presente no es el fin, la Gloria en él permanece (¿solamente?) a intervalos. Por ello oraron los que eran fuertes en favor de los inválidos. 113 Pero el día del juicio será el fin de este tiempo y el comienzo del tiempo de la futura inmortalidad en el cual pasó la corrupción, 114 la intemperancia quedó disuelta, la incredulidad cortada, en cambio creció la justicia y nació la verdad. 115 Entonces nadie podrá compadecerse de aquél que haya sido vencido en el juicio, ni hundir a aquél que haya vencido".



Pablo argumenta entonces que esta costumbre de la comunidad, la del bautismo vicario, tiene una base en la tradición y que por tanto no puede equivocarse: el bautismo vicario implica la creencia en la resurrección de los muertos; luego esa existe.

A continuación viene el segundo argumento: Pablo apela a su propio trabajo: él ha trabajado y sufrido mucho por expandir la fe, basada en la creencia en la resurrección: ¿cómo va a ser falsa esta creencia?

Si la resurrección es falsa, arguye Pablo, dediquémonos a la buena vida: “Comamos y bebamos”… Se trata de una cita de Is 22,13, sin nombrar expresamente al profeta:

“Lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas, comer carne y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!»”.

Luego atribuye el desvarío de esta falsa creencia en la no resurrección a las malas compañías: los fieles prestaban oídos a los que negaban la resurrección. La frase corresponde –señalan casi todos los comentaristas- a una cita literal de la comedia Tais de Menandro. ¿Conocía Pablo esta pieza? Es posible, pues era muy popular. O bien se había transformado en refrán, y como tal –sin haber leído expresamente a Menando- lo repite Pablo.

La frase “luché en Éfeso contra las bestias/fieras” no debe entenderse literalmente, ya que no consta por los Hechos ni por las cartas auténticas de Pablo que hubiese estado nunca condenado Pablo a luchar en el circo. Se refiere por tanto o bien a peligros fuertes provocados por judíos y paganos opuestos a su predicación o bien a su encarcelamiento en Éfeso. “Luchar con las fieras del circo” era la expresión popular parea referirse a “me enfrenté a un dificultad muy seria”.

“Desconocer a Dios” o ignorancia de Dios es, según el Libro de la Sabiduría –que probablemente conocía Pablo- propio de los gentiles:

Sí, vanos por naturaleza todos los hombres en quienes había ignorancia de Dios y no fueron capaces de conocer por las cosas buenas que se ven a Aquél que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice”.

El mismo tema es recogido por el autor de 1 Pedro 1,14:

Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia (de Dios),

Seguiremos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

En el otro blog, de “Religiondigital”, el tema es:

“Los papas y el sexo”

Saludos de nuevo.



Viernes, 19 de Febrero 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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