Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Uso de la Bibliaen los Hechos de Andrés I. El contenido 2. Los Hchnd 3 refieren de la enfermedad del criado de Estratocles. Andrés pregunta por qué no ha podido nadie arrojar al demonio que moraba en aquel cuerpo. Pero él mismo se responde: “Porque son sus congéneres” (HchAnd 4,2: suggenêis).- En el Nuevo Testamento se afirma de los impíos que son “hijos del diablo” (Jn 8,44). “Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. En los Hechos de los Apóstoles 13,10, Pablo llama a Elimas el mago “hijo del diablo”. Podemos, además, recordar la escena en la que se acusa a Jesús de arrojar a los demonios en nombre de Beelzebul. Satanás, dice Jesús. no puede expulsar a Satanás (Mt 12,25-27; par.). 3. En una larga invocación compuesta por participios sin artículo, se dirige Andrés a Dios con estas palabras: “Oh Dios que siempre escuchas a los tuyos” (HchAnd 5,1).- Es la doctrina del logion de Mt 7,7-8: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Pues todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llama se le abrirá”. En el evangelio de Juan tenemos dos textos sobre el tema. En Jn 9, 31, el ciego sanado filosofa ante los escribas diciendo que “Dios no escucha a los pecadores”, sino que escucha al que es piadoso y cumple su (de Dios) voluntad. Y en el contexto de la Cena, después de haber llamado “amigos” a los discípulos (Jn 15.15), en el mismo contexto en el que proclama que “eran tuyos y tú me los diste” (Jn 17,6-9), asegura: “Cuanto pidiereis al Padre os lo dará en mi nombre” (Jn 16,23-24). Podemos recordar también que en los Salmos es corriente la conexión entre “llamar” o “invocar” al Señor y el hecho de que Dios escucha (Sal 86 h,7; 3,5; 4,2 etc.). 4. HchAnd 7,3. El hombre nuevo, dice Andrés, “ha sido peregrino de la sabiduría” (paidéias).- En el libro del Qohélet (Ecles) 7.25 leemos cómo “dí vueltas para conocer, buscar y examinar la sabiduría” (sofía). La sabiduría es, por tanto, objeto de peregrinación. Lustraui uniuersa, traduce la Vulgata. Para la sabiduría hay un camino (Prov 4,11; Bar 3,23.27). Dios es el “guía de la sabiduría”. Aunque en el pasaje del Apócrifo el término es paidéia, la realidad es que en la Biblia paidéia aparece asociada a la sabiduría: “El temor de Dios es paidéia y sofía” (Prov 15,33). 5. El autor de los HchAnd refiere cómo Estratocles se había “convertido en aficionado a escuchar hablar de la salvación” (HchAnd 8,2). La salvación (sōtēría) sirve de determinante a términos como “conocimiento de la salvación” (Lc 1,77), “palabra de salvación” (Hch 13,26), “camino de salvación” (Hch 16,17), “evangelio de la salvación” (Ef 1,13). Pero recordamos también el pasaje de Rom 10,13-15, en donde después de asegurar que “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”, continúa el texto con una serie de preguntas concatenadas en una especie de sorites: “¿Cómo invocarán a aquel en el que no han creído? ¿Y cómo creerán en lo que no han escuchado? ¿Y cómo escucharán si no hay quien les predique?” La conclusión, pues, sería que para lograr la salvación es preciso escuchar la predicación de los enviados. 6. Entre otras antinomias expuestas por Andrés, destaca la que marca la oposición “luz-tinieblas” (HchAnd 11,1).- Es una oposición muy socorrida en el NT. Es corriente en labios de Jesús, que no sólo la emplea para recordar que todo lo que se dice en las tinieblas se publicará en la luz, sino para glosar su afirmación: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz” (Jn 8,12). Era también una de las enseñanzas que Jesús dedicó a Nicodemo (Jn 3,19). Luego, se convierte en un verdadero topos de la evangelización cristiana. Así Pablo, en la defensa que pronuncia ante el rey Agripa, dice que ha sido enviado para que los gentiles se conviertan “de las tinieblas a la luz” (Hch 26,13). Según el mismo Pablo en Rom 13,12, hay que desechar “las obras de las tinieblas y vestir las armas de la luz”. Para 2 Cor 6,14, no puede haber “comunión de la luz con las tinieblas”. En Ef 5,8 leemos que los efesios eran “en otro tiempo tinieblas, pero que ahora son luz”. Y en 1 Tes 5,5 se marca la oposición tan querida para la religiosidad de Qumrán entre los hijos de la luz y del día y los hijos de la noche y las tinieblas. 7. En una larga prédica, afirma Andrés que cada una de las potencias “reclamará lo que es suyo” (HchAnd 11,2).- La idea recuerda el dicho de Jesús durante la Cena: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es suyo. Pero como no sois del mundo, por eso el mundo os odia” (Jn 15,19). Como los discípulos no son del mundo, el mundo no quiere saber nada de ellos. 8. Andrés asegura que Dios responderá a los suyos cuando le ofrezcan sus frutos. “Yo me entregaré a mí mismo a vosotros, pues todo lo que yo soy se lo doy a los míos” (HchAnd 12,1).- Este texto se mueve. a mi parecer, en el contexto de la Cena, en el que aparecen ideas similares. En primer lugar, Jesús habla de que nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos (Jn 15,13). Evidentemente se refiere a sí mismo, ya que inmediatamente llama amigos a sus discípulos (v. 15), También en la parábola del Buen Pastor afirma que entrega la vida por sus ovejas (Jn 10,15) y que la entrega voluntariamente (Jn 10,17-18). Notemos que en todos estos textos el término empleado es “alma” (psykhé), que corresponde al hebreo néfesh y que se usa para expresar la función reflexiva de los pronombres personales. Esa misma idea de que Jesús se entrega a sí mismo aparece en la versión lucana de la institución de la eucaristía. El cuerpo es entregado “por vosotros”, y la sangre también es entregada “por vosotros” (Lc 22,19-20). En cuanto a la segunda idea del pasaje (“Todo lo que yo soy también se lo doy a ellos”), forma parte del mensaje que recorre el ambiente durante la Cena. Jesús asegura que ha dado a sus amigos “la paz” (Jn 14,27), “la palabra del Padre” (17,14), “su gloria” (17,22), “la vida” (10,18), su cuerpo y su sangre (Lc 22,19-20). Pero la frase del Apócrifo tiene un eco bastante exacto en las palabras de Jn 17,8: “Las palabras que me diste, se las he dado a ellos”. El término rhémata debe entenderse, a mi parecer, en el sentido del hebreo debarîm, como, por ejemplo, en Lc 2,19, tanto más cuanto que en Jn 17, 14 es lógos el objeto del verbo “dar”. Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 18 de Febrero 2010
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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