Bitácora
29/06/2008
El lector que haya tenido la curiosidad de ver la primera parte de este artículo se sentirá sorprendido cuando hablamos en el mismo de la necesidad de NO hacer cosas, para poder hacer más. Pero resulta de pura lógica: si disponemos de menos cantidad de horas que de trabajo, algo habrá que hacer. En el caso del teletrabajador, resulta demasiado frecuente que las horas que se ganan por no tener que desplazarse al trabajo se llenen inmediatamente con otras ocupaciones no pertenecientes a la vida laboral.
La razón es que, cuando el reloj no nos obliga, tendemos a considerar el tiempo con demasiada laxitud, hasta el punto de convertirlo en algo fluido. Y ya sabemos lo que ocurre con los fluidos, tienen horror al vacío, por lo que inmediatamente ocupan lo que se desocupa. Y, en nuestro caso, las mil y mil cosas que ocupan nuestra vida no laboral tienden a llenar inmediatamente ese tiempo que el teletrabajador ha liberado al no desplazarse al lugar de trabajo.
Pues, NO, rotundamente NO. Ese tiempo que se ha liberado al no IR al trabajo, es para el trabajo. Y esto lo tienen que entender perfectamente tanto el telatrabajador como las personas que le rodean, empezando por la familia, naturalmente. Hay que aprender a gestionar las relaciones personales en el nuevo entorno. ¿Entonces?, nos preguntaremos, ¿cuáles son las ventajas de no tener que desplazarme al trabajo, si no puedo hacer lo que quiera con mi tiempo? Bien, estamos hablando de tiempo total, no de que haya que hacer las mismas cosas a las mismas horas.
No se trata de que si el tiempo de desplazamiento es de, por ejemplo, de las 18 horas a las19 horas todos los días, tengamos que emplear ese periodo de 18 a 19 únicamente trabajando. Será una hora en que seguramente podamos hacer mejor otras cosas,… pero esa hora se guarda para el trabajo, aunque sea en otro momento. En esto consiste la libertad con disciplina, o viceversa, que es clave cuando se trabaja aisladamente.
Otros aspectos fundamentales son la automotivación y el control del estrés. Nunca hemos dicho que la vida del teletrabajador sea fácil. La soledad puede afectar al estado emotivo y a la motivación del teletrabajador, lo que, a su vez, le provoca estrés. Todo ello ha de aprenderse a combatirlo. ¿Cómo? Recurramos a nuestros amigos mencionados en el artículo anterior. Estas eran sus recetas:
- Desarrollando habilidades sociales suficientes para solventar conflictos interpersonales y llegar a acuerdos.
- Fortaleciendo el autocontrol y la gestión de uno mismo (automotivación, autodisciplina, ...)
- Teniendo una actitud crítica (que no criticona) sobre nuestra efectividad personal y profesional tras tomar la decisión de teletrabajar.
- Controlar el estrés y la ansiedad propia de la adaptación al cambio.
En el próximo artículo dedicaremos una atención específica a la motivación.
Editado por
Francisco Ortiz Chaparro
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