Bitácora
07/09/2008
El tema no es extraño tampoco a la Organización Internacional del Trabajo, tanto en su globalidad como en lo que se refiere a la región iberoamericana. Dice, en su Informe sobre el Panorama Laboral de 2007 : “Los países de América Latina y el Caribe entran con buen pie al 2008 pero persisten los desafíos en el mundo laboral.
La región completó durante 2007 un lustro de fuerte crecimiento económico, impulsado tanto por las favorables condiciones externas de la economía global como por la fortaleza de la demanda interna. En promedio, el PIB regional ha crecido a una tasa en torno al 4.8% en los últimos cinco años, en lo que constituye el período más prolongado y de mayor expansión sostenida desde 1980.
Para este año se espera una ligera desaceleración del ritmo de crecimiento, desde el 5.6% de 2006 al 5.5% de 2007. El aumento del producto ha sido generalizado, beneficiando a la mayoría de las economías de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica y ha incidido en una reducción de la pobreza y la desigualdad, que todavía persisten altas, estrechamente asociado a una mejoría de los principales indicadores del mercado laboral, en especial, a la caída de la tasa de desempleo urbano y, en menor medida, al modesto incremento de los salarios reales”.
La disminución por quinto año consecutivo de la tasa de desempleo urbano regional al
8.5% que se estima en promedio para los primeros tres trimestres de 2007 permite un cauto optimismo. Es el nivel más bajo de desocupación que registra América Latina y el
Caribe desde el primer lustro de los años noventa.
Aunque el buen desempeño del mercado laboral ha favorecido a hombres y mujeres, tanto jóvenes como adultos, subsisten importantes brechas en los principales indicadores por sexo y edad. Y al evaluar la calidad del empleo en los últimos años, se observa todavía un déficit de trabajo decente en la región.
El desempleo juvenil en 2007
A pesar de la caída del desempleo a nivel regional, dice la OIT, los jóvenes continúan siendo los más afectados por el desempleo. Este grupo etario tiene una importante participación de quienes buscan empleo por primera vez, junto con una menor tasa de actividad, más notoria entre los más jóvenes que entre los adultos. Su tasa de desempleo es en promedio más del doble de la tasa de desempleo total (2.2 veces), aunque con diferencias entre los países, y está cerca de triplicar la tasa de desempleo adulto.
Los jóvenes y los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas
Otro tema interesante es la situación y el comportamiento de la juventud iberoamericana en relación con los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas. Un estudio de la Organización iberoamericana de la Juventud y CEPAL, el órgano de la ONU para América Latina y El caribe, señala que “Un momento relevante del impulso al desarrollo está marcado por la Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio que han suscrito los países de Iberoamérica, donde los jóvenes son mencionados de manera explícita en la Meta 16 que se refiere a la cooperación internacional para generar empleo a la juventud. Cabe advertir que los avances de Iberoamérica con respecto a las metas de los ODM sobre combate a la pobreza, erradicación del hambre, cobertura educativa y equidad de género, si bien son importantes, tienen mayor efecto sobre la población infantil y falta un esfuerzo adicional para abarcar a la población joven.”
Las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años son 1.200 millones del capital humano del mundo. En todo el mundo, muchos de ellos están ya realizando contribuciones importantes a la consecución de los Objetivos del Milenio y su trabajo se debería reconocer y reforzar. Como se dice en el estudio Youth and the Millenium Development Goals: Challenges and Opportunities for Implementation.
Informe final del grupo de trabajo para los jóvenes y los ODM, 2005, de las Naciones Unidas, “Cada vez más participan los jóvenes en la toma de decisiones y en el desarrollo, tal como se pone de manifiesto en la creciente presencia de organizaciones no gubernamentales de jóvenes y en otras instituciones y programas. Por eso, conseguir construir la capacidad y una sociedad sostenida con los jóvenes son estrategias cruciales para conseguir los Objetivos del Milenio que la comunidad internacional no ha realizado en su plenitud”.
Editado por
Francisco Ortiz Chaparro
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