Cuenta una parábola originaria de la India que un grupo de ciegos, que competían por ver quién era el más sabio, quería dilucidar qué forma tenía un elefante. Cada uno de ellos tocó una parte del animal, y cada uno le atribuía una forma diferente: una pared de barro —decía el que tocó el costado—, una lanza —el que tocó los colmillos—, un tronco de una palmera —el que tocó su pata, y así con cada parte del animal. Todos creían que los otros eran quienes estaban equivocados.
Este cuento ilustra nuestra incapacidad como seres humanos para conocer la realidad completa en nuestro entorno social. Porque la realidad social no es una, sino que es compleja y necesitamos de los demás para comprenderla: es una construcción social.
¡Y prácticamente todos los problemas se enmarcan en una realidad social!
Esta visión más líquida de la realidad, como algo complejo, no es solo fruto de esta parábola India, sino que lleva tiempo sustentada por los avances de la Ciencia en muchos niveles, sirviendo como ejemplo el marco teórico de la complejidad o los sistemas complejos adaptativos como paradigma de funcionamiento de los sistemas vivos, como nuestras sociedades.
Cómo abordar la complejidad
Según el marco de trabajo Cynefin, identificado por Dave Snowden, existen cinco dominios de complejidad diferentes, que van del simple al desordenado, pasando por el complicado, el complejo y el caótico.
Esta teoría defiende que en el marco complejo los problemas no tienen una solución predecible ni única. Solo sabemos si algo funcionará mediante la experimentación, es decir, después de probar y errar o acertar. La solución solo se puede explicar a posteriori.
Esto es lo que ocurre con la Sostenibilidad.
También establece que en el marco complejo, las estrategias eficaces pasan por «fomentar la diversidad en el grupo, incentivar la “disensión” y recompensar la creatividad y la innovación».
La Sostenibilidad, una realidad compleja
Hace tiempo que venimos hablando de que la Sostenibilidad es una realidad compleja y algo abstracta. No existe una única solución para alcanzarla. Por eso, en Genea creemos en la importancia de abrir espacios al diálogo, enriquecernos con la diferencia de puntos de vista y articular procesos para construir el camino entre todas las personas implicadas.
Una de las herramientas que proponemos son los procesos participativos. A través de ellos buscamos crear mejores realidades colaborando, en lugar de competir por defender nuestra verdad.
Cuando somos capaces de abrirnos a los otros, a integrar diferentes puntos de vista, nuestra perspectiva se amplía. Salimos de nuestro esquema prefijado, que funciona como nuestra zona de confort porque nos da identidad y seguridad, y somos capaces de construir entre todos una nueva realidad.
Es entonces cuando vemos a la otra persona como una oportunidad para enriquecernos y no como una amenaza y, así, sumamos. Descubrimos el camino juntos. Compartimos el viaje colectivo hacia la Sostenibilidad.
La clave de un proceso participativo
¿Cómo conseguir que un proceso participativo funcione, que integre los diferentes puntos de vista? Desde nuestra experiencia desarrollando procesos participativos sabemos que hay un punto clave: la confianza. Ya lo mencionamos en nuestro anterior post. Y esto daría para otro artículo completo así que, tal vez ya tengamos tema para el próximo mes...