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Filósofos y científicos ante el problema de Dios Juan Antonio Martínez de la Fe , 05/06/2015
Filósofos y científicos ante el problema de Dios
Ficha Técnica

Título: Filósofos y científicos antes el problema de Dios
Autor: Antonio Enjuto Pecharromán
Edita: Ediciones Newton, Oviedo, 2014
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 495
ISBN: 978-84-943430-0-1
Precio: 31,82 euros

Nos encontramos ante un libro con metas ambiciosas, pues pretende, ni más ni menos, que presentarnos un panorama cronológico de la trascendencia en la vida de los hombres. Un esfuerzo que merece una gratitud sincera, por poner a nuestra disposición un manual de muy práctica y útil consulta. Se podrá o no estar de acuerdo con la metodología seguida por el autor, o por la selección de los personajes representativos que circulan por las páginas del libro; pero, de lo que no cabe duda es de que se trata de una obra de la mayor utilidad, como corresponde a los libros de este sello editorial.

Tratándose, pues, de una obra coral es manifiesta la dificultad de ofrecer una detallada reseña de todos y cada uno de los apartados de su abultado índice. Un índice que, por lo demás, se detalla al final de estas líneas, de manera que sirva de práctica guía a quien se acerque a ella para su lectura o consulta. De ahí que intentaremos reflejar las líneas generales de cada uno de los capítulos que abarca, deteniéndonos en el último de ellos, donde el autor resume su planteamiento personal ante la temática de este trabajo, que consideramos del mayor interés.

Ya en el Prólogo, Antonio Enjuto, tras hacer un inicial planteamiento del tema de Dios a través de la historia, nos plantea los objetivos que se propuso para su ensayo: “nuestro propósito ha sido lograr ofrecer en estas páginas una somera visión de los más representativos filósofos y científicos cuando estos han tratado el tema de Dios.” Y deja a cada lector las conclusiones que pueda sacar de su lectura, ofreciéndonos su propia visión al final del texto.

Nos advierte de que, aunque el estudio se enmarca fundamentalmente dentro de la filosofía occidental, no se ha prescindido de las orientaciones y sabiduría de los maestros orientales. E indica el procedimiento de su metodología a la hora de exponer cada apartado: “Previo al pensamiento de cada autor, hacemos también una sucinta biografía, con la intención de situarles en su contexto personal, social y de escuela, sin pretender por ello dar una visión exhaustiva de toda su orientación intelectual; nos detenemos principalmente, como ya se dijo, en lo tocante al problema de Dios y los principios que les indujeron a reflexionar sobre el tema.”

Debido a su estructura cronológica, es necesario, según los casos, cotejar las reflexiones con las doctrinas precedentes, así como una somera crítica o valoración de su aporte a la historia del pensamiento.

La antigüedad

El primer bloque de la obra, con gran acierto, se titula De la realidad al misterio. Nos habla de la inquietud humana por indagar e interpretar las realidades de su entorno, sin marginar las aspiraciones más radicales del espíritu humano, entre las que se pregunta por el último fundamento de la realidad. En la actualidad, el hombre trata de desentrañar los mecanismos ocultos que gobiernan el mundo. Y no es de extrañar que, desde su física, su biología o el sistema filosófico escogido, se pregunte si hay algo tras los engranajes de esa enorme máquina que es el universo, si hay algún designio en la articulación de sus principios y leyes y, en última instancia, se interrogue por el fundamento de tantos fenómenos como le instan a dar una respuesta adecuada.

Tarea ardua y erizada de dificultades, en la que considera que no solo ha de intervenir la propia inteligencia, sino que ha de ser fruto de la dedicación de la totalidad de persona, toda su carga existencial, con sus sentimientos, su moral y sus más radicales aspiraciones.

Alude, también, a la palabra Dios y sus procedencias, desde el griego, latín, lenguas indoeuropeas, el hebreo, el acadio o el budismo, intentando arrancarles a cada una de ellas un significado primario. Y concluye: “aun cuando Dios trascienda cualquier posible atribución positiva, sería inadecuado desvincularle de toda relación con el mundo y de toda acción humana. Consideramos que podemos hablar de su realidad desde la diferencia y el contraste, desde la cercanía y la distancia, desde la univocidad y la analogía.” Y a ello dedica las páginas que llenan este primer capítulo.

El medievo

Dejando ya atrás la antigüedad, nos adentramos en el Sentido religioso en la época medieval, contenido del segundo bloque del libro. Un período, de unos mil años de duración, que el autor considera de especial significación para el tema de Dios. Se inclina por pensar que no se trató de una época tan oscura como habitualmente se la caracteriza: “Acaso el intento de adaptar el pensamiento filosófico a las doctrinas religiosas sea lo más característico de toda la Edad Media.” De ahí que decida escoger aquellas figuras que más indagaron sobre filosofía y fe religiosa y aquellas que más incidieron en la problemática de la existencia de Dios.

Distingue, esquemáticamente, como cuatro peldaños en todo el proceso de tal problemática. Como primer paso, se refiere a San Pablo, quien, en sus escritos, parece rechazar la filosofía a favor de la fe, pero que, con su conducta y ejemplo, abre caminos de buena avenencia. Otros personajes que incluye en este período, inicialmente favorable a la fe en detrimento de la filosofía, son Justino, Minucio Félix o Tertuliano; aunque el propio Justino y otros como Arístides, Atenágoras o Lactancio no dudaron en usar la expresión filosófica como forma positiva a la hora de manifestar las propias creencias.

Un segundo paso lo constituye la creación de la Escuela Catequética de Alejandría que, bajo la dirección de Panteno, se convierte en centro de teología científico-apologética, y que llega a su apogeo con Clemente y Orígenes. El propio Clemente procura dar a las enseñanzas cristianas una base filosófica y científica.

La posible tercera etapa la constituye la Escuela de Cesarea de Capadocia, donde su aptitud para conjugar la fe con la filosofía fue, en la mayoría de los casos, resulta bastante positiva. Entre sus numerosos representantes, destacan Gregorio de Nacianzo, Basilio y Gregorio de Nisa; incluso, se podría incluir en esta nómina al Pseudo-Dionisio.

La última etapa arranca ya con la figura de San Agustín, con quien el capítulo pasa a analizar con detenimiento sus teorías y sus obras, así como la de los otros personajes que recoge en este bloque. Hasta aquí, sobre las figuras que se han citado, solo se incluyen algunas notas, muy acertadas, sobre sus planteamientos y el papel que jugaron en el difícil encuentro entre fe y filosofía.

La edad moderna

El paso siguiente, nuevo capítulo, es Filosofía en la Edad Moderna. No es extensa la introducción que ofrece el autor. Lo que no implica que sea escasa; muy al contrario, es escueta, precisa, y define con gran acierto la época que nos propone recorrer. “Si lo original del Renacimiento fue probar nuevos caminos, también en los siglos siguientes no será menor el afán por las construcciones sistemáticas. El racionalismo, el empirismo y la Ilustración dan sobradamente cuenta de ellos. Las bases serán diferentes pero con intenciones similares.” Así, nos dice que, mientras el racionalismo procura ser esencialmente metafísico, el empirismo opta por la vía de lo psicológico, cuando el movimiento ilustrado se preocupa por asumir y coordinar ambas direcciones. Hay diferencias entre las sendas de unos y otros; el racionalismo copia del método matemático; el empirismo, como sabemos, del experimental; y los ilustrados pretenden una síntesis de ambos, en la que lo experimental y lo matemático tengan cabida y complemento. Y, como hace en cada uno de los capítulos y se detalla más adelante en el Índice, nos presenta una amplia selección de personalidades de la época, resumiendo sus postulados ante el problema de Dios.

Los siguientes capítulos profundizarán en aspectos más concretos de estos fundamentales planteamientos. Así lo comprobamos en Teología en los forjadores del Renacimiento científico, que es como titula el cuarto bloque de su obra.

La introducción de este capítulo nos lleva por un muy somero recorrido entre el idealismo platónico hasta el desarrollo de las ciencias naturales en los siglos XVI y XVII, con un especial detenimiento en el XIV, cuando surge un interés por las ciencias físicas; un interés que va dando tumbos entre realistas, conceptualistas, alquimistas, cabalistas y astrólogos. Pero, junto a estos intentos más o menos especulativos y, en cualquier caso, ilusorios, se inicia otra línea de pensamiento altamente científica respecto al método empírico, una auténtica ciencia positiva que combina la observación con el cálculo y las leyes matemáticas. Es la época en la que nacen genios como Leonardo da Vinci, Copérnico, Brahe, Kepler, Galileo y Newton; cada uno de ellos con sus propias ideas religiosas, en las que ahonda singularmente el autor a lo largo de las páginas que contiene este apartado de la obra.

El siguiente bloque está dedicado en exclusiva al Empirismo inglés. Aunque a lo largo de la historia se han presentado distintas nociones sobre el concepto de experiencia y su derivado empirismo, Antonio Enjuto se refiere aquí únicamente al empirismo inglés; se trata de una reacción contra el racionalismo del siglo XVII y se basa en el dato experimental como el origen que da valor a nuestros conocimientos; por ende, rechaza cualquier idea apriorística o innata del racionalismo, como tampoco admite la intuición intelectual: “la mente es como un papel en blanco donde se van escribiendo los informes sellados por la experiencia.” Solo dos personajes son los estudiados aquí, pero de suficiente importancia para abarcar la totalidad del proyecto del autor: George Berkeley y David Hume.

La Ilustración

Del empirismo inglés, el autor nos traslada a La Ilustración y el idealismo alemán. Comienza este apartado así: “Si desde un primer momento la Ilustración tuvo como incentivo armonizar el racionalismo con el empirismo, no es menos cierto que nunca lograría estructurarlo ni como método ni como sistema especulativo. De ahí que la Ilustración, más que ser un movimiento propiamente filosófico, sea una corriente estrictamente cultural.” No le falta razón. Los pensadores de esta época se proponen como objetivo iluminar a la sociedad, arrancándola del oscurantismo y la ignorancia. Y más que por el origen del conocimiento, propio de los racionalistas, se preocupan por la ampliación de saberes. Pero, el idealismo (o idealismos) alemán no mantiene la misma senda, pues sus pensadores ponen el énfasis en el yo como parte activa de todo el proceso cognoscitivo, más que en los objetos que se intentan esclarecer; el sujeto devendrá en el centro alrededor del cual giran todos los demás problemas. Y por las páginas de este bloque germano desfilarán los grandes pensadores: Kant, Fichte, Schelling y Hegel. Y no satisfecho con lo que detenidamente expone del pensamiento de aquellos, al final nos ofrece un Breve resumen filosófico del idealismo alemán; sí, breve comentario, pues solo ocupa tres páginas, pero del mayor interés.

Presunciones ateas es el nuevo paso que nos propone Enjuto en este deambular progresivo con el objetivo de libro. Se basa, fundamentalmente, en la influencia de Hegel en posteriores pensadores, que, basándose en su filosofía, siguieron, sin embargo, caminos diferentes que les llevaron a planteamientos bien distanciados unos de otros. Para aclarar su pretensión y siguiendo a Federico Strauss, los separa a la derecha, a la izquierda y al centro del pensamiento hegeliano; y, por el interés que mueve a Enjuto en este ensayo, dedica este capítulo a los llamados de la izquierda, que, como en el caso del citado Strauss, culmina su pensamiento en un materialismo ateo. En estas páginas nos encontramos a Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud y Sartre, cerrando el bloque el neopositivismo, con el Círculo de Viena y la superación del principio de verificación.

Ciencia y religión

Nos adentramos, seguidamente, en el campo de la ciencia y su posición frente a la religión. Ciencia y religión es pues el nombre del siguiente capítulo. La propuesta del autor figura muy nítida en la introducción que, como en resto de los capítulos, acompaña a este. Sus palabras son el mejor compendio de su propuesta: “La ciencia y la religión son dos grandes visiones sobre el mundo. Mientras la primera trata de comprender la naturaleza tangible y material, es decir, cómo ha llegado a ser, cómo la conocemos y qué leyes rigen su estructura, la religión trata de lo que está más allá de lo corpóreo, de aquello que se considera trascendente y, en todo caso, misterioso y espiritual. Las preguntas que hace la ciencia van dirigidas a lo observable y sus respuestas, atendiendo siempre a una metodología que lo pueda comprobar; en tanto que las preguntas en la religión miran al sentido del conjunto, incluido el sujeto que interroga.” Podría parecer que se trata de posturas encontradas, pero no lo son: en toda investigación de lo observable va implícita la pregunta sobre el fundamento y este sí que es terreno propio de la filosofía y de la religión.

A partir de aquí, la estructura del capítulo difiere un tanto de la observada en los precedentes. Primero, aborda el evolucionismo, para detenerse, seguidamente, en la figura de Charles Darwin, al que dedica algunas páginas. A continuación, profundiza en los planteamientos sobre el origen de la vida, el origen del universo (la creación) y credo religioso y creación; apartados todos ellos de muy interesante lectura como compendio de su evolución histórica. Llega luego a la lista de científicos, analizados, tras su biografía, desde su punto de vista ante el problema de Dios: Planck y Einstein.

Filosofía y Dios

Y de los científicos, a los Filósofos del siglo XX y XXI. Se trata de un capítulo amplio en su afán abarcador para brindar una visión lo más completa posible del panorama de la filosofía. Como hija de su tiempo, como dijera Hegel, la filosofía siempre ha tenido como horizonte las necesidades más ineludibles que podían demandar las personas. Y las personas de estos siglos están sometidas a convulsiones sociales y políticas de gran alcance, que se han traducido en corrientes filosóficas diversas: vitalista, materialista, fenomenológica, neopositivista, existencialista, etc. Son varios los pensadores que desfilan en este capítulo; una selección personal del autor, pero que, en conjunto, puede ofrecer una amplia panorámica de este vasto campo de la filosofía en estos dos últimos siglos: Bergson, Berdiáyev, Buber, Stein, Zubiri, Ricoeur y Küng. De cada uno de ellos nos ofrece una pinceladas amplias y, en algún caso, como ocurre con Hans Küng, un análisis de sus límites.

El autor y su pensamiento

Con esto se llega al último capítulo de la obra, Formulando una teoría, en el que el autor nos ofrece su aportación más personal de este denso volumen. Inicia su planteamiento, aludiendo a las cuatro preguntas kantianas: qué puedo conocer, qué debo hacer, qué me cabe esperar, qué es el hombre; cuatro preguntas que Antonio Enjuto sintetiza en dos: quién soy yo y qué será de mí. Unas cuestiones que propone no dirigidas al hombre en general, sino a cada persona que vive y siente en medio de continuas apetencias.

Aborda, así, su primer interrogante, quién soy yo. Para ello, se retrotrae a los momentos en que solo éramos una posibilidad de existir, antes de ser concebidos, para, posteriormente, describir todo el proceso de maduración como persona, cómo se va forjando el “yo”, con la inteligencia, la capacidad de raciocinio, el lenguaje y la comunicación. Por lo que, concluye definiéndose como “un principio unitario y racional de referencia múltiple”, un nudo de posibilidades, en el que no se pueden eludir cuestiones radicales que incumben al ámbito filosófico. Un ámbito en el que debe incluirse el tema de la felicidad, el cese de la vida, el conocimiento de la auténtica realidad y, propone Enjuto, el problema de la existencia de Dios.

Y, ante este cúmulo de posibilidades que es el ser humano, ¿será razonable hablar de lo que aún no es? Opina el autor que sí lo es, porque, en el mundo, no existe solamente el ser, sino, también, el “poder ser”, dando, así, carta de existencia al mundo de los posibles. Aduce: “el hombre no es solo presente y pasado, principalmente somos perspectiva, futuro, tensión hacia el mañana; queremos cosas, buscamos lo que no tenemos, deseamos en todo un final feliz.” Por eso, parte de esa búsqueda de la felicidad como uno de los temas clave para plantear de forma adecuada el problema de Dios.

Se detiene, seguidamente, en analizar la felicidad buscada. Y nos dice que buscamos la felicidad como bien incondicionado que pueda colmar todas nuestras aspiraciones; obedece a un impulso inscrito en el ser humano, en su esencia, por lo que es irrenunciable. Nos advierte de que no solo hay que buscar la felicidad en las cosas del mundo exterior, sino que hay que tener muy presentes las apetencias interiores.

Ahondando más en su propuesta, explica cómo nuestras acciones buscan la reciprocidad, teniendo como objetivo el encuentro con otra persona; y va más lejos: “lo inalcanzable en la relación interhumana es, por tanto, apelación a otra felicidad más elevada que colme la capacidad potencialmente infinita de la persona. Anhelamos, en lo más profundo de nuestro ser, la plenitud que solo es posible con un Amor Supremo y Absoluto.” Tras la finitud y la muerte, se antepone la exigencia incondicionada de vida y felicidad en nuestro ser.

Y, sobre ella, sobre la muerte reflexiona Antonio Enjuto. Habla de tres modalidades o maneras de hablar y entender el fin de la vida. De un lado, la muerte en general, como concepto abstracto; de otro, la muerte concreta de un ser que conocemos; y, finalmente, la conciencia de la propia muerte. En el terreno biológico, se percibe un avance y un decrecer hacia un final aciago; pero, en el terreno personal, la apertura es hacia un crecimiento mayor, nos elevamos porque el objetivo, viniendo de nuestro interior, es siempre un impulso hacia un bien que solo culminará en la suma Realidad. Por lo que vivir y detenerse en una vida solo biológica es, además de frustrante, incorrecto; buscamos, desde nuestro esencial interior, el amor con un Tú que va más allá de la muerte. Una argumentación con base racional, aunque, evidentemente, sometida a debate, dado que no es irrefutable, como avalan escritos de filósofos de otras tendencias.

El siguiente paso que nos propone el autor es el planteamiento de la existencia de Dios. Un tema que reconoce que no es primariamente una cuestión filosófica, ya que su origen conceptual es religioso, pero que la filosofía no puede renunciar a dar sentido a la creencia. Ante ella, a lo largo de la historia, se han dado tres posturas: ateísmo, teísmo y lo que denomina teísmo antropológico, en el que incluye a quienes creen que tiene sentido preguntarse por la existencia de Dios a partir de las más radicales exigencias humanas, las que dan sentido a la vida. Y es a partir de esta mirada fenomenológica que el hombre va descubriendo que es un “alguien” que desea, que busca el bien que le falta, que es un ser proyectivo que no puede vivir sin dar razón de sus anhelos.

Insiste el autor en esa cualidad inherente a nuestra condición, la de no ser solo presente y pasado, sino principalmente futuro, impulso, perspectiva, tensión hacia el mañana. Vivimos con metas a realizar. Y no solo en nuestra personal manera de existir, sino como integrantes de una Humanidad en evolución, una evolución con sentido; con un sentido que, de carecer de él, nos permitiría preguntarnos si toda la historia de la humanidad es una broma o un sinsentido, un absurdo. Y, reflexionando sobre este particular, recorre las posturas de pensadores que han marcado su sello en el pensamiento colectivo, con especial incidencia en las teorías de Teilhard de Chardin.

Pero, teniendo un sentido la vida humana, ¿qué justifica la presencia del dolor, de tantas víctimas, en una palabra, del mal? Problema crucial que ha marcado radicales posturas personales a lo largo de la historia. Antonio Enjuto no lo elude y reflexiona sobre él en tres apartados: 1. Existencia y concepto del mal; 2. Justificación del mal; y 3. Compatibilidad de Dios con el mal. En estos apartados, va haciendo un somero recorrido para completar su enunciado. Finalmente, en el punto más controvertido, el de la compatibilidad de un Dios con el mal, su respuesta va en la línea seguida por otros autores, como Torres Queiruga, que Dios opta por el “ser” en lugar de “la nada” y que ese ser está sometido a las limitaciones de la finitud, que hemos de superar. Concluye: “Se deduce entonces que la creación y la superación del mal no han terminado, pues, aun encontrándonos en una línea ascendente, las sucesivas etapas llevan el mal introducido en las propias venas.”

Concluyendo

Resumiendo, nos encontramos ante un libro fundamentalmente práctico, pensado para la docencia y el estudio, como corresponde a la línea de su editorial. Lo que no quiere decir que no sea profundo. Tiene una gran utilidad al permitirnos encontrar en sus páginas lo más granado de la relación de la filosofía y la ciencia con el problema de Dios a lo largo de la historia; y ello, realizado con una exposición metodológica muy acertada, a más de asequible, junto a un serio rigor científico en todos sus apartados. Por supuesto: como toda obra que aborda asuntos sometidos a discusión, esta contará con quienes traten de rebatir sus argumentos; están en su derecho. Pero, lo que no podrán argüir es que se encuentran ante un ensayo carente de racionalidad y rigor, aun no tratándose de un texto específico sobre el problema de Dios, desde un punto de vista de la filosofía personal del autor. Como se ha dicho más arriba, es solo en el último capítulo donde Antonio Enjuto explica en unas pocas páginas su pensamiento al respecto.

Desde el punto de vista formal cuenta el libro con varias ilustraciones que aligeran el peso de su contenido. Tiene una tratamiento tipográfico bastante generoso, lo que ayuda en su lectura, quizás un tanto dificultada por usar un papel algo satinado (de un adecuado gramaje) que, si bien aporta lustre a las ilustraciones, sus reflejos pueden incomodar, en depende qué situaciones, la lectura.

En definitiva: una obra recomendable que tendrá un lugar adecuado como libro de referencia en la biblioteca de docentes, estudiantes y personas interesadas en este tan traído y llevado tema del problema de Dios. Por algo será.

Índice

Prólogo.

1. De la realidad al misterio.
La mitología
Los presocráticos
Tales de Mileto. Animismo de la materia
Anaximandro. El retorno al apeiron
Anaxímenes
Pitágoras. La armonía como anhelo del espíritu
Heráclito. Dinamismo creador y divino
Jenófanes. Indiferencia de un dios impasible
Parménides
Sócrates. La muerte como obediencia a los dioses
Platón. Metodología platónica.- El “bien”: horizonte de lo absoluto.- Alma inmortal.- El camino hacia Dios
Aristóteles. Etapas del pensamiento aristotélico.- Tres formas de conocimiento.- Clasificación de las ciencias.- La metafísica como ciencia divina.- Dios: primer motor inmóvil
Cleantes. Honda religiosidad
Filón de Alejandría. El dios de Filón.- Entre Dios y la creación: el logos
Séneca. Aportación de Séneca.- La morada del dios de Séneca
Epicteto. Inmanencia de Dios en el mundo
El escepticismo
Plotino. El “uno” de Plotino, superior a Dios.- La dialéctica como retorno a lo absoluto

2. Sentido religioso en la época medieval.
San Agustín. Obras.- Doctrina.- Fuentes de la verdad.- El alma.- Dios
Boecio. Dios y el ser
Escoto Erígena, Juan. La razón y la fe.- Naturaleza y Dios
San Anselmo de Canterbury. Dios no puede no existir
Al-Farabí. Dios, como unidad absoluta.- Las emanaciones de Dios
Avicena. Orientación ideológica.- Dios, como el ser necesario.- Las irradiaciones de Dios
Algazel. Emisión vivificante de lo divino
Averroes. La fe no desplaza a la razón.- La filosofía prueba la existencia de Dios
Ibn’Gabirol-Avicebrón. A Dios solo se le conoce por sus obras
Maimónides. Convergencia de la fe y la razón.- Dios necesita ser demostrado
San Buenaventura. La razón iluminada por la fe.- Los caminos hacia Dios
Santo Tomás de Aquino. Perfil intelectual.- Uso de la razón hasta donde esta alcance.- Pruebas de la existencia de Dios: 1. Primera vía; 2. Segunda vía; 3. Tercera vía; 4. Cuarta vía: 5. Quinta vía.- Reflexiones a las pruebas tomistas
Duns Escoto, Juan. Dios como infinitud divina
Eckhart, Johannes. Inefable naturaleza de Dios
Guillermo de Ockham. Predominio de la individual.- Dios no es objeto de una prueba racional
Nicolás de Cusa. El saber humano.- La coincidencia de los contrarios está en Dios.- Despliegue de Dios
Marsilio Ficino. Todo gira en torno a Dios.- Proceso de divinización del alma
Pico della Mirandola. La dignidad del hombre.- En busca de la órbita de Dios
Giordano Bruno. El espacio infinito del universo.- Reflejo de Dios
Francisco Suárez. Proyección metafísica.- Un Dios vivo y creador.- Dios y las criaturas

3. Filosofía en la edad moderna.
Descartes. Obras.- Fuentes referenciales.- El problema cartesiano.- La noción de infinito implica la existencia de Dios.- Grandeza y límites de Descartes
Blas Pascal. Impotencia de la razón para alcanzar la verdad.- Las razones del corazón.- El sentimiento adivina a Dios.- Apostemos por la existencia de Dios
Baruch Spinoza. Punto de partida.- Dios es la única sustancia.- El mundo está inserto en Dios.- En la naturaleza todo ocurre necesariamente.- El amor intelectual hacia Dios.- Distintos juicios de valor
John Locke. Su primer objetivo.- A Dios se le puede demostrar
Malebranche, Nicolás. Un sugestivo anhelo.- Dios existe y es evidente.- Ocasionalismo
Leibniz, G. Wilhelm. Obras.- Dinamismo del ser.- El mundo reclama un creador.- Análisis crítico

4. Teología de los forjadores del renacimiento científico.
Leonardo da Vinci
Nicolás Copernico
Tycho Brahe
Juan Kepler
Galileo Galilei
Isaac Newton

5. Empirismo inglés.
George Berkeley. Punto de Partida.- Tenemos evidencia de Dios
David Hume. El conocimiento procede de la experiencia.- Idea de causalidad.- Las impresiones no alcanzan a las esencias.- La existencia de Dios no es demostrable.- Los principios de la moral.- Reflexión crítica

6. La ilustración y el idealismo alemán.
Inmanuel Kant. Obras.- Observaciones preliminares.- A) Crítica de la razón pura. Los juicios en la ciencia.- B) Crítica de la razón práctica.- La libertad.- La inmortalidad del alma.- Dios como exigencia de la conciencia moral.- Exposición crítica al pensamiento de Kant
Fichte, Johann G. Punto de partida.- Presencia de Dios en las acciones humanas.- Juicio crítico
Schelling, Friedrich. Fases filosóficas.- Filosofía de la naturaleza y del espíritu.- Sistema de identidad.- Sistema de la libertad.- Sistema religioso.- Valoración crítica
Hegel, G. Friedrich W. Interpretación religiosa de la realidad.- El absoluto, como identidad de lo real y lo ideal.- Dios es espíritu, verdad y vida
Breve resumen filosófico del idealismo alemán

7. Presunciones ateas.
Ludwig Feuerbach. Escisión del discípulo con el maestro.- Empirismo antropológico.- El hombre crea a Dios.- Objeciones a la filosofía de Feuerbach
Karl Marx. Dialéctica del devenir.- Materialismo práctico.- Materialismo histórico.- Materialismo ateo.- Replicas al contexto de Marx
Friedrich Nietzsche. Obras.- Tres períodos diferentes.- Transmutación de valores.- La muerte de Dios.- Crítica a la moral.- El superhombre.- Algunas discrepancias
Sigmund Freud. El psicoanálisis.- La religión como neurosis obsesiva.- Inmoderado reduccionismo
Jean Paul Sartre. Presunta interpretación sartriana. A) Etapa fenomenológica. B) Etapa existencialista. C) Etapa marxista.- Ambigüedades de Sartre
El neopositivismo. Círculo de Viena.- Superando el “principio de verificación”

8. Ciencia y religión.
Evolucionismo
Charles R. Darwin
Origen de la vida
Origen del universo (La creación)
Credo religioso y creación
Max Planck. Materia y espíritu
Albert Einstein. Religiosidad cósmica

9. Filósofos del siglo XX y XXI.
Henri Bergson. Evolución creadora.- Las experiencias místicas muestran a Dios
Nikolai Berdiayev. Antecedentes ideológicos.- La vida divina en unión con el destino del hombre.- Dios aparece en el abismo del ser
Martin Buber. Una filosofía del diálogo.- Comunicación interpersonal: yo-tú.- El tú eterno es el Dios sin medida
Edith Stein. Interés por la filosofía.- Sorprendentes vivencias personales.- Nuevo itinerario filosófico.- Caminos hacia Dios
Zubiri, Xavier. Contexto histórico.- La religión.- Inteligencia sentiente.- Acceso a Dios.- Ambigüedades filosóficas
Paul Ricoeur. Contexto ideológico y social.- Interpretación y fe
Hans Küng. La idea de Dios no es contradictoria en sí misma.- Reto al ateísmo contemporáneo.- Límites de Hans Küng

10. Formulando una teoría.
Lo que todavía no es
La felicidad
La muerte
Planteamiento de la existencia de Dios
El hombre en proyección de futuro
El problema del mal. Existencia y concepto del mal.- Justificación del mal.- Compatibilidad de Dios con el mal

Bibliografía. Diccionarios y enciclopedias.- Bibliografía general
Índice de autores
Índice analítico
Índice general

 

Notas sobre el autor

Antonio Enjuto Pecharromán nació en Olambrada (Segovia) en 1942. Sus estudios académicos los cursó en Mieres (Asturias). Es doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de Santo Tomás, Angelicum, de Roma y licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Su gran deseo ha sido conjugar la escritura con la docencia. Entre sus obras, citamos Jesús de Nazaret, hombre y misterio, Lenguaje, ciencia y filosofía e Historia de las religiones, en dos tomos.

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