Reseñas
En busca del Ser Superior. Trans-ontología Social
Juan Antonio Martínez de la Fe , 05/09/2020
Ficha Técnica
Título: En busca del Ser Superior. Tras-Ontología Social
Autor: Juan Ezequiel Morales
Edita: H-Cyberpress, Las Palmas de Gran Canaria, 2019
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 278
ISBN: 978-84-944617-0-5
Precio: 15,60 euros
Antes que aventurarse en esta obra, Juan Ezequiel Morales desarrolló otros dos pilares en los que fundamenta su teoría. En un primer tramo, estudió el carácter depredador del comercio humano en su comportamiento filosófico; en un segundo, abordó la naturaleza teleológica del ser humano hacia el ser transhumano, lo que genera una trans-ontología. Y en este libro, dedica su atención a la existencia de un Ser Superior al ser humano, que lo engloba y fagocita ontológicamente.
Ese Ser Superior, que siempre escribe con mayúsculas, puede llamar a confusión. No se trata de un concepto teológico, “sino en el sentido de que el nivel biológico que nos sigue es el conjunto de los seres humanos como l’Être-en-soi y l’Être-pour-soi (Ser-en-sí y Ser-para-sí), utilizando la fraseología conceptual de Sartre, o Dasein (Ser-ahí o Ser-en-elmundo) utilizando la de Heidegger.
Evidentemente, no se trata de un Ser Superior cuya existencia se pueda demostrar apodícticamente, pero que puede ser aceptado por un mecanismo similar al de la fe. Algo con reminiscencias de la New Age y de Spinoza. Y, como sucede con esta, con la fe, hay posiciones escépticas acerca de su realidad, porque, en definitiva, se trata de un Ser Superior que no se nos manifiesta.
También, y como sucede en el campo de la fe, tales posiciones escépticas rechazan la existencia de este Ser Superior porque no puede ser mensurado por los llamados métodos científicos, algo que es consecuencia lógica del estrecho margen que tiene la metodología científica cuyas pruebas de falsación nacen y mueren en aparatos de medición físicos y materiales incapaces de admitir otras posibles realidades fuera de su alcance. Una posición que, para el autor, no deja de ser un prurito gratuito que encuentra su fundamento en un consenso histórico y no en una epistemología razonada.
Ante esto, Morales ofrece el objetivo de su libro: “Permítanme relatar una serie de hechos y comportamientos canónicos, es decir, descriptores de situaciones filosóficamente relevantes, a fin de ir sacando conclusiones respecto a la existencia de un Ser Superior y ontológicamente autónomo”.
Los primeros capítulos de este libro están dedicados a examinar diferentes hechos empíricos de los que puede deducirse, con todas las trazas de racionalidad, la existencia del Ser Superior que el autor propone a los lectores.
Dinámicas grupales
Así, se refiere a los apóstatas, considerando como tales a quienes abandonan determinado paradigma y son seguidamente estigmatizados por los componentes del grupo que acaba de dejar. Y explica cómo ante un nuevo conocimiento, surge una reacción que trata de aniquilarlo, algo que ocurre cuando un paradigma nuevo intenta sustituir a otro antiguo.
Experimentos sociales demuestran que la conformidad se convierte en acérrima defensa del grupo propio, por enfrentamiento al grupo ajeno, aunque no haya motivo aparente. Lo que lleva a Morales a concluir: “Una especie de espíritu superior, por encima de los individuos que tienen percepción propia, los convence para que perciban lo que percibe el grupo. Más que convencerlos, los obliga, y eso solo puede hacerlo un Ser Superior”.
Analiza Morales las dinámicas grupales en animales sociales, concluyendo que todo está previsto en las relaciones de los seres sociales para con las clases que los conforman, que se detecta una racionalidad que no está concretamente ubicada en un cerebro, sino en una red de ellos; y más allá. Del estudio de cuatro ejemplos de comportamiento animal en su dinámica grupal, deja “constancia de la ontología social como un complejo que va más allá de las mentes individuales y cuyo estudio no puede pararse en las mentes individuales”. Al estilo de John Searle, se pregunta qué quedaría si se prescindiera del individuo o del grupo, constatando que es imposible dejar de lado a ninguno de los dos. Y continúa: “Y más grave aún: hay conciencia discriminada e independiente en los dos niveles”.
En un paso más, se adentra en la ontología colectiva en animales, observando que en ellos, sus comportamientos no son de una naturaleza abstracta que ordena todo como si fuera un dios, sino que surgen de la ontología del grupo de animales, de la conciencia grupal, de su Ser Superior. Y afirma que ese Ser Superior provoca la evolución de una forma inteligente, no aleatoria; y reprocha a quienes defienden esa aleatoriedad que esa postura es propia de quienes por comodidad o presunción se resisten a dar un paso más.
Del mundo animal a los humanos
Llegado el momento de pasar del mundo animal al de los humanos, parte de la afirmación de Marcuse quien decía que “los hombres no viven sus vidas, sino que ejecutan funciones preestablecidas”, es decir que vienen ya opinados y decididos desde lo más alto.
Tras considerar la historia de los movimientos sociales, concluye que hay suficientes datos para entender que el mecanismo evolutivo que observamos en ella, no lleva a una utopía desalienadora, sino, muy al contrario, a la conformación de una estructura superior, con ontología propia. Y, en ese comportamiento social, grupal, se observa una reproducción del comportamiento de sus individuos, unos individuos que no crean el patrón, sino que están inmersos en una retícula y han de comportarse conforme a ella.
Conciencia y ser
Capítulo importante de esta obra es el que intenta dar respuesta a las preguntas de qué es la conciencia, dónde está y qué es el ser. Arranca de una premisa básica: no existe una razón que justifique la negación causal del paso de lo material a lo consciente, por el solo hecho de no haber encontrado la justificación de que esa relación es imposible. Analiza el autor posturas como las de Heidegger o Markus Gabriel, para definir la conciencia como lo que nos permite apalabrar al ser.
¿Cómo se llega a ella? “La materia es un continuum que con la complejidad se da en forma de conciencia, y la conciencia es a su vez el continuum que al envolverse sobre sí misma se hace la pregunta sobre el ser”. Un continuum que se individualiza, pero que es el medio el que la modifica y la hace evolucionar, o la suprime, según convenga. Aquí, pues, el papel de la razón es solo el de una herramienta en el paso de la materia a la conciencia.
Es claro que el contenido de la conciencia no es fragmentable; se nos aparece como un todo y no algo desmontable; nos concebimos como una unidad de conciencia. Sin embargo, se encuentra en una situación de in-aprehensión ontológica ya que la razón científica es radicalmente inepta para aprehender su realidad y la realidad de las cosas.
Al final de este capítulo, Juan Ezequiel Morales ofrece un interesantísimo resumen, en ocho puntos, en los que sintetiza su pensamiento en torno al ser y la conciencia, tema que ha desarrollado ampliamente en las páginas precedentes.
Máquinas biológicas
En cuanto al ser humano, se detiene el autor en varios aspectos que nos arrojan a una concepción de este como una máquina biológica. Así, por ejemplo, la inteligencia que, siendo mensurable, no lo es en su totalidad, sino según para qué. Y las emociones, que también son clasificables y, en cierto sentido, medibles o taxonomizables hasta el punto de que sirven de lenguaje interrelacional, no hablado, para ordenar la dinámica social. Profundiza aquí el autor en diferentes aspectos del cerebro y en cómo la conciencia se desenvuelve en él.
Estas máquinas biológicas que somos los humanos están preparadas para interrelacionarse y homologadas para desempeñar labores grupales, que, a juicio del autor, quedan en manos del libre albedrío de un ser superior. Para tales funciones, contamos con una herramienta extraordinaria, el lenguaje, que dimana de ese Ser superior. Y se explica: si, por ejemplo, el lenguaje de las abejas a través de la danza es intuitivo y congénito, ¿qué nos hace afirmar rotundamente que en los humanos no pasa lo mismo?; es decir, que el lenguaje que se ha desarrollado dentro de sus cabezas no es obra de ellos mismos, sino de esa inteligencia que se ha propuesto hacerlo en las abejas y en ellos de otro modo. Reivindica, pues, su hipótesis del Ser superior para encontrar una explicación a esta realidad.
Finaliza con un excelente texto: “Podemos dar la autoría de estos saltos a la presión del azar darwinista, o se la podemos dar al Ser Superior, que se mueve con conciencia propia, una conciencia inaprehensible por las conciencias individuales de sus componentes, así como las células que conforman nuestros cuerpos no aprehenden la conciencia del cuerpo en el que viven”.
Lo colectivo
Evidentemente, lo colectivo juega un papel importante en esta exposición de Juan Ezequiel Morales. Aduce varios ejemplos en apoyo de su tesis; verbi gratia, cuando, de manera inesperada, se encuentra la solución a una cuestión que se no había resuelto a través del raciocinio, puede tener su explicación en la existencia del Ser Superior, que está atrás, del Inconsciente Colectivo, del On Social, del ello. Lo destacado es advertir cómo el razonamiento ha sido sustituido por una creatividad no individual, sino que proviene del mundo de los sueños, del inconsciente colectivo, en otras palabras, del Ser Superior.
Y esto es así porque dicho Ser Superior va estadísticamente acomodando a todos sus componentes a una cognitividad más potente cada vez y ello, de manera eficiente, respondiendo en grupo y no solo inidividualmente. Los individuos se van sometiendo a una disciplina social que acrece, estadísticamente los comportamientos en favor de las necesidades de ese cuerpo del Ser Superior. Con él, pasa algo semejante al punto en que cada individuo se relaciona con la red social: se combina con todo el cuerpo social, revelando la presencia del Ser Superior. Un Ser Superior que ha elegido al homo sapiens como su mejor candidato a herramienta para conformarse, presentando una imagen compacta y coherente con las habilidades grupales más eficaces. Es una estrategia suya encaminada a garantizarse, a través de la socialización obligatoria, su propia existencia y supervivencia autoconsciente.
En palabras del autor: “La transición del ser humano como hecho con conciencia y ontología propios, al ser social, como un nuevo ser con ontología propia podría metaforizarse como que el primero se ha conformado cuando millones de neuronas hambrientas se organizaron para sobrevivir y, en el caso del segundo, también se ha conformado cuando millones de seres humanos hambrientos se han organizado para sobrevivir”.
Ontología material
Es interesante, de igual manera, el capítulo dedicado a la Ontología material. Los principios de incertidumbre y complementariedad en física. La pérdida ontológica. Establece de inicio la idea de que la ciencia solo es capaz de lograr una y otra vez su tarea esencial cuando vive de la metafísica; porque dicha tarea esencial no es coleccionar y ordenar conocimientos, sino abrir el espacio completo de la verdad de la naturaleza y de la historia. Y se sumerge el autor en analizar los principios de incertidumbre y complementariedad, penetrando en los conocimientos de la física cuántica. En este sentido, afirma que la física ha de desprenderse de su anhelo de crear un conjunto de leyes causales capaces de predecir cuanto existe en el Universo.
Afirma que existe una organización sintagmática y paradigmática, un desarrollo en diversos planos de existencia de los individuos vivos. Y, entre el grupo de definiciones que aporta, destacamos la que sostiene que “varios individuos de una especie tienden a dividirse y diferenciar el trabajo de cada uno en pos de una teleología grupal, y esa teleología grupal termina conformando un ser nuevo, un nuevo individuo vivo constituido por varios individuos vivos que siguen un programa global de supervivencia dentro de ese nuevo individuo vivo. A aquellos los podemos denominar seres inferiores y éste le podemos denominar Ser Superior”.
Otros autores
Los siguientes capítulos de su obra, los dedica el autor a analizar las funciones de estatus de John Searle; el homo mobilitatus y la era del registro de Maurizio Ferraris; y, de manera especial, a la posthumanidad de Nick Bostrom, al que dedica varias páginas del libro. Al finalizar este último capítulo, se pregunta si todavía se puede mantener que el ser humano es inalienable, sujeto de derechos dimanantes de no se sabe dónde, inviolable en su ética, una ética proveniente de no se sabe dónde e inatacable por un ser superior a él, por su propio Ser Superior.
El último capítulo de la obra se dedica a la trans-ontología social y constituye un amplio resumen, comprimido en veinticuatro puntos de todo lo expuesto en ella.
No cabe duda de que nos encontramos ante un libro importante, lleno de profundas reflexiones que nos llevan a nuevas preguntas y a considerar seriamente la existencia defendida por Juan Ezequiel Morales de un Ser Superior.
Índice
Prólogo
Capítulo 1. El síndrome del apóstata y la historia atroz
Capítulo 2. Las dinámicas grupales en animales sociales
Capítulo 3. Ontología colectiva en animales
Capítulo 4. Ontología colectiva en la dialéctica de clases humana
Capítulo 5. Qué es la conciencia y dónde está, y qué es el seriamente
Capítulo 6. Máquinas biológicas y el síndrome del filósofo
Capítulo 7. Observaciones sobre lo colectivo
Capítulo 8. Ontología material. Los principios de incertidumbre y complementariedad en física. La pérdida ontológica
Capítulo 9. Cfr. John Searle y las funciones de estatus
Capítulo 10. Cfr. Maurizio Ferraris: el “Homo Mobilitatus” y la Era del Registro
Capítulo 11. Cfr. Nick Bostrom y Ray Kurzweil. La Posthumanidad
Capítulo 12. Trans-Ontología sociales
Sobre el aparato bibliográfico
Cuaderno de fotos
Título: En busca del Ser Superior. Tras-Ontología Social
Autor: Juan Ezequiel Morales
Edita: H-Cyberpress, Las Palmas de Gran Canaria, 2019
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 278
ISBN: 978-84-944617-0-5
Precio: 15,60 euros
Antes que aventurarse en esta obra, Juan Ezequiel Morales desarrolló otros dos pilares en los que fundamenta su teoría. En un primer tramo, estudió el carácter depredador del comercio humano en su comportamiento filosófico; en un segundo, abordó la naturaleza teleológica del ser humano hacia el ser transhumano, lo que genera una trans-ontología. Y en este libro, dedica su atención a la existencia de un Ser Superior al ser humano, que lo engloba y fagocita ontológicamente.
Ese Ser Superior, que siempre escribe con mayúsculas, puede llamar a confusión. No se trata de un concepto teológico, “sino en el sentido de que el nivel biológico que nos sigue es el conjunto de los seres humanos como l’Être-en-soi y l’Être-pour-soi (Ser-en-sí y Ser-para-sí), utilizando la fraseología conceptual de Sartre, o Dasein (Ser-ahí o Ser-en-elmundo) utilizando la de Heidegger.
Evidentemente, no se trata de un Ser Superior cuya existencia se pueda demostrar apodícticamente, pero que puede ser aceptado por un mecanismo similar al de la fe. Algo con reminiscencias de la New Age y de Spinoza. Y, como sucede con esta, con la fe, hay posiciones escépticas acerca de su realidad, porque, en definitiva, se trata de un Ser Superior que no se nos manifiesta.
También, y como sucede en el campo de la fe, tales posiciones escépticas rechazan la existencia de este Ser Superior porque no puede ser mensurado por los llamados métodos científicos, algo que es consecuencia lógica del estrecho margen que tiene la metodología científica cuyas pruebas de falsación nacen y mueren en aparatos de medición físicos y materiales incapaces de admitir otras posibles realidades fuera de su alcance. Una posición que, para el autor, no deja de ser un prurito gratuito que encuentra su fundamento en un consenso histórico y no en una epistemología razonada.
Ante esto, Morales ofrece el objetivo de su libro: “Permítanme relatar una serie de hechos y comportamientos canónicos, es decir, descriptores de situaciones filosóficamente relevantes, a fin de ir sacando conclusiones respecto a la existencia de un Ser Superior y ontológicamente autónomo”.
Los primeros capítulos de este libro están dedicados a examinar diferentes hechos empíricos de los que puede deducirse, con todas las trazas de racionalidad, la existencia del Ser Superior que el autor propone a los lectores.
Dinámicas grupales
Así, se refiere a los apóstatas, considerando como tales a quienes abandonan determinado paradigma y son seguidamente estigmatizados por los componentes del grupo que acaba de dejar. Y explica cómo ante un nuevo conocimiento, surge una reacción que trata de aniquilarlo, algo que ocurre cuando un paradigma nuevo intenta sustituir a otro antiguo.
Experimentos sociales demuestran que la conformidad se convierte en acérrima defensa del grupo propio, por enfrentamiento al grupo ajeno, aunque no haya motivo aparente. Lo que lleva a Morales a concluir: “Una especie de espíritu superior, por encima de los individuos que tienen percepción propia, los convence para que perciban lo que percibe el grupo. Más que convencerlos, los obliga, y eso solo puede hacerlo un Ser Superior”.
Analiza Morales las dinámicas grupales en animales sociales, concluyendo que todo está previsto en las relaciones de los seres sociales para con las clases que los conforman, que se detecta una racionalidad que no está concretamente ubicada en un cerebro, sino en una red de ellos; y más allá. Del estudio de cuatro ejemplos de comportamiento animal en su dinámica grupal, deja “constancia de la ontología social como un complejo que va más allá de las mentes individuales y cuyo estudio no puede pararse en las mentes individuales”. Al estilo de John Searle, se pregunta qué quedaría si se prescindiera del individuo o del grupo, constatando que es imposible dejar de lado a ninguno de los dos. Y continúa: “Y más grave aún: hay conciencia discriminada e independiente en los dos niveles”.
En un paso más, se adentra en la ontología colectiva en animales, observando que en ellos, sus comportamientos no son de una naturaleza abstracta que ordena todo como si fuera un dios, sino que surgen de la ontología del grupo de animales, de la conciencia grupal, de su Ser Superior. Y afirma que ese Ser Superior provoca la evolución de una forma inteligente, no aleatoria; y reprocha a quienes defienden esa aleatoriedad que esa postura es propia de quienes por comodidad o presunción se resisten a dar un paso más.
Del mundo animal a los humanos
Llegado el momento de pasar del mundo animal al de los humanos, parte de la afirmación de Marcuse quien decía que “los hombres no viven sus vidas, sino que ejecutan funciones preestablecidas”, es decir que vienen ya opinados y decididos desde lo más alto.
Tras considerar la historia de los movimientos sociales, concluye que hay suficientes datos para entender que el mecanismo evolutivo que observamos en ella, no lleva a una utopía desalienadora, sino, muy al contrario, a la conformación de una estructura superior, con ontología propia. Y, en ese comportamiento social, grupal, se observa una reproducción del comportamiento de sus individuos, unos individuos que no crean el patrón, sino que están inmersos en una retícula y han de comportarse conforme a ella.
Conciencia y ser
Capítulo importante de esta obra es el que intenta dar respuesta a las preguntas de qué es la conciencia, dónde está y qué es el ser. Arranca de una premisa básica: no existe una razón que justifique la negación causal del paso de lo material a lo consciente, por el solo hecho de no haber encontrado la justificación de que esa relación es imposible. Analiza el autor posturas como las de Heidegger o Markus Gabriel, para definir la conciencia como lo que nos permite apalabrar al ser.
¿Cómo se llega a ella? “La materia es un continuum que con la complejidad se da en forma de conciencia, y la conciencia es a su vez el continuum que al envolverse sobre sí misma se hace la pregunta sobre el ser”. Un continuum que se individualiza, pero que es el medio el que la modifica y la hace evolucionar, o la suprime, según convenga. Aquí, pues, el papel de la razón es solo el de una herramienta en el paso de la materia a la conciencia.
Es claro que el contenido de la conciencia no es fragmentable; se nos aparece como un todo y no algo desmontable; nos concebimos como una unidad de conciencia. Sin embargo, se encuentra en una situación de in-aprehensión ontológica ya que la razón científica es radicalmente inepta para aprehender su realidad y la realidad de las cosas.
Al final de este capítulo, Juan Ezequiel Morales ofrece un interesantísimo resumen, en ocho puntos, en los que sintetiza su pensamiento en torno al ser y la conciencia, tema que ha desarrollado ampliamente en las páginas precedentes.
Máquinas biológicas
En cuanto al ser humano, se detiene el autor en varios aspectos que nos arrojan a una concepción de este como una máquina biológica. Así, por ejemplo, la inteligencia que, siendo mensurable, no lo es en su totalidad, sino según para qué. Y las emociones, que también son clasificables y, en cierto sentido, medibles o taxonomizables hasta el punto de que sirven de lenguaje interrelacional, no hablado, para ordenar la dinámica social. Profundiza aquí el autor en diferentes aspectos del cerebro y en cómo la conciencia se desenvuelve en él.
Estas máquinas biológicas que somos los humanos están preparadas para interrelacionarse y homologadas para desempeñar labores grupales, que, a juicio del autor, quedan en manos del libre albedrío de un ser superior. Para tales funciones, contamos con una herramienta extraordinaria, el lenguaje, que dimana de ese Ser superior. Y se explica: si, por ejemplo, el lenguaje de las abejas a través de la danza es intuitivo y congénito, ¿qué nos hace afirmar rotundamente que en los humanos no pasa lo mismo?; es decir, que el lenguaje que se ha desarrollado dentro de sus cabezas no es obra de ellos mismos, sino de esa inteligencia que se ha propuesto hacerlo en las abejas y en ellos de otro modo. Reivindica, pues, su hipótesis del Ser superior para encontrar una explicación a esta realidad.
Finaliza con un excelente texto: “Podemos dar la autoría de estos saltos a la presión del azar darwinista, o se la podemos dar al Ser Superior, que se mueve con conciencia propia, una conciencia inaprehensible por las conciencias individuales de sus componentes, así como las células que conforman nuestros cuerpos no aprehenden la conciencia del cuerpo en el que viven”.
Lo colectivo
Evidentemente, lo colectivo juega un papel importante en esta exposición de Juan Ezequiel Morales. Aduce varios ejemplos en apoyo de su tesis; verbi gratia, cuando, de manera inesperada, se encuentra la solución a una cuestión que se no había resuelto a través del raciocinio, puede tener su explicación en la existencia del Ser Superior, que está atrás, del Inconsciente Colectivo, del On Social, del ello. Lo destacado es advertir cómo el razonamiento ha sido sustituido por una creatividad no individual, sino que proviene del mundo de los sueños, del inconsciente colectivo, en otras palabras, del Ser Superior.
Y esto es así porque dicho Ser Superior va estadísticamente acomodando a todos sus componentes a una cognitividad más potente cada vez y ello, de manera eficiente, respondiendo en grupo y no solo inidividualmente. Los individuos se van sometiendo a una disciplina social que acrece, estadísticamente los comportamientos en favor de las necesidades de ese cuerpo del Ser Superior. Con él, pasa algo semejante al punto en que cada individuo se relaciona con la red social: se combina con todo el cuerpo social, revelando la presencia del Ser Superior. Un Ser Superior que ha elegido al homo sapiens como su mejor candidato a herramienta para conformarse, presentando una imagen compacta y coherente con las habilidades grupales más eficaces. Es una estrategia suya encaminada a garantizarse, a través de la socialización obligatoria, su propia existencia y supervivencia autoconsciente.
En palabras del autor: “La transición del ser humano como hecho con conciencia y ontología propios, al ser social, como un nuevo ser con ontología propia podría metaforizarse como que el primero se ha conformado cuando millones de neuronas hambrientas se organizaron para sobrevivir y, en el caso del segundo, también se ha conformado cuando millones de seres humanos hambrientos se han organizado para sobrevivir”.
Ontología material
Es interesante, de igual manera, el capítulo dedicado a la Ontología material. Los principios de incertidumbre y complementariedad en física. La pérdida ontológica. Establece de inicio la idea de que la ciencia solo es capaz de lograr una y otra vez su tarea esencial cuando vive de la metafísica; porque dicha tarea esencial no es coleccionar y ordenar conocimientos, sino abrir el espacio completo de la verdad de la naturaleza y de la historia. Y se sumerge el autor en analizar los principios de incertidumbre y complementariedad, penetrando en los conocimientos de la física cuántica. En este sentido, afirma que la física ha de desprenderse de su anhelo de crear un conjunto de leyes causales capaces de predecir cuanto existe en el Universo.
Afirma que existe una organización sintagmática y paradigmática, un desarrollo en diversos planos de existencia de los individuos vivos. Y, entre el grupo de definiciones que aporta, destacamos la que sostiene que “varios individuos de una especie tienden a dividirse y diferenciar el trabajo de cada uno en pos de una teleología grupal, y esa teleología grupal termina conformando un ser nuevo, un nuevo individuo vivo constituido por varios individuos vivos que siguen un programa global de supervivencia dentro de ese nuevo individuo vivo. A aquellos los podemos denominar seres inferiores y éste le podemos denominar Ser Superior”.
Otros autores
Los siguientes capítulos de su obra, los dedica el autor a analizar las funciones de estatus de John Searle; el homo mobilitatus y la era del registro de Maurizio Ferraris; y, de manera especial, a la posthumanidad de Nick Bostrom, al que dedica varias páginas del libro. Al finalizar este último capítulo, se pregunta si todavía se puede mantener que el ser humano es inalienable, sujeto de derechos dimanantes de no se sabe dónde, inviolable en su ética, una ética proveniente de no se sabe dónde e inatacable por un ser superior a él, por su propio Ser Superior.
El último capítulo de la obra se dedica a la trans-ontología social y constituye un amplio resumen, comprimido en veinticuatro puntos de todo lo expuesto en ella.
No cabe duda de que nos encontramos ante un libro importante, lleno de profundas reflexiones que nos llevan a nuevas preguntas y a considerar seriamente la existencia defendida por Juan Ezequiel Morales de un Ser Superior.
Índice
Prólogo
Capítulo 1. El síndrome del apóstata y la historia atroz
Capítulo 2. Las dinámicas grupales en animales sociales
Capítulo 3. Ontología colectiva en animales
Capítulo 4. Ontología colectiva en la dialéctica de clases humana
Capítulo 5. Qué es la conciencia y dónde está, y qué es el seriamente
Capítulo 6. Máquinas biológicas y el síndrome del filósofo
Capítulo 7. Observaciones sobre lo colectivo
Capítulo 8. Ontología material. Los principios de incertidumbre y complementariedad en física. La pérdida ontológica
Capítulo 9. Cfr. John Searle y las funciones de estatus
Capítulo 10. Cfr. Maurizio Ferraris: el “Homo Mobilitatus” y la Era del Registro
Capítulo 11. Cfr. Nick Bostrom y Ray Kurzweil. La Posthumanidad
Capítulo 12. Trans-Ontología sociales
Sobre el aparato bibliográfico
Cuaderno de fotos
Notas sobre el autor
Juan Ezequiel Morales, filósofo, es autor de Apuntes sobre filosofía occidental, obra en la que se comentó un ciclo de conferencias, 1989-1990, en Canarias, de Ernst Tugendhat, Gianni Vattimo, Fernando Savater, Víctor Gómez Pin, Emilio Lledó, José Luis Aranguren, Javier Muguerza, Luis Racionero, Javier Sádaba, Eugenio Trías, Eduardo Subirats, Francisco Jarauta y Victoria Camps. En El yo y el antiyó: metrofilosofía fundamental y despertismo, se analiza detenidamente el concepto de metrofilosofía como una forma de pensamiento multidisciplinar para una descripción del mundo en el que ninguna disciplina sobre ni falte. Filosofía y Comercio y Ética del Humanero y Filosofía y Transhumanismo. Hacia una nueva Trans-Ontología constituyen los dos primeros tomos previos a la presente entrega, que quiere plantear el surgimiento de un ser superior en la era en la que el humano se convierte en trans-humano.
Juan Ezequiel Morales, filósofo, es autor de Apuntes sobre filosofía occidental, obra en la que se comentó un ciclo de conferencias, 1989-1990, en Canarias, de Ernst Tugendhat, Gianni Vattimo, Fernando Savater, Víctor Gómez Pin, Emilio Lledó, José Luis Aranguren, Javier Muguerza, Luis Racionero, Javier Sádaba, Eugenio Trías, Eduardo Subirats, Francisco Jarauta y Victoria Camps. En El yo y el antiyó: metrofilosofía fundamental y despertismo, se analiza detenidamente el concepto de metrofilosofía como una forma de pensamiento multidisciplinar para una descripción del mundo en el que ninguna disciplina sobre ni falte. Filosofía y Comercio y Ética del Humanero y Filosofía y Transhumanismo. Hacia una nueva Trans-Ontología constituyen los dos primeros tomos previos a la presente entrega, que quiere plantear el surgimiento de un ser superior en la era en la que el humano se convierte en trans-humano.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850