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La incorporación de España a la Comunidad Europea, pero especialmente, la reciente crisis económica y financiera, ha tenido un impacto muy negativo en el sector industrial, originando la desaparición de industrias y sectores que, lamentablemente, nunca regresarán a su situación anterior e, incluso en algún caso, podrían llegar a desaparecer.
Esta dinámica puede generar desasosiego y preocupación, pero no es comparable a la situación económica de la España de los años cincuenta. En aquel momento, comparativamente, no salíamos de una crisis, si no que estábamos inmersos y sumidos en un estado de subdesarrollo y pobreza.
Para los nuevos ingenieros que habían terminado su formación en los años sesenta del pasado siglo, las opciones de introducirse en un mundo industrial, en el que podrían participar y desarrollar su futuro, generaba anhelos e ilusiones de juventud.
Pensábamos en aquel momento en que tendríamos oportunidades de acción, en puestos de trabajo en los que nuestra responsabilidad se pudiera manifestar, con la capacidad de administrar y gestionar recursos, de producir y de vender esos productos, en un mercado competitivo, de un país todavía entonces, marcadamente agrícola y en desarrollo económico.
Actualmente, la incidencia de la crisis en los diferentes sectores productivos ha sido muy variable. Pero en la etapa anterior de bonanza, la construcción y las obras públicas, con la industria de sus productos afines, y los servicios, especialmente ligados al turismo o al ocio, habían venido desplazando a la industria convencional, que para mantener su posición competitiva, requería de un continuo proceso de mejora, formación, promoción comercial, investigación y desarrollo.
Por lo que, tras la crisis económica de 2008 a 2014, la incidencia de la industria en el PIB apenas llega al 15%, y son muchas las voces que proclaman como, de nuevo, es necesaria la puesta en marcha de medidas para una urgente reindustrialización del país.
El preámbulo de la referida Ley de 20 de julio de 1957, a la que nos hemos referido en textos anteriores, sobre ordenación de las enseñanzas técnicas expresaba: Un amplio programa de industrializacıón, y una adecuada ordenación económica y social, sitúan a nuestro país en una excepcional coyuntura de evolución y progreso y exigen, para su realización, el concurso de aquel número de técnicos dotados de la sólida formación profesional que el ejercicio de la moderna tecnología requiere.
Existía una clara convicción, en los años cincuenta del pasado siglo, de la necesidad de modernizar España por la vía de su industrialización, para lo que eran necesarios más ingenieros, y por tanto, un nuevo método de selección y formación de estos nuevos ingenieros.
Si el rol del ingeniero estaba valorizado en la sociedad española, esta nueva Ley inducia a pensar que esta profesión tendría muchas oportunidades laborales, y también, sociales.
OPORTUNIDADES DE TRABAJO
Nos proponemos realizar una descripción de las actividades individuales realizadas por los ingenieros de aquellas promociones del Plan 57, en los últimos cincuenta años. No vamos a seguir una metodología concreta, ni métodos definidos, sino una simple narrativa de experiencias.
Aunque la antropología es una ciencia que estudia al hombre en la sociedad, con un determinado entorno cultural, recordando a Ortega, es él y su circunstancia, por lo que no puede evitar ser el resultado de ambas. No intentaremos aquí un desarrollo científico de los distintos modos de adaptación y comportamiento social del ingeniero ante el mercado laboral, pero si recordar las oportunidades existentes en aquellos años.
La Praxeología es la unidad mínima de análisis del estudio de la estructura lógica de la actividad humana (praxis), mediante métodos como el individualismo metodológico y principios, como por ejemplo, suponer que el hombre es un ser de racionalidad perfecta, obteniendo, en consecuencia supuestos razonamientos elementales sobre ese comportamiento, que permiten analizar el proceso de la acción humana.
Por ejemplo, una aplicación de esta teoría, son las apreciaciones y aspiraciones del consumidor, quien actuaría conforme a sus necesidades, desagrados, y a su propia escala de valores. Combinando y entrelazando estas excitaciones, y las escalas de valores de todos los individuos de un mercado concreto, se generaría una pauta para conocer el comportamiento humano de la oferta y la demanda de ese mercado, incluso en el ámbito laboral.
Las instituciones, son las organizaciones sociales estables que enmarcan la actividad humana. En el caso de la ingeniería, han sido los Colegios profesionales y las Asociaciones quienes han representado a estas profesiones. No obstante, el devenir diario de los ingenieros se realiza gracias a otras instituciones que les facilitan los posibles recursos necesarios que ponen a su disposición. Estos recursos, materiales e intelectuales, han sido adquiridos, o se han venido produciendo previamente, a lo largo de los procesos de enfrentamiento a situaciones problemáticas, y en un marco de recursos escasos, hasta permitir afrontarlos y resolverlos con regularidad y eficacia.
Empleado público
La Administración Pública, en cualquiera de sus ámbitos, incluso en la enseñanza, ha sido una garantía de estabilidad para el empleado. En el caso de los ingenieros adscritos a la Administración, lógicamente los puestos son del mejor nivel laboral.
Pero el ser empleado público conlleva una serie de particularidades, que con el tiempo se han ido fortaleciendo, haciendo que estos trabajos se diferencien claramente de los de los empleados de una empresa privada.
Se ha sugerido que la Administración debe parecerse lo más posible a una empresa privada; lo cual es imposible por mucho interés que tenga el legislador, y por muchos intentos que haga el político de turno. En cualquier caso, quien prevalece en el tiempo es el funcionario, el político puede cambiar con cada legislatura o, incluso antes. Por ejemplo, se ha sugerido que:
1. Que los sueldos de los funcionarios estén equiparados a los de la empresa privada. La realidad es que la evolución del mercado laboral no coincide con los niveles de retribución de la Administración Publica, generalmente deficitaria, pero en estos casos el empleado público sabe compensar esa diferencia.
2. Una mejor organización del trabajo administrativo, con cometidos claros y concretos.
3. Una reducción de la burocracia y eliminación de puestos de trabajo no claramente productivos. Pero los puestos de la administración no resultan de una necesidad productiva, normalmente se requieren por mandato legal, que obliga a la referida administración a realizar determinadas funciones que no pueden evaluarse por un valor añadido o una producción concreta
4. El sistema de acceso a la función administrativa es difícil de evaluar. En los últimos siglos se ha llegado al convencimiento de que el concurso-oposición es el sistema menos malo. En este procedimiento selectivo, varias personas concurren para ocupar una misma plaza, y un jurado independiente selecciona y decide, pudiendo evitar el nepotismo. Han sido ensayados otros sistemas, evitando costes adicionales a la administración, sin resultados evidentes.
5. Absentismo. En lo que muy poco se ha adelantado es en un sistema riguroso para impedir el absentismo o la falta de productividad del empleado público. En este asunto, los funcionarios siempre se han comportado como un sindicato celoso de sus derechos.
No deberían existir garantías de que el derecho a un puesto de trabajo sea vitalicio en la administración; incluso protocolos definidos de la perdida de la condición de empleado público, simplemente por no disponer de los niveles suficientes de resultados, por falta de productividad, por no asistencia o por incumplimiento de objetivos. Pero, incluso esta opción, ha sido imposible de aplicar en la práctica,
6. Otra cuestión es la carrera personal del funcionario. En los antiguos cuerpos se definían escalas con derechos diferenciados, y los ascensos se producían automáticamente por antigüedad. En el caso de los Notarios, caso muy específico e interesante, desde hace muchos años, existía una opción alternativa de examen u oposición para acceder a vacantes por la vía de oposiciones restringidas.
Es impracticable un procedimiento que permita el ascenso como premio arbitrario o que pierda su nivel mediante un simple expediente. En la carrera judicial se han regulado estos procedimientos, pero con un carácter extraordinario, y en ciertos casos, han sido aplicados indebidamente por razones políticas.
Es para todos un deseo el conseguir una Administración profesionalizada, pero la función pública española, aunque muchos no lo crean, es merecedora de nuestro agradecimiento, y de un nivel de seriedad y eficacia encomiable, preferentemente gracias a su sentido de la honestidad personal.
Muchas veces, las críticas se deben más a un claro desconocimiento de la función del empleado público, y de las características y peculiaridades de esa función. El hecho es que con la crisis se ha exigido la necesaria reforma de la Administración, pero poco se ha realizado y poco se ha cambiado, a pesar de que estábamos en una clara situación de crisis.
Vamos a continuar con la crónica de la promoción 108 de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid. Terminamos los estudios en 1964, siendo la primera promoción del Plan 57, por lo que cumplimos nuestro cincuenta aniversario como ingenieros en 2.014.
Aunque el preámbulo de la Ley de 20 de julio de 1957, sobre ordenación de las enseñanzas técnicas, por la que fue aprobado El Plan 57 de selección y acceso a las escuelas de ingeniería, establecía que: Ello obliga a revisar la organización y los métodos de enseñanza, con el fin de lograr que un número mayor de técnicos pueda incorporarse en plazo breve a sus puestos de trabajo, para rendir allí el máximo esfuerzo para el bien común.
El hecho es que los programas lectivos en la Escuela no variaron sustancialmente, y los mismos profesores daban las mismas asignaturas a las dos promociones que simultáneamente cursábamos la carrera de ingeniero. Lo único que realmente había cambiado en aquel curso, fue el sistema de acceso a la escuela de ingeniería.
Como anécdota, y en prueba de lo expresado, podemos recordar que un catedrático, nos comunicó, tras un examen parcial, que había suspendido a toda la clase, menos a un alumno, por lo que era un aviso por nuestra falta de interés en la asignatura, que tendría muy en cuenta para el examen final….
Pidió la palabra un compañero, que solicitó al profesor nos indicase cual era la pregunta que todos, menos uno, habíamos fallado, a lo que este contesto, leyendo un pequeño párrafo de su libro de texto, e indicando que esa respuesta, que era la única correcta, estaba en la página tal de su libro, aunque solo la había dado correctamente el compañero no suspendido. Recordó además, que ya a principio de curso había expresado que no aprobaría quien no respondiese conforme a su libro, que era esencial adquirirlo para aprobar esa asignatura. Otro compañero se levantó, y le expreso al profesor que ese párrafo que había leído no se encontraba escrito en la página que había indicado, de su libro, que todos y cada uno de nosotros habíamos comprado y estudiado. El profesor, confuso, dijo que eso no podía ser, ya que había podido aprobar a un alumno, que tenía la contestación correcta. El alumno aprobado, después de ver su texto, comento que en su libro, si estaba redactado el párrafo, conforme a como lo había leído el profesor. La cuestión era extraña, pues en los demás libros se podía comprobar que no existía tal respuesta. La cuestión planteada se resolvió cuando el compañero aprobado se levantó, y confesó que él no había comprado el libro, que había utilizado un ejemplar de un primo suyo: ¡que había cursado esa asignatura tres años antes!
Quedó confirmado que en la edición que habíamos comprado, por error ese párrafo había sido omitido. Las notas de este examen fueron anuladas, quedando constatado también que el profesor no había revisado las galeradas de la reedición de su libro, que habíamos adquirido, y que el programa lectivo no había sido modificado, a pesar de la intención de la nueva ley.
El preámbulo de la referida ley seguía expresando que Una estructura concebida para el mejor aprovechamiento del valioso potencial humano, que aspire a participar en esta importante tarea y con la suficiente flexibilidad, para que pueda adaptarse a la rápida e incesante evolución de la técnica, constituye uno de los propósitos de esta Ley.
No obstante, la estructura administrativa no varió, aunque alguno nuevos profesores, como D: Juan José Scala en Mecánica, habían desarrollado nuevos programas lectivos concebidos para este nuevo periodo. El Catedrático Scala había aprobado la oposición a su cátedra de Mecánica, y en 1960 inicio su primer curso como catedrático. Preparó un programa, en mi opinión innovador, en que la teoría se acompañaba de múltiples supuestos y problemas matemáticos, con el fin de que no perdiéramos la agilidad de cálculo y raciocinio que el antiguo método de selección inculcaba en los alumnos. De esta forma, quiso aunar las directrices de la Ley, con lo que él entendía eran ventajas del antiguo sistema de selección de ingenieros.
Aunque la nueva Ley establecía La importancia que debe concederse…a la realización de prácticas en talleres y laboratorios, y en la necesidad· de intensificar la formación cultural y humana de quienes, por imperativo de su profesión, habrán de ejercer a menudo funciones rectoras en amplios sectores sociales. El hecho es que en la carrera tuvimos muy pocas clase de prácticas y talleres, la enseñanza seguía siendo teórica, salvo el dibujo. En los dos primeros cursos, por supuesto no hubo ninguna práctica, y posteriormente, en la carrera, existían clases prácticas, por ejemplo, de estadística o matemáticas.
Analizar el contenido de las materias impartidas en un plan de estudios, o incluso, la tasa de conocimientos matemáticos en contextos de ingeniería, es muy complejo pues exige una gran cantidad de conocimientos conexos, pero resulta un objetivo deseable si se desea adaptar la formación del ingeniero a las necesidades de una práctica profesional que evoluciona de forma vertiginosa.
La formación como acceso social
Durante casi ochocientos años, desde que existen las universidades, se ha dado por supuesto que el estudio de una carrera universitaria al término de la pubertad, era una requisito para poder acceder a posiciones de liderazgo o de mejores condiciones sociales y económicas, en definitiva, para situarte en la vida.
En una sociedad basada en la disposición generalizada de riqueza y recursos, pero con grandes tasas de paro, parece que esta ecuación ya no se cumple, y el disponer de uno o varios títulos académicos no es garantía de un puesto de trabajo o de un estatus social concreto.
En muchos casos, el estudiante concibe hoy al mundo universitario como un simple expedidor de títulos, pero no como el lugar donde puede formarse y adquirir conocimientos. Es bien cierto que en un mundo globalizado y con Internet, la adquisición de conocimientos sobre los procedimientos y procesos industriales puede plantearse mediante otras muchas opciones, y no digamos en el caso de ciencias puras y matemáticas.
Pero como en otras actividades humanas, aceptamos la presunción de que un programa académico es una selección institucional de los conocimientos necesarios, y también que su interpretación por un profesor seleccionado por esa institución, nos aportara los conocimientos y usos necesarios que necesitaremos en nuestra actividad profesional. Incluso cuando, en muchos casos son impartidos mediante una vía coactiva o hasta disciplinaria. El alumno asume que el profesor es su prescriptor, sin poder valorar si este procedimiento será realmente valido en su vida profesional, o incluso, sin poder constatar que las soluciones virtuales que le propone el profesor son, realmente, las herramientas futuras de su trabajo personal.
No obstante, la preparación adquirida en unos estudios universitarios no solamente no es perjudicial, sino que, constituye una fuerte base para afrontar el devenir de la vida y conseguir con mejor éxito, cualquier tarea que se quiera emprender, incluso aunque a veces, esa formación reglada no nos parezca la más idónea o la más deseada.
Desde una perspectiva amplia, el dedicar cinco o seis años de la juventud a realizar unos estudios regulados y metódicos no puede ser perjudicial para el futuro. Por tanto, tiene plenamente sentido el gran esfuerzo que, sin duda, tiene que realizar el joven estudiante, para finalizar su carrera universitaria. Incluso en esta época, en que se escuchan comentarios, como que ‹‹La universidad es una fábrica de parados››, o que tras la carrera, se tiene que presentar uno a oposiciones de guardias municipales para obtener un puesto de trabajo, el estudiar nunca será un perjuicio, y si un mérito, aunque cada vez, ese esfuerzo tenga menos reconocimiento.
Son muchas veces reales las críticas a la enseñanza reglada y a la mala preparación que pueden llegar a adquirir los estudiantes. Todo es susceptible de crítica y de mejora. Pero esa crítica no debe suponer el no abordar los retos personales adquiridos, o abandonar los estudios.
Aquellos que dispongan de un proyecto muy concreto, pueden iniciar su actividad emprendedora sin esperar a este paréntesis de estudios iniciales. También pueden existir otros cuyas características personales les impida acceder a las aulas, o consideren que es una pérdida de tiempo.
Pero en un país en que la enseñanza está subvencionada por el estado, y que el precio o tasa de obtener un título académico, no corresponde al verdadero coste de esa formación, es irracional el perder esta oportunidad. Mientras la enseñanza universitaria, apoyada además en becas y sistemas de acceso, tenga los costes actuales para el alumno, el perder ese derecho no tiene sentido.
Además, el estudio, como tantas otras características de la condición humana, puede llegar a ser un hábito, por lo que ir superando cotas de conocimiento, sin gran esfuerzo, o incluso disfrutando de ese estudio, puede ser fácil a la larga. Es muy difícil, casi imposible, llegar a ser asesor, consultor o prescriptor en una materia, si no se han realizado previamente los estudios correspondientes. Muchas personas, y no solo las cabezas privilegiadas, pueden llegar a ser líderes en algún campo del saber, con perseverancia y continuidad, fundamentalmente por haber pasado por la universidad.
Matemáticas en la formación
En todas las carreras de ingeniería, en todos los países, las matemáticas han constituido la pieza clave en la selección y en la formación de futuros ingenieros dese las primeras escuelas, como es el caso de la Escuela Politécnica francesa en 1794.
En España, hubo un modelo, aplicado por los arquitectos que exigía como acceso previo a su carrera, el disponer del título de la facultad de matemáticas.
En los primeros modelos de formación en ingeniería se buscaba el ideal enciclopedista, con una posible alianza entre las ciencias puras y las aplicadas, pero dando un peso disuasorio a la incapacidad del alumno en la resolución de problemas matemáticos. No obstante, la organización del saber que debe ser impartido en una carrera y su contenido concreto, es un tema controvertido y de constante discusión.
Por ello, esos modelos iniciales fueron evolucionando en favor de un aprendizaje de tecnologías concretas, del desarrollo del análisis matemático y su implementación en varias disciplinas de ciencias aplicadas, y en el estudio y desarrollo de programas computacionales y el cálculo computacional. Por tanto, se ha mantenido el requerimiento de unos fundados conocimientos matemáticos.
Pero, simultáneamente, la evolución de la tecnología ha exigido el aumento de especializaciones ingenieriles, la ampliación de los campos científicos, incluso de las matemáticas.
Puede hacerse la consideración a este respecto que los abogados, a pesar de una evolución equivalente en su especialización profesional, han mantenido una única carrera de derecho, y no han tenido la ingenuidad de trocearla a nivel académico, manteniendo así una posición diferenciada en la sociedad.
Todo ello unido al incremento del número de estudiantes que ingresan en las carreras de ingeniería, que pudiera entenderse que exigen esa especialización, y si cabe, una simplificación de su formación, como por ejemplo, una reducción del contenido en matemáticas, o la sustitución de esta por la incorporación de la tecnología informática, como herramienta para el ingeniero. Evidentemente la reducción de las ambiciones matemáticas permite una más fácil generalización de la carrera y una más fácil adaptación de los estudiantes a esta formación. Simultáneamente, la utilización de programas computacionales, sin ser requerido su análisis, permite concebir unos ingenieros prácticos, sin fundamentos científicos, que puedan enfrentarse a las tareas requeridas en la práctica.
No obstante, en España las escuelas de ingeniería no han querido prescindir de una formación científica y rigurosa para los ingenieros superiores, reservando a los ingenieros técnicos esas capacidades prácticas.
Incluso se ha llegado a comentar que la pérdida del nivel tecnológico de la Gran Bretaña fue debida a una laxitud en la formación de los ingenieros, que en un momento dado decidieron reforzar sus conocimientos con disciplinas humanistas, en detrimento de las matemáticas, las ciencia o la tecnología. Un ejemplo es la industria del automóvil, que siendo los británicos líderes en sus comienzos, actualmente han perdido gran parte de su capacidad creativa e industrial en este sector.
Los ingenieros calculistas usan la computadora para diseñar, construir y controlar los cálculos necesarios para construir puentes, carreteras, plantas químicas etc. Pero tiene que haber otros ingenieros que sean los que conciben y desarrollan esos programas, y para ello necesitan, además de saber programar, conocer la complejidad del análisis previo a la programación, la tecnología, e incluso las fuentes científicas de las que se nutre esa tecnología.
La formación matemática de los ingenieros evoluciona constantemente, en la medida que también cambian las propias matemáticas, sus modelos y el cálculo computacional y, en conexión estrecha con la evolución de las tecnologías. Que hoy día adelantan que es una barbaridad…
Es un reto definir la formación requerida para dotar de las herramientas necesarias a los futuros ingenieros, incluso de conocimientos científicos y tecnológicos, o de la compresión matemática necesaria.
Uso de ordenadores
La tecnología ha sido considerada como un instrumento simplificador de necesidades matemáticas en la formación, o incluso una herramienta que economiza las necesidades de compresión matemática del futuro ingeniero.
El uso que hace el estudiante de herramientas matemáticas, como formulas, ábacos, conocimientos empíricos, maquetas, etc. se ha venido construyendo en base a una experiencia colectiva acumulada durante siglos, pero acelerada en los últimos cincuenta años.
En nuestros años de formación, además de las ecuaciones de la teoría y de los libros, solo disponíamos habitualmente de la regla de cálculo. Este era un instrumento de cálculo habitual en la ingeniería, equivalente a una computadora analógica, y basada en el cálculo logarítmico. Su origen es incierto, ya que se trata de un instrumento que se ha ido perfeccionando con el tiempo, y aunque en su historia se hace constante referencia a autores anglosajones, creo que debe recordarse al matemático portugués Pedro Nunes, o Petrus Nonius (Alcácer do Sal, Portugal, 1492 – Coímbra, 1577), pues fue quien en 1514 inventó el nonio, un dispositivo que permitía medir fracciones de una escala, mediante otra escala auxiliar. Posteriormente, el matemático francés Pierre Vernier (Ornans, 1580 – ibídem, 1637), desarrollo una escala más perfeccionada para medir longitudes con mejor precisión.
Hasta la introducción de los ordenadores para el cálculo tecnológico, y científico, fue la regla de cálculo la herramienta universalmente utilizada por los ingenieros. En los cursos de la escuela, nuestra promoción pudo acceder a cursos de programación de ordenadores en diversos lenguajes, empezando siempre con el álgebra de Boole y el lenguaje máquina. Pero estos cursos eran realmente teóricos, pues en aquellos años no se disponía todavía de ordenadores, ni del posible acceso a los mismos.
En el años 2014, la promoción 108 de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, cumplimos nuestro cincuenta aniversario como ingenieros. En aquel momento, tuve el atrevimiento de proponer redactar entre todos, una OBRA COLECTIVA DE LA PROMOCION 108 del PLAN 57 DE LA ETSII DE MADRID: 50 AÑOS de INGENIERÍA IDUSTRIAL en ESPAÑA. 1964-2014. Solo recibí el apoyo de mi compañero Joaquín del Castillo, por lo que la idea no prosperó. No obstante, preparamos un índice para este proyecto de crónica, y yo redacté diversos textos que hoy transcribo.
INTRODUCCIÓN
Antes de que el curso del tiempo debilite nuestros recuerdos, quiero evocar aquí hechos, anécdotas y experiencias profesionales de una promoción de ingenieros industriales, con más de cincuenta años de dedicación a España. Hemos sido testigos y partícipes del periodo de industrialización y crecimiento económico más largo y dinámico de nuestra historia, coincidiendo también con una etapa de estabilidad política y de integración en la Comunidad Europea.
En aquel tiempo, en el que los Ingenieros industriales de la promoción 108 del Pan 1957, terminamos nuestros estudios en el año 1964, nos incorporamos, con entusiasmo e ilusión, al mundo del trabajo, para participar en un esfuerzo común de impulso y desarrollo industrial de España. En este periodo trascurrido, de más de cincuenta años, nuestro país pasó, de un atraso secular, a ocupar el décimo puesto mundial, en términos de Producto Interior Bruto. Tras nuestro ingreso en la Unión Europea, nuestro país supo mantenerse, al margen de las crisis coyunturales, en el grupo de naciones más prósperas.
España tiene hoy modernas infraestructuras, trenes de alta velocidad, se encuentra entre las tres primeras industrias automovilísticas de Europa, dispone de un aprovechamiento integral de sus cuencas hidrográficas, al que se une la incorporación de nuevas tecnologías en producción eléctrica, una industria agroalimentaria moderna, empresas internacionales de la construcción, del refino del petróleo y de servicios. Además recibe al año más de ochenta millones de turistas.
Como estamos orgullosos de haber podido participar en esta tarea nacional, hemos querido también recordar aquí vivencias y experiencias personales en ese empeño común en busca de la prosperidad de nuestro país, y de sus ciudadanos.
Queremos presentar un testimonio colectivo de los ingenieros industriales que terminamos nuestra formación universitaria hace más de cincuenta años, exactamente en 1964, y que constituíamos la Promoción 108, como la primera promoción del Plan Nuevo de 1957, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.
El Plan 57, había sido aprobado por la Ley de 20 de julio de 1957 sobre ordenación de las enseñanzas técnicas. La mayoría de nosotros éramos muy jóvenes, habíamos empezando a estudiar el curso selectivo de la carrera en ese año 1957, con diez y siete años. Pero la situación era ciertamente peculiar: Nos matriculábamos en septiembre a ese nuevo curso selectivo, que comenzaría en octubre, sin antecedentes sobre el mismo, y que se fundamentaba en una nueva ley de enseñanza de la ingeniería, todavía sin aplicación práctica ni experiencia académica, sin conocer los planes de estudios lectivos previsibles, ni disponer de amigos, con mejor experiencia, que nos pudieran informar u orientar sobre nuestro futuro académico. Pero era una oportunidad que se nos ofrecía. E incluso algún compañero, con uno o dos años de intentos infructuosos por el plan antiguo, también opto por esta nueva vía de acceso a la formación de Ingeniero Industrial.
Las rápidas y profundas transformaciones del mundo actual, así como la reestructuración de los campos del saber, hacen cada vez más necesario contar con obras de referencia que permitan reflexionar críticamente sobre dichos cambios y disponer de nuevos marcos conceptuales para abordar el futuro de una manera creativa y optimista.
Para un joven estudiante puede ser de interés conocer la experiencia de sus predecesores y saber cómo ha venido evolucionando el marco sectorial y laboral de la ingeniería en estos últimos cincuenta años. Intentaremos volcar aquí nuestras experiencias personales. Este texto es un testimonio de una experiencia colectiva, en un largo periodo de la evolución económica de España.
Analizaremos las características de la formación del ingeniero que se iniciaba con el referido Plan 57, los trazos generales de lo que fue nuestra actividad profesional, incluso lo que llegó a ser nuestra labor diaria en la Administración Pública o privada, en el campo de la actividad científica o en otras actividades conexas con nuestra formación. También se plantean los cambios a que se vio sometida la ingeniería y los ingenieros en su necesaria adaptación a las trasformaciones sociales, económicas y ambientales a lo largo del último siglo.
ESPAÑA EN LOS AÑOS CINCUENTA
Los años de nuestra infancia y juventud eran muy diferentes a los actuales. La mayoría habíamos nacido tras la guerra civil, y aunque ninguno la conoció siendo adulto, todos sufrimos sus consecuencias. Tras la guerra civil se creó un nuevo Estado, que intentaba la reconstrucción del país. Era una España oficialmente neutral ante la segunda guerra mundial, pero las penurias diarias y la falta de recursos de un país subdesarrollado se mantenían en aquellos años, en todas las familias.
Tras la terminación de esa nueva guerra, las potencias victoriosas no tenían ninguna predilección por el régimen político español, por lo que quedamos aislados internacionalmente, incluso produciéndose la salida de embajadores de los países victoriosos. Los desastres de las sucesivas guerras, el maquis, los presos políticos, el hambre y el estraperlo fueron las referencias de nuestra niñez. La represión política y un Estado Policial eran los escenarios de nuestra juventud. El fin del cerco internacional se inicia a partir de 1954, pero no es hasta la visita del presidente Eisenhower a Madrid en 1959, cuando se inicia una nueva etapa. La película de Berlanga, Bienvenido Míster Marshall, es una clara caricatura de nuestra vida cotidiana en aquella época.
En aquellos tiempos, en los que como jóvenes, teníamos que elegir nuestro futuro, España era un país agrícola subdesarrollado, con una fuerte población emigrante, por necesidad, escasa de recursos y sin una verdadera industria, salvo excepciones.
LA SELECCIÓN PARA PODER SER INGENIERO
Bajo el lema "Saber es hacer" nació en la España de mediados del siglo XIX nuevas disciplinas científico-técnicas, que partían de la necesidad de una adecuada formación, para poder disponer de técnicos cualificados que permitiesen la industrialización del país.
Pero este proyecto nació desde la administración pública, con el fin de disponer de técnicos cualificados que pudiesen dirigir, organizar y participar en los proyectos de modernización de España desde las propias instituciones del Estado.
La carrera de Ingeniero Industrial fue aprobada por un Real Decreto promulgado en Septiembre de 1850, creándose para tal fin el Real Instituto Industrial, con Escuelas para su docencia en Madrid, Barcelona, Gijón, Sevilla, Valencia y Vergara. Pero este proyecto de industrialización fue efímero, pues en 1866 se suprimió el Real Instituto Industrial y se cerraron las escuelas, salvo la de Barcelona, pues continuo gracias a ser subvencionada por su Diputación Provincial. Esto permitió a Cataluña disponer una mejor disposición tecnológica.
Posteriormente fueron creadas nuevas Escuelas Superiores de Ingenieros Industriales en Bilbao primero (1899) y en Madrid (1901) para las enseñanzas profesionales correspondientes: durante muchos años del siglo XX se formaron Ingenieros Industriales únicamente en esas tres Escuelas de Madrid, Barcelona y Bilbao.
En Marzo de 1911, se crea por Real Decreto el Cuerpo Nacional de Ingenieros Industriales, con arreglo a un concepto marcadamente administrativo de la profesión, accediéndose al mismo mediante una oposición. En 1915 es creado el Cuerpo de Ingenieros Industriales al servicio de la Hacienda Pública, que es suprimido en 1977, por integración de sus miembros en el Cuerpo de Inspectores financieros y tributarios, posteriormente Inspectores de Finanzas y que hoy en día es el Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado.
Para todas las carreras de ingeniería, la cuestión que se planteaba era el determinar un procedimiento de acceso a la profesión que fuese objetivo e idóneo para seleccionar a los aspirantes. Se concibió, para este fin, unos exámenes de ingreso a la escuela superior, basados en supuestos y problemas, con específicos requisitos matemáticos, que tenían que ser resueltos en el referido examen, en un tiempo tasado.
Los aspirantes, normalmente tenían que pasar unos años realizando constantes prácticas con enunciados de años anteriores, ejercitándose en el difícil arte de resolver problemas de ingeniería matemática. Una vez aprobado en su examen de ingreso, el aspirante accedía a una Escuela especial de ingeniería, con un plan lectivo de cinco o seis años. Esto hacía que, salvo contadas excepciones, se alcanzaba el título de Ingeniero Superior con más de treinta años, en una época en la que la vida media de las personas era más reducida.
Al terminar la enseñanza académica, se podía ingresar en un cuerpo de ingenieros superiores del Estado, debidamente reglamentado y estratificado, en un escalafón definido por distintas categorías, siendo el paso del tiempo la variable fundamental.
El esfuerzo presupuestario del estado, manteniendo las escuelas de ingeniería, tenía como fin principal disponer de técnicos al servicio de la administración pública, siendo muy pocos los que inicialmente buscaban su trabajo en actividades profesionales privadas. Era evidente de que existía una escasez de técnicos en el mercado laboral privado.
Todavía en los años cincuenta del siglo XX se mantenía este sistema de acceso al título de Ingeniero, y todavía, las escuelas dependían del ministerio al que dedicarían su labor los futuros ingenieros: Obras públicas, Industria, agricultura, defensa, etc… No obstante, ya el peso de la demanda privada era superior a la pública, y para acceder a los cuerpos del Estado era necesario esas oposiciones de ingreso ya referidas.
En los años cincuenta del siglo XX se realizaron análisis y estudios para promover el progreso del país, llegándose a la convicción de la necesidad de su industrialización. Estos estudios determinaron que tenía que ser la iniciativa privada la que realizase ese desarrollo tecnológico y económico, para lo que era necesaria disponer de más técnicos, y si cabe, mejor cualificados. En los años anteriores, como ya hemos expresado, la demanda de ingenieros era reducida, y estos terminaban sus estudios colocándose en las administraciones públicas, con un estatus social definido de por vida.
Sin posibilidad de analizar con detenimiento esta nueva opción de acceso, sin experiencia alguna propia o ajena sobre estos nuevos criterios de selección en la formación de los ingenieros, los jóvenes que terminamos el curso de preuniversitario en junio o septiembre de 1957, teníamos que tomar nuestras propias decisiones, para planificar nuestra futura titulación o nuestra vida, con escasos antecedentes, y sin conocer a que especialidades podríamos optar en un futuro en la carrera.
Aquella nueva Ley promovía una reestructuración de las enseñanzas de ingeniería, y trasladaba la dependencia administrativa de todas las escuelas al Ministerio de Educación, haciendo desaparecer la dependencia a los distintos ministerios afines. El preámbulo de la referida ley establecía que: Se mantienen las Escuelas que existen al promulgarse la Ley. Sin perjuicio de que se pueda crear o transformar en cada momento las que se consideren necesarias para el mejor cumplimiento de los fines de las mismas, pero todas ellas pasan a depender del Ministerio de Educación Nacional, debiendo ajustar sus denominaciones y organización administrativa a una norma común.
Lo único que estaba claro cuando nos teníamos que matricular, era que el nuevo sistema de acceso a la Escuela estaba constituido por dos cursos previos: selectivo e iniciación, el primero podía cursarse en la universidad, pero el curso de iniciación solo podía ser estudiado en la propia Escuela, aunque existía el rumor de que el número de alumnos era limitado, por lo que te podían impedir el acceso a la escuela, sin existir unas reglas definidas. Decía así el preámbulo de la referida Ley: El acceso a las Escuelas Técnicas se efectuará mediante cursos selectivos, sistema que sustituye a los tradicionales exámenes de ingreso. La eficacia de tales cursos se ha demostrado reiteradamente, tanto en la enseñanza universitaria, que los practica desde hace años, como en algunas Escuelas Técnicas Medias y Superiores, donde se han ensayado recientemente con resultado muy satisfactorio. Podrán concurrir a los cursos selectivos todos los aspirantes con vocación que posean un adecuado nivel de conocimientos recibidos, tanto a través de la Enseñanza Laboral, como de la Enseñanza Media o de estudios equivalentes.
Este nuevo sistema de acceso tenía la ventaja de que el primer curso era común para todos los alumnos de ingeniería superior y de las carreras de ciencias de la universidad, por lo que te permitía elegir la carrera en el segundo año, e incluso, en caso de cambiar o de desear cursar dos carreras, no tenías que repetir este curso. No obstante, se extendió la leyenda urbana de que las escuelas de ingeniería no iban a permitir la matricula en el curso de iniciación a los alumnos que procedían del curso selectivo de la universidad. Con lo cual, lo único que podías hacer era decidir si te preparabas para el ingreso antiguo. O por el contrario, te matriculabas en el nuevo plan de estudios, donde buenamente hubiese plaza, y ponerte a estudiar, estudiar, estudiar….
Ya en la carrera, existía un cuantioso grupo de compañeros, casi un 25%, que no eran tan jóvenes, pues siendo ya Peritos Industriales, querían acceder al título de Ingeniero. Precisamente la Ley había intentado terminar con la clara distinción que existía entre ingenieros y peritos, estableciendo también un acceso a los candidatos procedentes del sector laboral, a quienes se brında con ello el acceso a la Enseñanza Técnica en todos sus grados.
Eran estudiantes en situación laboral activa y la mayoría con familia. Aunque la nueva Ley permitía la enseñanza libre, sin asistencia a clase, nadie se fiaba de esa innovación, que no estaba reglada, por lo que todos se matricularon con exigencia presencial. Estos compañeros realmente tenían un gran mérito personal, pues además de trabajar diariamente, y mantener a su familia, la mayoría con varios hijos, tenían que asistir a clase regularmente, estudiar y presentarse a los exámenes...Era habitual que los profesores, al inicio de la clase, pasasen lista y anotasen las faltas de asistencia. Si para todos fue larga y dura una carrera de ingeniero con un mínimo de siete años lectivos, para ellos fue un esfuerzo de titanes, pero su valía era indiscutible, por lo que todos merecían nuestro respeto y admiración.
Consecuencias del cambio.
Hasta la ley de 1957, las dificultades para el ingreso en las escuelas de ingeniería y la formación académica posterior, determinaba que los nuevos ingenieros accediesen a su titulación, y por tanto, en la mayoría de los casos, a su acceso al mercado del trabajo como ingenieros, como ya hemos comentado, pasados los 30 años.
A partir de la nueva ley, las promociones de nuevos ingenieros ingresados conforme a las nuevas disposiciones, tenían una edad media mucho más reducida, y por tanto, podían aspirar a una vida profesional más larga. Por ejemplo, en la promoción de Ingenieros Industriales 108 de la ETSII de Madrid acabamos más de un 25% con 24 o 25 años, y por tanto, también nos casamos más jóvenes que las promociones anteriores.
Una vez terminada la carrera, en cuanto a la retribución, la procedencia de un plan de estudios o de otro, no parecía tener incidencia. La demanda de ingenieros del sector privado superaba a los que terminaban la carrera. En aquellos años, no existía paro en las carreras de ingeniería. Incluso se podía escoger el tipo de empleo o el sector económico de tu actividad laboral.
Noticias de Ingeniería
En la primera parte de este artículo sobre la fundación de ATECYR nos hemos referido a las actuaciones previas, incluso cuando presentamos el proyecto de la nueva asociación al ex Ministro de la vivienda, D. Vicente Mortes Alfonso.
Entendiendo asegurada la aprobación gubernativa de la Asociación con la participación del Sr. Mortes, fuimos proponiendo a los posibles socios fundadores un borrador de estatutos, y acordamos reunirnos en un acto fundacional.
Una vez consensuados los estatutos, nos reunimos el 8 de junio de 1974 en el Instituto Eduardo Torroja del C.S.I.C., para acordar la constitución de ATECYR, mediante Acta fundacional. En ese acto el propio D. Vicente Mortes Alfonso firmó la instancia de presentación administrativa de la creación de la asociación, que fue presentada ante la administración el 12 de junio de aquel año, junto con el primer proyecto de Estatutos.
Los socios fundadores fueron: VICENTE MORTES ALFONSO, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, MANUEL ESTADA GIRAUTA, Doctor Ingeniero Industrial e Ingeniero Frigorista, AURELIO ALAMÁN SIMÓN, Doctor Ingeniero Industrial, JOSÉ LAORDEN JIMÉNEZ, Ingeniero de Caminos, JAIME NIETO SÁNCHEZ, Ingeniero Industrial, RAFAEL DE LA-HOZ ARDERÍUS, Dr. Arquitecto, FRANCISCO VIGHI ARROYO, Ingeniero Industrial, FRANCISCO ARREDONDO Y VERDU, Ingeniero de Caminos, JERÓNIMO CABOT JAUME; Ingeniero Industrial, RAFAEL ÚRCULO ARAMBURU, Ingeniero Industrial y GABRIEL BARCELÓ RICO-AVELLO, Dr. Ingeniero Industrial y L.C. Físicas.
En seguida advertimos que el Sr. Mortes se encontraba a gusto en este proyecto, por lo que entendimos que podíamos disfrutar de su generosidad y experiencia, más allá del simple trámite de la aprobación administrativa. Se acordó por unanimidad proponerle como presidente de la nueva asociación, aceptando él esta propuesta. Simultáneamente, en la asamblea constituyente sugirió que yo actuase como vicepresidente, lo cual acepte muy alagado.
Con gran asombro por nuestra parte, su participación iba a ser mucho más dinámica y participativa de lo que hubiéramos podido imaginar nunca.
Una vez constituida la Asociación, ATECYR mostró un gran dinamismo, aunque, como todavía recordarán muchos, en aquellos años previos a la transición, cualquier movimiento asociativo representaba un riesgo, y su tramitación burocrática era lenta y distante.
El 6 de noviembre de 1974 se organizó en Madrid una primera reunión con el Sr. Spielvogel de ASHRAE, aprovechando su visita a Madrid con ocasión de un simposio. Todavía en esa fecha la asociación estaba pendiente de aprobación administrativa, por lo que los asistentes nos planteamos, en el ambiente político de aquellos años, si era prudente esta primera reunión de carácter internacional. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999)
El Sr. Spielvogel nos informó de la organización interna y administrativa de Ashrae, nos sugirió recomendaciones y estrategias de actuación, y se comprometió a informar ante la asociación americana de nuestro proyecto, y conseguir un reconocimiento oficial de colaboración.
Una vez resueltos los requisitos administrativos, el 22 de enero de 1975 se celebró la primera Rueda de Prensa de presentación de ATECYR, actuando ya como presidente, Mortes Alfonso, quien declaró: Normalización, información, enseñanza, control de calidad, lucha contra la polución y ahorro de energía, pueden considerarse como nuestros objetivos principales.
Cada vez hacen falta más y mejores técnicos, y la única forma de mantener sus conocimientos al día es creando una organización interprofesional que se ocupe de su formación permanente, pues no hay que olvidar que las técnicas necesarias para salir airosamente del constante reto diario de la evolución tecnológica son tan recientes que, muchas de ellas, han sido descubiertas después de haber terminado nuestros profesionales sus estudios académicos.
El primer boletín “Noticias de ATECYR de enero de 1975” daba puntual noticia de esta rueda de prensa añadiendo:
Estas fueron las palabras del Presidente de ATECYR, señor Mortes, en una rueda de prensa celebrada el pasado día 22 de enero en los locales del Instituto Eduardo Torroja, a la que, además de numerosos representantes de la prensa nacional, asistieron los señores: Alamán, Secretario del I. Torroja; Arredondo, director del I. Torroja; Barceló, Ingeniero Consultor; Estada, Director del Centro Experimental del Frío; De la Hoz, Arquitecto; Laorden, Subdirector, del I. Torroja y Nieto, Director de Montajes e Instalaciones.
El discurso del señor Mortes encontró amplio eco en la prensa diaria nacional. A continuación del señor Mortes, tomé la palabra como vicepresidente, definiendo nuestro proyecto:
Una asociación técnica no lucrativa, de carácter profesional. Cuyo objetivo principal será el estudio de la problemática de la Ingeniería de Climatización de Refrigeración y, en general, el ordenamiento y protección de todas las instalaciones mecánicas de la edificación: Calefacción, Refrigeración, Acondicionamiento de Aire, incluso Fontanería y aquellas otras actividades relacionadas o conexas con las mismas.
En ese mismo boletín se informaba de la primera visita realizada a Estados Unidos: Con ocasión de la celebración de la Reunión Anual de ASHRAE en Atlantic City, se organizó una primera visita, en enero de 1975, participando ATECYR, con su primer grupo de veinticuatro socios, como asociación representada. El Sr. Spielvogel actuó de anfitrión e introductor, celebrando previamente con él una cena en la que nos facilitó sus recomendaciones estratégicas y un plan de trabajo. El 28 de enero celebramos una primera reunión ASHRAE-ATECYR, en la que se entregó al entonces presidente de la asociación anfitriona, Sr. Kohloss, carta del presidente de ATECYR, comunicando oficialmente su constitución, y solicitando iniciar una fructífera relación institucional. En el “Internacional Newsletter” de ASHRAE fueron publicadas estas noticias y el nombramiento de ATECYR como asociado internacional. (“Noticias de ATECYR de enero de 1975”).
Durante el mes de enero de 1975 se fueron recibiendo las primeras solicitudes de admisión, lo que permitió convocar a todos los socios en Asamblea, con el fin de ratificar los estatutos, conocernos personalmente e iniciar los primeros proyectos asociativos.
La primera Asamblea General de ATECYR se celebró el 28 de febrero de 1975 en el Instituto Eduardo Torroja, bajo la presidencia de D. Vicente Mortes Alfonso. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999) Esta asamblea designó los siguientes cargos para el primer Consejo Rector de ATECYR.
Presidente: Don Vicente Mortes Alfonso.
Vicepresidente: Don Gabriel Barceló Rico-Avello.
Vicepresidente: Don Rafael de la Hoz Arderius.
Secretario General: Don Jaime Nieto Sánchez.
Tesorero: Don José Laorden Jiménez.
Vocales: Don Francisco Vighi Arroyo, don Manuel Estada Girauta, don Aurelio Alamán Simón, don Jerónimo Cabot Jaume, don Pedro Guscó Estruch, don Eugenio Guruceta Galdos, don Pablo Martín Suárez, don Nicolás Gómez Gil, don Alejandro Cabetas Hernández y don Juan Maurel Rufas.
Según nos transcribe el Primer Boletín de la Asociación: Al terminar la Asamblea, el señor presidente solicita la colaboración de todos los socios de ATECYR para conseguir que los objetivos propuestos puedan ser llevados a la práctica, gracias a un esfuerzo conjunto y particular de todos, y muy en particular sugiere que se realicen gestiones necesarias para atraer el mayor número posible de Socios Protectores y de número, base fundamental para obtener resultados concretos.
Con ocasión del XXV aniversario de la fundación de la asociación, redacte unas breves notas de recuerdo:
A partir de esa primera asamblea, se iniciaron contactos con otras asociaciones europeas, la incorporación a la federación europea de asociaciones REHVA, y a nivel asociativo, grupos de trabajo, mesas redondas, reuniones técnicas, publicaciones, informes y estudios que han ido constituyendo la columna vertebral de nuestra asociación, gracias a la colaboración de todos los socios y el exhaustivo trabajo de las sucesivas juntas rectoras y Presidentes de ATECYR.
También debemos recordar la magnífica respuesta del sector empresarial al desafío planteado por el presidente. Poco a poco las empresas se fueron interesando por el proyecto, apareciendo en el boletín de diciembre la primera relación de Socios Protectores. En aquellos años no existían ni organizaciones empresariales, ni asociaciones sectoriales, ni ningún otro vínculo asociativo entre las empresas del sector.
Únicamente añadir en esta breve evocación de la fundación de ATECYR, hace ya 25 años, nuestro agradecimiento mutuo a todos los que han colaborado desinteresadamente en el desarrollo de nuestra asociación, y pedir un entrañable recuerdo para los muchos que ya fallecieron y, en especial, mantener siempre en nuestra memoria institucional un recuerdo de gratitud para nuestro primer presidente, D. Vicente Mortes Alfonso, ya que sin su ayuda, hubiera sido imposible constituir ATECYR, al menos hace 25 años, en aquellos años de inquietud e incertidumbre. (Gabriel Barceló: Fundación. 25 años en la memoria. ATECYR, 1999)
En Mayo de 1975, se inició la actividad técnica, normativa y de formación, con la organización de una mesa redonda sobre “Aspectos de la Reglamentación referente a Calefacción, Ventilación y Acondicionamiento de Aire”, y se crean grupos de trabajo especializados por áreas. Muy pronto se pone a disposición de los profesionales del sector una recopilación de la normativa existente.
Posteriormente ATECYR ha seguido trabajando en estas materias, unas veces opinando y denunciando los errores y omisiones, en otros casos elaborando y modificando nuevas o existentes reglamentaciones por encargo directo de la Administración, este fue, como ejemplo, el caso de RITE.
Desde las primeras reuniones profesionales advertimos la falta de datos climáticos para las distintas ciudades y regiones españolas, necesarios para el desarrollo de los proyectos de confortabilidad. Por ello, es importante destacar la iniciativa de firmar un Convenio de Colaboración con el Instituto Nacional de Meteorología. Este acuerdo, y el trabajo desinteresado de muchos técnicos, dieron como resultado la elaboración y publicación en 1981 de las “Condiciones de Diseño” para veintisiete localidades españolas, y realizados a partir de datos estadísticos de 5 años.
Posteriormente, este trabajo fue revisado, y ampliado a datos estadísticos de 20 años. Este grupo de trabajo continuó con su análisis, de tal forma que en 1996, había ya recopilado, y elaborado, las “Condiciones de Diseño” de cálculo de instalaciones de calefacción para 752 localidades en España.
Este texto es un breve recuerdo de la fundación de ATECYR, que en el año 2019 cumplirá 45 años. Actualmente estoy trabajando en la redacción de una Breve Historia de la climatización en España, agradezco cualquier aportación de noticias, textos, temas o fotografías de interés, incluso biografías o testimonios de personas, que hayan participado en esta actividad, especialmente en los primeros tiempos del aire acondicionado, como Instaladores, Distribuidores y Almacenistas, Propiedades, Ingenierías y Prescriptores, Grandes cadenas de distribución de equipos o Fabricantes.
Quien pudiese aportar datos o documentación complementaria a este proyecto de crónica histórica sobre la climatización en España, rogamos nos envíe un correo con sus sugerencias, recuerdos o textos a:
gestor@dinamicafundacion.com.
Entre las numerosas instituciones y asociaciones de ingeniería, algunas dedicadas a técnicas o ramas de actividad específicas, y diferenciadas, deseamos recordar por su dinamismo y antigüedad a ATECYR: ASOCIACIÓN TÉCNICA ESPAÑOLA DE CLIMATIZACIÓN Y REFRIGERACIÓN.
El actual presidente de ATECYR, Miguel Ángel Llopis, ha expresado: Atecyr es una asociación formada por técnicos que han elegido el sector de la climatización y la refrigeración para desarrollar su carrera profesional.
Y se ha referido en estos términos a su futuro: Entre las prioridades que establece el plan estratégico de Atecyr 2016-2020, está el establecer canales de comunicación que faciliten un flujo de información bidireccional, intuitivo y que incentive la participación activa de los socios.
En los ejes principales del plan se incluye integrar en la asociación las nuevas generaciones, incrementar la conectividad global y aumentar la propuesta de valor al asociado, con la colaboración activa del Comité Técnico y las agrupaciones territoriales.
(https://www.atecyr.org/conocenos/gobierno/mensaje-del-presidente.php)
Fundación de ATECYR
En los años cincuenta en España, el sector de climatización era todavía prácticamente inexistente, y el de calefacción, a pesar de los años de experiencia habidos, estaba muy poco profesionalizado y tecnificado. No existían prácticamente ingenieros consultores, ni ingenieros o arquitectos especializados en estas técnicas en la edificación.
Al estudiar las técnicas de climatización, existían muy pocos textos y manuales, la mayoría eran documentos propios de empresas americanas. Conocíamos el gran desarrollo que estas técnicas habían conseguido en otros países, gracias al esfuerzo desinteresado de determinadas asociaciones de ingeniería, en otros países, que disponían de manuales objetivos y de textos de gran interés tecnológico y práctico.
Llamaban la atención las publicaciones de la asociación americana ASHRAE, dedicadas a estas especialidades, de calefacción, refrigeración, ventilación y aire acondicionado. También sus reuniones técnicas semestrales, además de sus simposios, cursos y otros actos. Los manuales de la asociación americana eran ya en los años sesenta, la “Biblia” de todos los que querían estudiar con cierta profundidad, esta rama de la ingeniería.
Después de varios años en el sector de la climatización, acabé los cursos de la licenciatura de Ciencias físicas, y seguí con mis estudios sobre confort ambiental, de tal forma que en 1969, la Editorial Dossat me publicó mi primer libro: Climatización.
Este libro recibió el premio al mejor libro técnico del año, por la Asociación de Ingeniero Industriales de Bilbao (ANII). En el prólogo, el catedrático Francisco Vighi expresaba:
El autor, además de una información básica, como preámbulo al cálculo y fundamento de las instalaciones de acondicionamiento de aire, expone un amplio documentado estudio sobre las mismas, que comprende la descripción, teoría y cálculo de los procedimientos más avanzados; incluye asimismo en cada capítulo un criterio sobre su elección y utilización, que considero de gran interés no sólo para los que desarrollan su actividad en esta rama, sino también para Arquitectos y Técnicos que deben proponer y resolver los sistemas más adecuados en cada instalación.
La bibliografía que se relaciona al final de cada capítulo y especialmente las tablas, ábacos y datos experimentales, hacen de este libro un elemento de consulta y una eficaz ayuda para el cálculo y realización de proyectos de aire acondicionado. (Prólogo al libro Climatización de Gabriel Barceló, Editorial Dossat. Madrid, 1969)
Tras la publicación de este libro, en 1969 el arquitecto José Mª García de Paredes me solicitó el proyecto de climatización de la sede del Banco de Granada, en Granada. Después de una corta experiencia como importador y distribuidor de equipos de aire acondicionado, y de instalador, con este proyecto inicié una nueva proyección profesional, como ingeniero consultor especializado en climatización.
No obstante, simultaneaba la redacción de proyectos y direcciones de obra con la investigación sobre estas tecnologías de la edificación.
El 5 de junio de 1967, dio comienzo la Guerra de los Seis Días entre Israel y ciertos países limítrofes. Esta desafortunada circunstancia alertó a los países occidentales del riesgo en el suministro de productos petrolíferos, iniciándose una primera conciencia colectiva de la necesidad del ahorro de energía.
En aquellas fechas se inauguró en Madrid un centro de proceso de datos que deseaba especializarse en el cálculo de proyectos de ingeniería. Todavía existían pocos ingenieros y técnicos que deseasen dedicar su tiempo a estos cálculos.
Inicie con este centro un proyecto de colaboración en ingeniería de instalaciones de la edificación, con el posible beneficio de disponer de cálculos de esas instalaciones y de consumos de energía más precisos.
La aplicación de computadores electrónicos para determinar el cálculo de consumos de energía para la calefacción, nos permitía realizar extensos análisis y estudios comparativos, y poder comparar los distintos sistemas de calefacción.
Llegamos a conclusiones interesantes, de tal forma que en 1970, me concedieron el Premio de investigación “Sol Thermic”, por un estudio sobre optimización de sistemas térmicos en la edificación, realizado con medios informáticos, inusuales y desconocidos en aquel momento.
En la entrega de premios, conocí personalmente al presidente del jurado, D. Vicente Mortes Alfonso, que había sido ministro de la vivienda hasta pocos meses antes.
Continué con estas investigaciones, ampliando el análisis a los sistemas de climatización. Como resultado de ello, en 1973 presenté la Tesis doctoral sobre "Elección del sistema óptimo de climatización con ayuda de ordenador", realizada bajo la dirección del catedrático de la ETSII de Madrid, D. Francisco Vighi.
En este ámbito científico y tecnológico, en España, los ingenieros disponíamos de muy pocos alicientes y antecedentes para el desarrollo de nuestros proyectos, salvo que se perteneciese a un grupo de ingeniería extranjero. Tampoco el ambiente político propiciaba el asociacionismo, y todavía no era época de organizaciones no lucrativas. A pesar de ello, y admirados por la actividad de la asociación americana ASHRAE, planeamos una aproximación a esta entidad con el también ingeniero industrial, Jaime Nieto. Ambos nos pusimos en contacto con el ingeniero jubilado americano Sr. W. H. Perry, que residía en Palma de Mallorca, y actuaba como asesor profesional senior de una empresa de frio y climatización balear.
Fuimos a Palma a conocer personalmente a Mr. Perry, y este nos presentó al ingeniero mallorquín Jerónimo Cabot. También se ofreció a ponernos en contacto con ASHRAE, con el fin de crear en España una asociación equivalente. Mr. Perry fue designado socio de honor de la asociación en la segunda Asamblea General.
Tras esta visita, Jaime Nieto y yo nos propusimos conseguir un equipo de personas que pudieran ser los fundadores de una asociación no lucrativa, equivalente a ASHRAE. El reto era conseguir una selección de personalidades del sector que asegurase la aceptación y conformidad de la Administración española de aquel momento.
A lo largo de 1974 fuimos confeccionando una reducida lista de posibles candidatos, desarrollando conversaciones y reuniones, para conseguir nuestro objetivo de crear una asociación profesional no lucrativa, para un mejor desarrollo e implantación de las Tecnologías de climatización, calefacción y frío en nuestro país.
El hecho es que, después de muchas reuniones y conversaciones, concertamos un grupo de profesionales interesados en el proyecto, pero necesitábamos disponer de un representante, políticamente no dudoso. Recordé en aquel momento al ex Ministro de la vivienda, D. Vicente Mortes Alfonso, que tan amable había sido cuando le conocí. El Sr. Mortes era Ingeniero de Caminos, y en su etapa de ministro había demostrado un profundo conocimiento de los problemas del sector inmobiliario y de la edificación, y había conseguido desarrollar una normativa técnica innovadora y novedosa, por lo que decidimos trasladarle nuestras inquietudes.
Le expusimos nuestro proyecto, y pareció que le satisfacía, además de las cuestiones técnicas y organizativas, se interesó por los posibles socios fundadores, le aportamos nuestra selección inicial, a la que nos sugirió que incorporásemos al arquitecto Don Rafael de la-Hoz y al director del Instituto del Frio, Don Manuel Estada Girauta. Teníamos ya una lista de posibles socios fundadores.
Fue durante veinte años funcionario del Ministerio de Hacienda, como Inspector de Finanzas del Estado, Subdirector del Centro de Proceso de Datos del Ministerio de Hacienda, Inspector Jefe de Madrid y fundador y presidente de la Asociación profesional de Inspectores de Hacienda, representativa del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado (Actualmente: Inspectores de Hacienda del Estado: IHE).
Posteriormente causó baja como funcionario, y fue fundador y presidente de diversas empresas, de asociaciones no lucrativas y de fundaciones, actuando como presidente de las mismas, ex-Presidente de la Federación de Ingenieros Industriales de España y ex-Vicepresidente del Instituto de la Ingeniería de España, Gabriel Barceló ha sido consultor en ingeniería de la edificación y asesor fiscal.
Desde hace más de treinta y seis años desarrolla un proyecto de investigación científica sobre dinámica rotacional. Autor de numerosos libros, destacando: “Nuevo paradigma en Física” (editado en inglés y español, en dos tomos), y ha publicado más de cien artículos.
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850