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Blog de Tendencias21 sobre cuentos, poemas y otras creaciones
Las coincidencias
La danza de la vida
Sólo somos portavoces
del mismo mensaje
que recibimos o descubrimos
Feliz de una oportunidad así,
un regalo que te viene por sorpresa
Alegría de vivir,
sin gravedad en el rostro
Nombrar el mundo tal como lo ves.
Sonreír porque le has dado un nombre.
Alicia Montesdeoca Rivero
Jueves, 24 de Enero 2019
Comentarios
11.
La satisfacción de los sentidos,
el no sentido de tanta satisfacción.
Puertas que se abren para llegar al interior,
bloqueos que se producen para negar la profundidad
Esfuerzos que persisten ante tanta resistencia,
corazón que se nutre de tanto dolor,
dolor que la rabia pretende resolver,
ira que se convierte en destrucción de todo.
De esta manera persistimos en nuestro sueño,
así lo trascendente no se vislumbra;
todo es dolor, frustración, sueño y muerte.
El ser humano sigue buscando respuestas
a las preguntas mal formuladas
10.
No ser indica ya la suma presencia
la realización del objetivo
la pérdida de individualidad
la comprensión de lo absoluto
el abandono del protagonismo,
para dejar paso a lo que es en sí mismo
Saber estar implica silencio
no interferir el movimiento supremo
facilitar el cumplimiento del objetivo que importa
colaborar con el proceso
asumir plenamente la función de sombra
Saber quién eres lleva a la no-acción
significa presencia permanente
implica posición propia
conduce al punto de encuentro
Allí donde el gran manto de la sabiduría
te acoge y te envuelve
Yo soy aquello que no se ve
expresión del amor que nutre la vida
silbido del viento
reflejo del rayo
frescor del manantial lejano
nada en el todo
Qué tiene a tu alma atenazada,
para que tu juventud se haya esfumado
en una rutina comercial
Para que tus ventanas sean estrechas
Para que tu sonrisa sea sólo una mueca,
aunque de tu garganta surjan sonidos de agua cantarina
Qué impidió que crecieras
en todas las direcciones que tu naturaleza prometía
Dónde se perdió esa energía
para saltar, volar, cantar, reír a carcajadas,
que nos prometía tu sola presencia
Deshace niña ese nudo
Prepara una ligera maleta y ponte presta para el viaje
Con cada amanecer surge una nueva oportunidad de vivir
Y... a ti te está esperando
A Laura
( Madrid, 2002)
Era verano y Jorge jugaba en una playa, a orillas del mar Atlántico, haciendo formas y castillos con la arena mojada.
Inclinado sobre la superficie arenosa, contemplaba las figuras que modelaban sus manos. Tan abstraído estaba que no vio acercarse a un enorme cangrejo, el cual, parándose ante él, miraba sorprendido a aquel ser tan extraño de forma, pues sabrán que era la primera vez que aquel cangrejo veía a un niño.
De pronto, el pensamiento que tenía tan entretenida su cabeza de pelo rubio se interrumpió y dentro de ella Jorge oyó una voz que decía ¿qué cosa eres? ¿Yo?, respondió el niño, también desde el pensamiento, sí, tú el que me responde, volvió a sentir que le decían.
Soy un niño, dijo Jorge, sin darse cuenta que respondía, ni saber desde dónde llegaba la pregunta.
¿Un niño? Volvió a sentir que le decían ¿Qué es un niño?
Jorge calló un momento, reflexionando sobre la respuesta que iba a dar. Un niño, dijo al fin, es el hijo de una mamá y un papá humanos
¿Mamá y papá humanos? ¿Qué es un humano? Siguió preguntando aquella voz
Sí, tengo una mamá y un papá. Ellos son como yo pero más grandes
Inclinado sobre la superficie arenosa, contemplaba las figuras que modelaban sus manos. Tan abstraído estaba que no vio acercarse a un enorme cangrejo, el cual, parándose ante él, miraba sorprendido a aquel ser tan extraño de forma, pues sabrán que era la primera vez que aquel cangrejo veía a un niño.
De pronto, el pensamiento que tenía tan entretenida su cabeza de pelo rubio se interrumpió y dentro de ella Jorge oyó una voz que decía ¿qué cosa eres? ¿Yo?, respondió el niño, también desde el pensamiento, sí, tú el que me responde, volvió a sentir que le decían.
Soy un niño, dijo Jorge, sin darse cuenta que respondía, ni saber desde dónde llegaba la pregunta.
¿Un niño? Volvió a sentir que le decían ¿Qué es un niño?
Jorge calló un momento, reflexionando sobre la respuesta que iba a dar. Un niño, dijo al fin, es el hijo de una mamá y un papá humanos
¿Mamá y papá humanos? ¿Qué es un humano? Siguió preguntando aquella voz
Sí, tengo una mamá y un papá. Ellos son como yo pero más grandes
Pero ¿Tú quién eres? Ahora el que preguntaba era Jorge. ¿Dónde estás?
Yo soy yo, le respondió la voz, y estoy aquí a tu lado.
Jorge miró en todas las direcciones, buscando a otra persona. Pero no había nadie, ni niño ni adulto que estuvieran lo suficientemente cerca para hablar con él.
No te veo, le dijo a la voz ¿Dónde estás?
Y la voz le volvió a decir: aquí a tu lado
De pronto Jorge descubrió un hermoso cangrejo que movía sus pinzas como haciéndole señas para que lo descubriese. ¡Ah! Exclamó Jorge, eres un cangrejo
¿Cómo que un cangrejo? Dijo el pequeño ser, a mí no me llames eso. Yo soy yo y vengo de aquel lugar en donde vivo, señalando, a la vez que hablaba, unas rocas llenas de pequeños orificios, que estaban siendo cubiertos por el mar cada vez que las olas se acercaban a la orilla.
¿En aquellas rocas? Le preguntó el niño
El cangrejo volvió a extrañarse ¿rocas? Por qué le llamas así al lugar de dónde vengo
En ese momento Jorge comprendió lo que pasaba. El cangrejo desconocía que todo tiene un nombre para ser llamado. Al darse cuenta de esto, decidió contarle a su nuevo amigo cómo los humanos denominaban cada una de las cosas que les rodeaban a los dos en aquel momento. Así que le habló del mar, las gaviotas, la arena, el cielo azul, las nubes, la brisa, el sol, la luna...
Al cangrejo le divertía mucho el juego que se habían inventado los humanos para nombrar todo lo que existía a su alrededor. También le sorprendía el sonido diferente que emitía Jorge cada vez que indicaba un nombre distinto para denominar una nueva cosa.
Toda la tarde estuvieron los nuevos amigos compartiendo sus conocimientos. Al final, cuando al niño le llamaron para la cena, prometieron verse de nuevo al día siguiente y seguir profundizando sobre las distintas maneras de conocer el mismo mundo que compartían.
Yo soy yo, le respondió la voz, y estoy aquí a tu lado.
Jorge miró en todas las direcciones, buscando a otra persona. Pero no había nadie, ni niño ni adulto que estuvieran lo suficientemente cerca para hablar con él.
No te veo, le dijo a la voz ¿Dónde estás?
Y la voz le volvió a decir: aquí a tu lado
De pronto Jorge descubrió un hermoso cangrejo que movía sus pinzas como haciéndole señas para que lo descubriese. ¡Ah! Exclamó Jorge, eres un cangrejo
¿Cómo que un cangrejo? Dijo el pequeño ser, a mí no me llames eso. Yo soy yo y vengo de aquel lugar en donde vivo, señalando, a la vez que hablaba, unas rocas llenas de pequeños orificios, que estaban siendo cubiertos por el mar cada vez que las olas se acercaban a la orilla.
¿En aquellas rocas? Le preguntó el niño
El cangrejo volvió a extrañarse ¿rocas? Por qué le llamas así al lugar de dónde vengo
En ese momento Jorge comprendió lo que pasaba. El cangrejo desconocía que todo tiene un nombre para ser llamado. Al darse cuenta de esto, decidió contarle a su nuevo amigo cómo los humanos denominaban cada una de las cosas que les rodeaban a los dos en aquel momento. Así que le habló del mar, las gaviotas, la arena, el cielo azul, las nubes, la brisa, el sol, la luna...
Al cangrejo le divertía mucho el juego que se habían inventado los humanos para nombrar todo lo que existía a su alrededor. También le sorprendía el sonido diferente que emitía Jorge cada vez que indicaba un nombre distinto para denominar una nueva cosa.
Toda la tarde estuvieron los nuevos amigos compartiendo sus conocimientos. Al final, cuando al niño le llamaron para la cena, prometieron verse de nuevo al día siguiente y seguir profundizando sobre las distintas maneras de conocer el mismo mundo que compartían.
Jorge, impresionado por su hallazgo, se alejó pensando cómo contar su extraña experiencia a sus amigos para que lo creyeran. El cangrejo, por su parte, decidió ponerle un nombre a los seres humanos. Pensó que el que mejor les iba era el de seres que tienen palabras, de esta manera él también comenzó a nombrar.
Editado por
Alicia Montesdeoca Rivero
Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia Montesdeoca Rivero es consultora e investigadora, así como periodista científico. Coeditora de Tendencias21, es responsable asimismo de la sección "La Razón Sensible" de Tendencias21. Este blog está dedicado a sus creaciones literarias.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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