Artículos y comunicaciones
Sábado, 27 de Diciembre 2008 - 08:31
El estudio de las claves religiosas del Templo de Debod, a la vista de su epigrafía jeroglífica, ofrece muy interesantes resultados. Sin embargo, su completa comprensión como instrumento ritual de los cultos religiosos que allí se practicaron, implicaría un detallado estudio arquitectónico que excede de la finalidad de este artículo, cuyo objeto es únicamente el estudio de las inscripciones jeroglíficas del monumento. Veamos, no obstante, algunos de los datos que ofrece el conjunto del edificio religioso.
La capilla de Adijalamani
La reivindicación de la tutela de Amón como divinidad protectora de los soberanos nubios reprodujo una ideología religiosa muy semejante a la que se había desarrollado en Egipto durante el Imperio Nuevo. Probablemente, el origen de este planteamiento teocrático estuvo en la maduración de un proceso de aculturación experimentado por los nubios de Kush durante siglos que se manifestó explícitamente cuando llegó el momento político oportuno.
Cuando el rey Pi(anj)y (747-716 a. C.), el primero de la dinastía XXV, subió al trono de Kush, y fue coronado en el templo de Amón en el Dyebel Barkal como el Horus ‘Toro poderoso que aparece radiante en Napata’, el de las Dos Señoras ‘Duradero de realeza como Ra en el cielo’ y el de Horus de Oro ‘(el de) Sagrada aparición radiante, poderoso de fuerza’, estaba asumiendo todos estos nombres a partir de los usados anteriormente por el célebre rey guerrero Thutmosis III.
Efectivamente, sabemos que, en el templo de Amón, en el Dyebel Barkal hubo depositada una estela con los nombres de este rey de la dinastía XVIII. Este dato podría servirnos de indicio para confirmar cual fuese la idea de los reyes nubios respecto a sus expectativas de dominio sobre ‘las tierras del Norte’, es decir, Egipto.
A ello ha de añadirse que, en tiempo de los reyes meroítas, la utilización de esta idea de la hegemonía tutelar del dios Amón sobre la realeza era una efectiva herramienta religiosa para ser opuesta frente a otra semejante, esgrimida por los monarcas alejandrinos, haciendo en este caso del dios Ptah de Menfis su divinidad protectora.
Es muy posible que Adijalamani eligiera a Debod, lugar muy cercano a Filé, situado en la frontera meridional de Egipto, para erigir su capilla por dos razones de índole religiosa.
La primera de ellas, habría sido la existencia anterior, quizás desde el Imperio Medio, de un Amón local que a partir del Imperio Nuevo se convirtió en un trasunto del Amón del Dyebel Barkal. La segunda, la proximidad del enclave sagrado de la divinidad más influyente de la Baja Nubia. Se trata de la diosa Isis del Abatón, muy identificada en esta zona con 'la diosa lejana', entidad leonina vinculada al ciclo solar, que está absolutamente presente a través de diferentes divinidades femeninas en muchos templos del Sur de Egipto pertenecientes a este periodo.
Con la adscripción devocional de la capilla al dios Amón se dejaba de manifiesto el programa religioso en el que se apoyaba la reivindicación de la realeza meroítica sobre Egipto. De otra parte, con la trascendente presencia en el monumento, de la diosa Isis, el rey se sometía y se ponía bajo la protección de la divinidad más importante e influyente de la frontera nubia. Además, ello consagraba las excelentes relaciones que con toda seguridad existieron entre el clero de la isla de Filé y los reyes meroíticos.
En este punto es interesante comentar el contenido del único documento conocido de Adijalamani, junto con su capilla en Debod. Se trata del fragmento de la estela hallada en Filé.
Los relieves y los textos que en ella se recogen nos muestran otras devociones del rey meroítico, manifestadas específicamente en el área religiosa neurálgica de la primera catarata.
En el cintro, debajo del disco alado, del que descienden dos úreos, tocados con la corona del Alto Egipto, está representado el rey haciendo ofrendas a diferentes divinidades. A la derecha, Adijalamani ofrece incienso y una libación a los dioses Osiris, Isis, y a una divinidad con cabeza de halcón, llamada Pa-enty-en-Pa-iu-Uab (El-que-está-en-el-Abatón). En la izquierda el rey ofrece dos jarras de vino al dios Jenum-Ra, a la diosa Hat-Hor y a Pa-enty-en-Pa-iu-Uab, esta vez representado con cabeza de carnero.
Frente a la divinidad con cabeza de halcón se lee: ‘El que está en el Abatón, el dios noble, el que preside Dyu-Ka oculto de nombre en el lugar del silencio.’
Por su parte, frente a la divinidad con cabeza de carnero se lee: ‘El que está en el Abatón, el dios noble, el que preside la sagrada sede, grande de prestigio, amado de Maat.’
Por la naturaleza de las representaciones, los epítetos utilizados y las circunstancias del hallazgo, es fácil comprender que, de algún modo es posible que se haya querido reproducir en esta estela el misterio de Debod, en virtud del cual, Adijalamani se proclama hijo de Osiris e Isis, y también hijo de Amón. Las dos divinidades momiformes son ‘antonomasias’, respectivamente, del dios Sokar-(Osiris), (‘El que está en el Abatón’), y del dios Amón, quien en la capilla de Debod también es llamado: ‘El toro rojo de la (gran) sede, en el Abatón’.
Los datos reflejados en este monumento, siquiera parciales, complementan nuestro conocimiento sobre las ideas religiosas de Adijalamani en relación con el área de la Baja Nubia, ayudando a entender aún mejor los ofrecidos por los relieves e inscripciones de la capilla del rey en el Templo de Debod.
Así pues, podríamos afirmar que la capilla de Adijalamani en Debod recoge en sus muros la expresión de un proyecto teológico que ampara otro, de naturaleza política.
Los motivos por los cuales el rey meroítico Adijalamani decidió su construcción en el lugar de Debod, parecen claros en su planteamiento general. Adijalamani, lejano sucesor de los reyes nubios que, antaño, habían gobernado Tebas y, en algún momento, todo Egipto, se encontraba legitimado para tratar de cumplir el designio divino del dios Amón del Dyebel Barkal de reinstaurar su realeza sobre las Dos Tierras.
Como es sabido, el dios Amón de 'La Montaña Pura' era considerado como 'el doble o ka' del dios Amón de Tebas. Los reyes de Napata y de Meroe estuvieron bajo su protección y consideraron que era esta divinidad la que les entregaba la legitimidad para ocupar el trono de Egipto.
De este modo, cuando los soberanos meroíticos avanzaron hacia el norte desde su capital, aprovechando el vacío de poder que se produjo durante los reinados de los reyes Ptolomeo IV y V, comenzaron a construir diversos monumentos en la frontera sur de Egipto, tales como la capilla dedicada al dios Thot de Pnubs, en Dakka, el templo de Arensnufis en Filé, o la propia capilla de Amón de Debod e Isis, además de diversas aportaciones en otros santuarios, como en el templo de la diosa Isis.
Con estos trabajos constructivos se quería dejar constancia del programa ideológico que amparaba las apetencias de conquista sobre Egipto de los reyes meroítas.
Las advocaciones de la capilla de Adijalamani en Debod
La reivindicación de la tutela de Amón como divinidad protectora de los soberanos nubios reproducía la misma ideología religiosa de los reyes del Imperio Nuevo y servía para oponerse a análoga idea esgrimida por los monarcas alejandrinos, en este caso haciendo del dios Ptah de Menfis, su divinidad tutelar.
Es muy probable que Adijalamani eligiera a Debod para erigir su capilla por dos razones de índole religiosa. La primera, la existencia anterior, quizás desde el Imperio Medio, de un Amón local que a partir del Imperio Nuevo se convirtió en un trasunto del Amón del Dyebel Barkal. La segunda, su proximidad respecto del enclave sagrado de la divinidad más influyente de la Baja Nubia.
Se trata de la diosa Isis, muy identificada en esta zona con 'la diosa lejana', ente divino leonino vinculado al ciclo solar, que estaba absolutamente presente en muchos templos del sur de Egipto, pertenecientes a este periodo, a través de diferentes divinidades femeninas.
Con la adscripción devocional de la capilla al dios Amón se dejaba de manifiesto el programa religioso en el que se apoyaba la reivindicación de la realeza meroítica sobre Egipto. De otra parte, dedicando el monumento también a la diosa Isis, el rey se sometía y se ponía bajo la protección de la divinidad más importante de la frontera nubia como consecuencia de las excelentes relaciones que debieron existir entre el clero de la isla de File y los reyes meroíticos.
En Debod, Adijalamani insiste en proclamarse hijo de Isis y de Amón.
Estando en Filé, no obstante, también proclama como su padre a Osiris, en su mentalidad asimilado al dios Apedemak, el dios leonino nubio. Al contemplar este conjunto de divinidades de las que Adijalamani parece que ha querido rodearse, se ve claramente el interés religioso del rey meroíta tal como queda plasmado en el área religiosa Filé/Debod.
De otra parte, se ha constatado, a la vista de los epítetos utilizados por las distintas divinidades en las inscripciones de los templos que, cuando llevan la preposición m, significa que el dios está en el templo, es, así pues, la divinidad local. Cuando lleva la preposición Hery-ib, indica una residencia temporal, la condición de ‘huésped’ de los dioses que lo llevan en la localidad o capilla nombrada. La preposición Jenty, finalmente, la más complicada, insiste sobre la importancia de la residencia del dios.
En consonancia con esta idea, en el templo-capilla de Debod se puede comprobar la presencia de otras diecisiete divinidades diferentes del Amón de Debod o de la Isis del Abatón, que son residentes o invitados, según sus epítetos, a saber:
• Shu-Arensnufis y Sejmet-Tefnut
• Min y Neftis
• El faraón de Biga (Petensenis) y Anukis
• Ra Hor-Ajty y Upset
• Harpócrates, Uadyet y Nejbet
• Jenum-Ra y Satis
• Harendotes y Hat-Hor
• Apedemak
• Im-Hotep divinizado
La disposición de los relieves de la capilla de Adijalamani en Debod.
En la jamba exterior sur de la puerta se recogía la inscripción dedicatoria de la capilla a la diosa Isis , en tanto que la jamba exterior norte debió albergar probablemente similar dedicatoria a favor del dios Amón.
Consecuentemente, el muro interior sur, lo que equivale a la mitad sur de la capilla, habría estado, dedicado a la diosa Isis, en tanto que el muro interior norte, lo sería al dios Amón.
De este modo, un eje imaginario la dividía longitudinalmente. Amón, una divinidad norteña para los nubios, cuyo ka o doble residía en la montaña sagrada del Dyebel Barkal , regía su mitad norte; Isis de File, una diosa del sur para los egipcios, gobernaba la mitad sur.
Finalmente, se debe citar la presencia en la capilla de Adijalamani de otra divinidad típicamente meroíta. Se trata del dios leonino Apedemak. Se halla mencionado formando parte de la titulatura del rey y, probablemente, está representado también en uno de los laterales de la estela que hoy se exhibe en el Museo instalado en la terraza del templo .
En cualquier caso, estamos en presencia de uno de los más interesantes y peculiares datos documentales ofrecidos por el santuario. Parece frecuente la mención del dios Apedemak en otros templos de la Baja Nubia, casi siempre como expresión religiosa sincrética que, tanto hace referencia a una divinidad guerrera, como se vincula con la figura del dios Osiris.
Por tanto, queda presente la inconfundible marca de los soberanos meroítas en este recinto sagrado, plagado de divinidades típicamente egipcias. Todo ello permite contemplar al visitante, siquiera sea de soslayo, la visión que, del país de Egipto se tenía desde las regiones nubios en el curso sur del río Nilo.
Las funciones de Mammisi de la capilla
En los dos muros de la capilla se puede observar cómo las divinidades titulares y sus asociados (Osiris para Isis y Mut para Amón) se sitúan al principio y al final de los cuadros de representación religiosa que muestran a otros dioses, (cuatro paneles, dos en el registro superior y dos en el inferior), como acogiendo en su interior el principal misterio que allí se recoge.
En la capilla de Adijalamani en Debod también está presente el llamado fenómeno de la 'diastasis', o 'separación de los Harpócrates', conocida en algún otro templo del Alto Egipto.
El muro norte y el muro sur evocan en este lugar especiales funciones en relación con el rito 'mammisiaco', en tanto que representan al Horus-niño, expresión de la realeza divina, protegido por diversas divinidades.
El muro norte revela un Harpócrates (identificado simbólicamente con el rey) que reivindica la paternidad del dios Amón y está protegido por la diosa Uadyet (Patrona del Bajo Egipto), por los dioses de la catarata (el Faraón de Biga y su nodriza, Anukis, Jenum y Satis), y por 'la diosa lejana' Tefnut, y su pareja nubia, Shu-Arensnufis.
El muro sur, en un evidente paralelismo, expresión de la típica dualidad egipcia, muestra a Harpócrates, como hijo de Isis y de Osiris , protegido por la diosa Nejbet (patrona del Alto Egipto), por el Horus vengador de su padre, Harendotes, por la diosa Hat-Hor, por Min y por Neftis (la hermana de Isis y, con ella, protectora del Horus niño).
Como representante de 'la diosa lejana' se encuentra aquí a la diosa Upset, en compañía del propio dios sol, Ra Hor-Ajty.
Es decir, que en ambos muros se observa la existencia del Horus niño (el mismo faraón por definición), protegido por cada una de las diosas tutelares correspondientes al Alto y al Bajo Egipto, reivindicando, respectivamente, la paternidad y la maternidad de Amón (y de Mut, y la de Osiris ¿?) e Isis; y, todo ello, se desarrolla ante divinidades que estaban estrechamente vinculadas con el mito de 'la diosa lejana', muy presente en Nubia.
Desde este punto de vista, la contemplación de las decoraciones parietales descritas permite comprender lo que, parece, hubiera sido la idea fundamental de la capilla. Las dos escenas litúrgicas referidas al dios Horus niño, Harpócrates, situadas en el tercer registro inferior de cada uno de los muros de la capilla, están consideradas como si se tratara del principal motivo del monumento.
En ellas, el rey da culto al ‘niño real’, protegido por las diosas tutelares del sur y del norte, figurando en cada uno de los muros como hijo de Amón o de Osiris, respectivamente. En suma, se trata de la exaltación del niño-rey con legitimidad para gobernar, recibida a través del dios Amón (posiblemente del Dyebel Barkal) y del dios Osiris, (en tal caso, como divino heredero de su padre).
Al considerar estas reflexiones es inevitable pensar que la capilla debió tener un profundo significado vinculado con las ceremonias de la regeneración real de Adijalamani como faraón y, que, en cierto modo, pudo haber estado concebida para cumplir funciones rituales como ‘casa de nacimiento’ del infante divino, asimilado aquí al propio rey Adijalamani.
Los actos litúrgicos del culto divino diario en la capilla de Adijalamani
Los relieves de Debod reflejan también, a través de las imágenes de las distintas divinidades que constituyen los protagonistas del programa teológico diseñado por los constructores, la realización particularizada de ciertos actos puntuales del rito del culto divino diario, por medio de algunos de los principales pasos prescritos a tal fin.
Allí se pueden contemplar la purificación del rey como oficiante, el despertar del dios, la revelación del rostro divino, la realización de ofrendas alimentarias líquidas y sólidas, la de perfumes y ungüentos, vestidos y joyas, las incensaciones y la ofrenda musical; en suma, todo lo preciso para garantizar la presencia de la divinidad en Debod.
Más concretamente, el ritmo de las representaciones rituales, conforme al desarrollo del misterio de la ‘ascensión del rey-oficiante hacia el interior del templo’ es el siguiente:
1) La purificación del Oficiante por Thot, (registro inferior del muro este, mitad norte).
2) La purificación del Oficiante por Horus, (registro inferior del muro este, mitad sur).
3) El despertar del dios, (registro superior del muro este, mitad norte).
4) La contemplación del rostro divino, (registro superior del muro este, mitad sur).
5) La dedicación de la capilla al dios Amón, (primer registro inferior del muro norte).
6) La ofrenda del collar Usej a la diosa Isis, (primer registro inferior del muro sur).
7) La ofrenda de panes a Amón, (primer registro superior del muro norte).
8) La ofrenda de pan a Isis, ( primer registro superior del muro sur).
9) La adoración a Shu-Arensnufis y Sejmet-Tefnut, (segundo registro inferior del muro norte).
10) La ofrenda del Gran Ojo Udyat a los dioses Min y Neftis, (segundo registro inferior del muro sur).
11) La ofrenda de agua al Faraón de Biga y a Anukis, (segundo registro superior del muro norte).
12) La ofrenda de Maat a los dioses Ra Hor-Ajty y Upset, (segundo registro superior del muro sur).
13) La ofrenda de alimentos a los dioses Harpócrates y Uadyet, (tercer registro inferior del muro norte).
14) La ofrenda de alimentos a los dioses Harpócrates y Nejbet (tercer registro inferior del muro sur).
15) La ofrenda de libación de agua a los dioses Jenum y Satis, (tercer registro superior del muro norte).
16) La ofrenda del Gran Ojo Udyat a los dioses Harendotes y Hat-Hor (tercer registro superior del muro sur).
17) La ofrenda de leche a los dioses Amón y Mut, (cuarto registro inferior del muro norte).
18) La ofrenda de incienso a los dioses Osiris e Isis, (cuarto registro inferior del muro sur).
19) La ofrenda vino a los dioses Amón y Mut, (cuarto registro superior del muro norte).
20) La ofrenda del collar Bebe a los dioses Osiris e Isis, (cuarto registro superior del muro sur).
21) La ofrenda (?) al dios Jenum-Ra, (registro inferior del muro oeste, mitad norte).
22) La ofrenda de aceite a la diosa Isis, (registro inferior del muro oeste, mitad sur).
23) La ofrenda de Maat a los dioses Amón y Mut (¿), (registro superior del muro oeste, mitad norte).
24) La ofrenda musical con los sistros a la diosa Isis, (registro superior del muro oeste, mitad sur).
Se puede hablar, así pues, de un ritual de Debod.
Sabemos que los especialistas no se han puesto de acuerdo para establecer un orden regular e idéntico para todos los santuarios egipcios en cuanto al desarrollo del culto divino diario se refiere.
Sin embargo, a pesar de la, necesariamente limitada, representación de cuadros rituales en la capilla de Adijalamani en Debod, se advierte que allí están recogidos todos los pasos esenciales para garantizar la efectividad del culto divino diario.
Además, existe un armónico y equilibrado paralelismo en el juego de las escenas mostradas, dirigidas por medio de los epígrafes que las subrayan para dar pie al sacerdote de servicio, a fin de completar el rito por el medio más seguro, con la lectura de los textos sagrados, probablemente recogidos de modo completo en soportes más manejables, como los rollos de papiro o cuero.
Si comparamos, por ejemplo, los cuadros existentes en nuestra capilla con el conjunto litúrgico representado en los muros del templo de Sethy I en Abidos, a título de modelo más completo, comprobaremos que el caso de Debod no es inferior en modo alguno a aquél.
Todo lo necesario, desde un punto de vista ritual, está allí.
La presencia de Im-Hotep en la capilla de Adijalamani
El programa de decoración religiosa de la capilla de Debod se completa con la doble imagen, ubicada en los registros inferiores norte y sur de su muro este, del personaje divinizado Im-Hotep.
Se trata de una curiosa advocación que tiene su paralelo más cercano en la capilla de Arkamani en el templo de Thot de Pnubs, en Dakka. La existencia de estas representaciones en Debod parece obedecer a ideas muy concretas que ponen de manifiesto la preeminencia y alta consideración de las que Im-Hotep gozaba en la zona de la Baja Nubia.
La presencia de Im-Hotep divinizado es otra de las especiales características de la capilla-templo de Debod.
El culto a este ser de naturaleza semi-divina, patrón de los escribas y de la medicina, con especial carácter protector de la realeza y sanador de todas las enfermedades y dolencias, tanto espirituales como físicas, se constata durante el periodo ptolemaico en numerosos templos de Egipto , aunque no es menos cierto que Im-Hotep también recibió culto en Meroe , y que sus representaciones están acreditadas en la obra que dejó realizada Arkamani (Ergamenes II) en el templo de Kalabsha y en la capilla del templo de Dakka.
Las imágenes de Im-Hotep en la capilla de Debod deben ser relacionadas con la protección ejercida por él sobre el rey. Así lo indican los textos de la capilla de Arkamani en Dakka y lo sugieren las inscripciones insertas en el templo de esta divinidad, en la isla de Filé. Ptolomeo V también se colocó bajo la protección de Im-Hotep en el pequeño templo dedicado él en la isla de Filé.
Parece, pues, claro que fueron los reyes meroítas quienes trajeron a Debod desde su capital en Kush la advocación a este santo personaje, cuyo culto probablemente tuvo su origen en el Bajo Egipto, y su principal centro religioso en la ciudad de Menfis.
Además, estos relieves y sus correspondientes inscripciones parecen implicar que en Debod se daba culto a este ser divinizado al que se atribuían facultades curativas. He aquí el indicio que ha permitido considerar que Debod pudiera haber sido un ‘sanatorium’.
El proyecto ptolemaico de la ampliación arquitectónica religiosa de Debod
Finalizada la presencia meroíta en la frontera de Egipto con la Baja Nubia, tras la derrota de los insurgentes tebanos, los ptolomeos tomaron posesión, al menos nominalmente, del Dodecasqueno.
Durante el reinado de Ptolomeo V no se llevaron a cabo obras en la zona, pero su sucesor, Ptolomeo VI, continuó desarrollando los proyectos constructivos iniciados por Arkamani y Adijalamani. Si bien da la impresión que en los templos de la isla de Filé se llevaron a cabo algunos actos de damnatio memoriae contra los soberanos meroítas, este no fue el caso en los templos de Dakka y de Debod, donde los nombres y relieves de estos reyes fueron respetados.
En Debod, la capilla dedicada a los dioses Isis y Amón por Adijalamani fue rodeada y cubierta con una sensible ampliación del templo según los principios arquitectónicos ptolemaicos. Iniciadas las obras por orden de Ptolomeo VI Filometor (180-145 a. C.), el templo también recibió aportaciones de Ptolomeo VIII Evergetes II (145-116 a. C.), entre las cuales un naos de granito rosa dedicado a la diosa Isis. También se añadieron tres pilonos con su vía procesional, y un nuevo embarcadero.
El último rey ptolemaico que dejó testimonio suyo en Debod fue Ptolomeo XII, Filopator, Filadelfos, Neos Dionysos, Auletes (80-51 a. de C.).
Se trataba de un naos dedicado, esta vez, al dios Amón; este monumento constituye la evidencia ptolemaica más tardía conocida, al sur de Filé.
En todo caso, el desarrollo de la reforma y ampliación del templo durante esta época obedeció a etapas no lo suficientemente claras como para ser concretamente atribuidas con seguridad a cada uno de estos soberanos.
Baste con admitir que el programa constructivo se llevó a cabo más allá de sus turbulentos reinados, quizá por decisión y designio del propio clero de Debod, con independencia de quien ocupara el trono en la lejana Alejandría en cada momento concreto.
No deja de ser curioso que, salvo las inscripciones jeroglíficas conservadas en la gola del portal del segundo pilono, y en los dos naos que existieron en el santuario central, en Debod no se insertó texto alguno por orden de los reyes alejandrinos. Quizás el turbulento ambiente político de la época no permitió el cumplimiento y desarrollo completo del programa de decoración religiosa de las nuevas estancias de Debod.
La ampliación del conjunto implicó añadir dos salas a cada uno de los lados de la capilla construida por orden de Adijalamani, quizás dedicadas, la norte, a ser utilizada como Uabet, y la sur, como biblioteca del templo; también se añadió un vestíbulo que daba distribución arquitectónica y ritual a tres nuevos santuarios, dotados con pequeñas cámaras auxiliares.
Para poder acceder a la terraza del templo se construyó una escalera y, a su término, una capilla lateral, probablemente destinada a desarrollar en su interior las prácticas rituales propias de una capilla osiriana.
Un pronaos con intercolumnios, y dos pilonos y su vía procesional, a los que se añadiría un tercero, en época no determinada, completarían las reformas de naturaleza ritual del templo. Parece lógico pensar que el añadido del pronaos con los intercolumnios habría podido ser concebido dentro del proyecto ptolemaico de ampliación, aunque no tenemos certidumbre respecto de la época exacta de su ejecución material.
La Decoración del Pronaos
El programa decorativo religioso de época romana en Debod obedece a análogos criterios y fines a los empleados por orden de Adijalamani en su capilla.
Las escenas conservadas muestran al emperador haciendo ofrendas rituales a las principales divinidades veneradas en Debod. Sin embargo, en este caso, no se advierten ritmos y significados como los existentes en la capilla de Adijalamani. Más bien se hace alarde por el soberano extranjero, a quién la expresión religiosa egipcia no importaba nada en sí misma, de un puro acto de propaganda política y formal integración con los cultos de la zona.
Como en los otros templos de la misma época, el ‘Kaisaros Autokrator’ asume el aspecto de faraón dando culto a los dioses. Dado que solo se han conservado parte de los relieves, resulta arriesgado proponer una interpretación del programa teológico previsto en su momento (si es que realmente lo hubo), al igual que se ha hecho con la decoración de la capilla de Adijalamani.
Originalmente, en los intercolumnios exteriores se veía representado a Augusto adorando a Amón, ofreciendo Maat a Osiris y haciendo ofrendas líquidas a Isis y a Ma-Hesa.
En la mitad norte de los intercolumnios interiores se mostraba al emperador Augusto saliendo del palacio real seguido de estandartes y del sacerdote Iun-Mutef y al emperador Tiberio siendo purificado delante del dios Amón por los dioses Thot y Horus.
El muro interior norte del pronaos recogía la representación de dos de las horas de la noche con los dioses que las regían. Después, Augusto ofreciendo una imagen de la diosa Maat a Amón-Ra y a Ma-Hesa, e incensando y haciendo una libación a Osiris, Isis y Horus. En el muro interior sur del pronaos mostraba a un emperador no determinado delante de Osiris y de Isis y, de nuevo, ante Osiris, Isis, Shepses-Nofret, Harpócrates e Im-Hotep divinizado.
Lo que sí parece que queda de manifiesto es la representación de los principales dioses de Debod en época romana, Amón, Osiris, Isis y Ma-Hesa . La presencia del dios Thot de Pnubs , muestra también el formal respeto romano a la tradición nubia en relación con el mito de 'la diosa lejana'.
Las cuatro escenas conservadas exhiben el desarrollo de otros tantos actos rituales diferentes que quieren ser un resumen de diferentes momentos del culto divino diario y de celebraciones vinculadas con el final y el comienzo del año egipcio, aunque cada una de ellas se desarrolla delante de divinidades diferentes.
En primer lugar, se representa la escena de la hecatombe de toros y gacelas que es una ceremonia de control de las fuerzas del mal, figuradas en los animales salvajes o procedentes del desierto.
No se trata, por tanto, de ofrendas alimentarias; por el contrario, se está eliminando o controlando ante la diosa Isis a las fuerzas sethianas simbolizadas en los animales del desierto que han sido decapitados, no descuartizados, como sucede en los sacrificios de los bóvidos que conocemos por otras representaciones.
Se muestra también la escena de 'La Ofrenda de los Campos a Isis y Osiris'. Como es sabido, ésta es una imagen habitual que reproduce el acto de entregar los campos a su padre y a su madre, asumiendo el rey con tal gesto, el papel de Horus como heredero de la tierra y garante del orden en la misma. Las ofrendas sólidas y líquidas muestran dos de las más importantes y representativas ceremonias rituales propias del culto divino diario en los templos.
En suma, el programa decorativo romano exhibe al rey en una actitud resumida como garante del culto diario en el templo y conjurador del caos o desorden, a la vez que custodio de la tierra, herencia recibida de Osiris.
Pero, realmente, la parte 'política' del programa decorativo romano tiene más que ver con la determinación de la frontera sur de Egipto, al borde de la primera catarata, y el deseo de Augusto y, por ende de Roma, de establecer relaciones pacíficas con las tribus nubias , que con puras manifestaciones de corte ritual o teológico.
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Ver en este mismo blog el artículo LA CAPILLA DE ADIJALAMANI : UN EJEMPLO DE ARQUITECTURA MEROÍTICA EN EL TEMPLO DE DEBOD
Francisco J. Martín Valentín
Egiptólogo
Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman
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Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman
Francisco J. Martín Valentín es egiptólogo. Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. Director de la Misión Arqueológica Española en Asasif, (Luxor Occidental Egipto), desarrollando actualmente el “Proyecto Visir Amen-Hotep. TA 28". Director de la Cátedra de Egiptología ‘José Ramón Mélida’. Teresa Bedman es egiptóloga. Gerente del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto. Co-directora de la Misión Arqueológica Española en Asasif, (Luxor Occidental Egipto), desarrollando actualmente el “Proyecto Visir Amen-Hotep. TA 28”. Secretaria de la Cátedra de Egiptología ‘José Ramón Mélida’.
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