Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Hechos del Santo Apóstol y digno de alabanza, Felipe Introducción Los Hechos Apócrifos de Andrés, Juan, Pedro, Pablo y Tomás, etiquetados por Rémi Gounelle como composiciones de la “primera generación”, fueron seguidos de otros dedicados a la ampliación de los antiguos o a la presentación de apóstoles, desconocidos prácticamente en los escritos canónicos. A partir del siglo IV ven la luz nuevos Hechos, variados en su forma y extensión. Pero de todos podemos afirmar con R. Gounelle que toman abundante material de los libros canónicos. Puede verse R. Gounelle, “Actes apocryphes des Apôtres et Actes des Apôtres canoniques”, Revue d’Histoire et de Philosophie religieuse, 84 (2004) 3-30, esp. pág. 6. Entre estos Hechos Apócrifos de los Apóstoles, llamados también “menores”, brilla con luz propia el relato de los Hechos de Felipe (HchFlp). Ya hemos dicho que la categoría o denominación de “menores” nada tiene que ver ni con su tamaño ni con su calidad estético-literaria, sino con la realidad de su dependencia de los cinco grandes Hechos Apócrifos primitivos. La calidad literaria de los HchFlp ofrece páginas literarias de reconocido mérito, intencionadamente buscado por el autor. Son fragmentos retóricos en los que las tendencias de moda de la época dejan una impronta que sorprende por su desenvoltura en la reiteración del uso de sus preferencias literarias. Un aspecto fácilmente perceptible es que estos Hechos de Felipe tienen un carácter más retórico que doctrinal. La tradición cristiana prestó a Felipe una atención fácilmente comprobable. El resultado fue un conjunto de relatos en los que convergen versiones variadas, unidas en torno al protagonista, un personaje único, desdoblado posiblemente por Lucas. Cf. F. Amsler, Actes de l’Apôtre Philippe, Brepols, 1996, 17. Los HchFlp de que disponemos en la actualidad están compuestos de quince Hechos, seguidos por el Martirio. Tres momentos de la tradición sobre este Apóstol marcaron el recuerdo de tres autores, cuyos trabajos han conseguido que podamos disponer de la práctica totalidad de los HchFlp tanto en su contenido como en su estructura: 1) C. Tischendorf editó el Hecho II en 1850 sirviéndose del manuscrito griego 881 de París. Del mismo ms. publicó el fragmento final desde el Hecho XV hasta el Martirio. - 2) M. Bonnet publicó los HchFlp en la edición de sus Acta Apostolorum Apocrypha en edición con A. Lipsius.- 3) Un tercer hito importante en la transmisión de los HchFlp fue el hallazgo y la publicación del ms. Xenophontos 32 del Monte Athos, designado con la letra A. El hallazgo tuvo lugar en el Monte Atos (Grecia septentrional) y en el año 1974. Sus descubridores fueron François Bovon y Bertrand Bouvier. (Cf. F. Bovon, B. Bouvier, F. Amsler, Acta Philippi, CCSA, Brepols, 1999). El manuscrito A es el testigo más importante y completo de los Hechos de Felipe. Carácter compuesto de los Hechos de Felipe Una lectura cursiva de los HchFlp descubre abundantes divergencias en la obra. El protagonista presenta aspectos cambiantes y hasta contradictorios en su personalidad. El apóstol que aparece con rasgos de ternura y proclive al perdón reacciona en otros contextos de forma violenta y vengativa. El texto, lejos de ser uniforme y coherente, ofrece sorprendentes quiebras que van del estilo al contenido. La diferencia entre las partes narrativas y las dialogadas es demasiado llamativa para que podamos ver en el detalle solamente un cambio de talante o de situación existencial. Todo parece delatar diversidad de criterios, tanto literarios como doctrinales. Esta apreciación es particularmente visible en los dos manuscritos principales que contienen la totalidad de estos Hechos, el ms. A Xenophontos 32 (Athos, del siglo XIV) y el ms. V gr. 824 (Vaticano, del siglo XI). El ms. A es más ampuloso, más exagerado en sus posturas, más “heterodoxo”. El ms. V es más breve, más moderado en sus afirmaciones, omite varias cristofanías. El contraste se percibe mejor si se comparan los dos primeros Hechos. El Hecho I es una especie de libelo encratita en opinión de F. Amsler, mientras que el Hecho II, ausente en el ms. A, es una composición ortodoxa, escrita probablemente como rectificación de un capítulo de los Hechos originales. Algunos manuscritos transmiten únicamente el Hecho II, lo que demuestra que pudo circular como una obra independiente. Lo llamativo es que conservan su numeración sin la menor referencia a un eventual Hecho precedente. Estos detalles avalan la tesis de que el Hecho II tiene una cierta etiqueta de independiente y que no guarda coherencia con el resto de los HchFlp. Es por lo tanto una realidad perceptible el carácter compuesto de estos Hechos, como ya pensaban los especialistas desde R. A. Lipsius y M. Bonnet. No cabe, pues, la hipótesis de pensar en una obra escrita por un solo autor y de forma continuada, fruto de un proyecto uniforme. Las diferencias y los contrastes que hemos mencionado se explican mejor si vemos la obra como un conjunto de textos diferentes, unidos en torno a un mismo protagonista y testigos de diversas tradiciones. Así comprendemos las contradicciones del personaje principal y los vaivenes en la ideología del autor. Estamos de acuerdo con el criterio de F. Amsler cuando habla de cuatro obras específicamente distintas: 1) El Hecho I. 2) El Hecho II. 3) El bloque de los Hechos III-VII. 4) El Hecho VIII y siguientes. Los bloques III-VII y VIII-XV empiezan con una escena del sorteo de los territorios de evangelización, lo que demuestra en el ánimo de su autor la intención de iniciar una obra nueva o, al menos, ciclos nuevos de la narración. Puede verse el artículo de J.-D. Kaestli sobre el tema, donde menciona la opinión de Lipsius, para quien los Hechos Apócrifos debían empezar por alguna clase de reparto de las tierras que justificara la presencia de un apóstol en un territorio concreto: “Les scenes d’attribution des champs de missión et de départ des Apôtres dans les Actes Apocryphes” en F. BOVON y otros Les Actes Apocryphes des Apôtres, Ginebra, 1981, 249-264. Icono de san Felipe. Saludos cordiales y feliz año 2012. Gonzalo del Cerro
Lunes, 2 de Enero 2012
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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