CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Uso de la Biblia en los HchAnd

I. El contenido

48. El procónsul Lesbio se dirige a Andrés rogándole que le ilumine: “enciende sobre mí la luz de la justicia” (HchAnd Mart Prius 4,2).

La idea está implícita en el concepto de que los hijos de la luz son los buenos, mientras que los hijos de las tinieblas son los malos. Pero podemos recordar la recomendación de Jesús en Mt 5, 15: “Luzca vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras”. La conducta de los hijos de la luz brilla y trasciende, de modo que aparece reflejada a los ojos de los hombres como realización de obras buenas. En el coloquio con Nicodemo, afirmaba Jesús que “la luz ha venido al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz. En la repetida oposición luz-tinieblas, Lesbio sabía que tenía que elegir la opción donde brilla la justicia, porque existe una clara conexión entre la luz y las buenas obras.

49. Andrés invoca a Jesús diciendo: “Oh Dios Jesucristo, el que era desconocido por el mundo, pero ahora es dado a conocer por medio de nosotros” (HchAnd Mart Prius 5,1).

1) Que Jesús era desconocido por el mundo lo leemos ya en Jn 1,10: “Vino al mundo, pero el mundo no lo conoció”. Es lo que decía el mismo Jesús durante la Cena: Los hombres se portarán con hostilidad frente a los Apóstoles “porque no conocieron al Padre ni a mí” (Jn 16, 3) y lo que se desprende de muchos pasajes del relato evangélico (Jn 7,4; 14,22; 17,23). Es también lo que más se destaca en 1 Jn 3,1 (“El mundo no nos conoce”).

2) Que ahora se ha manifestado es el sentido y el objeto de toda la evangelización. La 1 Pe 1,20 afirma que hemos sido redimidos por la sangre de Cristo, conocido ya antes de la creación del mundo, “pero manifestado al final de los tiempos”. La carta a los colosenses habla del misterio escondido desde los siglos, pero que “ahora ha sido manifestado” (Col 1,26). La revelación de ese misterio viene explicada en 1 Tim 3,16, y la doctrina del misterio está desarrollada en Ef 3 y aludida en Jn 1, 31; 2,11; 7,14; 14,22; 17,23.25.

50. En su plegaria, invoca Andrés a “Jesucristo Dios, el Hijo del Bendito, que existes antes de todas las cosas y estás en todas ellas” (HchAnd Mart Prius 5,1).

Es la afirmación, y casi la misma fórmula, que aparece en Col 1,17: “Él existe antes de todas las cosas, y todas las cosas subsisten en él”.

51. Entre las promesas que Lesbio, libre ya de sus obligaciones de procónsul, confiesa ante Andrés, leemos que “me he desprendido de los adornos del mundo y he desechado los halagos de la vida” (HchAnd Mart Prius 7,1).

La idea de que el mundo es un impedimento que aparta al hombre de Dios subyace a muchos planteamientos de los escritos apostólicos. Pero podemos recordar lo que se dice en 2 Tim 2,4: “El que milita en el ejército no se enreda en los negocios de la vida”. Y el autor de la 2 Pe habla de los “miasmas de este mundo”, en los que pueden verse enredados los que ya habían conocido al Salvador Jesucristo.

52. La multitud grita ante el procónsul que Andrés “los ha presentado como ovejitas ante su Pastor, Cristo vivificador” (HchAnd Mart Prius 9,2).

Por la parábola del Buen Pastor (Jn 10,11.14), sabemos que Cristo lo es, que tiene sus propias ovejas (Jn 10,14) y que tiene otras ovejas a las que tiene que llevar a su redil (Jn 10,16). Pero por su parte recordaba que los fieles “erais como ovejas descarriadas, pero ahora os habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas” (1 Pe 2 2,25).

53. Andrés se enfrentaba con la muchedumbre que pretendía oponerse a su prendimiento y prometía que se aparecería después de muerto para mostrar a todos el “camino de la resurrección” (HchAnd Mart Prius 10,2).

Ya hemos visto en otro pasaje la doctrina de la supervivencia del hombre después de la muerte. Eso sería lo primero que podría demostrar Andrés con su aparición. Pero el camino de la resurrección es la fe en Jesucristo según la afirmación de Jn 11, 25s: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre”. Es también el tema fundamental del discurso pronunciado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaún (Jn 6,35-59; cf Jn 8,12; Flp 3,9-11; etc.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro



Jueves, 8 de Abril 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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