NotasHoy escribe Antonio Piñero Quisiera añadir a las líneas publicadas en mi nota anterior de esta serie que expone el modo de comentar el Evangelio de Marcos de un señero investigador, Joel Marcus (199-11 “Un nuevo y desconocido mesianismo”) unas precisiones del mismo autor expuestas en su apéndice “El significado de cristo-mesías en el Evangelio de Marcos, vol. II pp. 1279-1280. El libro acaba de aparece en librerías (al menos a mí me ha llegado ya) y en la próxima semana espero poder llevar a cabo una presentación del volumen. Escribe Joel Marcus: “Una idea que no parece haber recibido ninguna atención destacada en el judaísmo precristiano es la del mesías sufriente; ningún texto judío primitivo habla de tal figura. “Para los cristianos la idea de un mesías que sufre parece natural, pero esto sucede porque tal concepción está profundamente arraigada en una comprensión cristiana del Antiguo Testamento. En el judaísmo, sin embargo, el mesías davídico está relacionado con el triunfo, no con la derrota y la muerte; la reacción sobresaltada de Pedro al anuncio del Jesús marcano de su pasión futura es, por tanto, muy realista. Así aparece en Mc 8, 31-32: “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.” El Deuteroisaías habla sin duda alguna del Siervo del Señor que sufre y muere una muerte expiatoria, pero esta figura no se identificaba con el mesías sino normalmente con la totalidad del pueblo de Israel. Este parece ser el sentido de Is 50, 4-9; 52, 13--53, 12. Transcribo sólo el primero de estos textos: “El Señor Yahvé me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; 5 el Señor Yahvé me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. 6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. 7 Pues que Yahvé habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado. 8 Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos: ¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí! 9 He aquí que el Señor Yahvé me ayuda: ¿quién me condenará? Pues todos ellos como un vestido se gastarán, la polilla se los comerá”. Ciertamente, aunque el Targum ve referencias al mesías en Isaías 53, asigna el sufrimiento del pasaje de Isaías a los enemigos del mesías en vez de al mesías mismo. Las tradiciones rabínicas posteriores que hablan de la muerte del mesías hijo de José estaban probablemente influenciadas por el cristianismo o por la muerte del dirigente de la Segunda Rebelión judía, Bar Kochba, y no por un concepto preexistente judío de un mesías sufriente. Y su conclusión es: Por tanto, la noción neotestamentaria del mesianismo sufriente es una mutación del mesianismo anterior judío y no una directa continuación de él". E igualmente a propósito de Mc 9,13, señala en el cuerpo del Comentario: “Ciertamente, los dos testigos escatológicos asesinados en Ap 11, 1-13 están modelados sobre las figuras de Elías y Moisés, puesto que los milagros que realizan son similares a los de esas figuras del Antiguo Testamento, pero esto no significa que hubiera una tradición preexistente judía sobre el martirio y la vuelta de Moisés y Elías; las historias sobre éste, son más bien una innovación cristiana que derivan… de la innovación, asimismo cristiana, del martirio del mesías” Y con esta nota cerramos definitivamente esta serie “Análisis y comentario a Mc 9,9-13” Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 25 de Septiembre 2011
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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