CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero


Hay más gente de lo que pensamos que aparte de la más que repetida negación, irreflexiva y poco informada, de la mera historicidad de Jesús de Nazaret, afirman con rotunda seguridad de que este Jesús no murió en la cruz. Y luego fantasean, sin saber –al menos muchos—que tales leyendas comienzan a expandirse a partir del siglo XIX, sobre presuntos viajes de Jesús después del episodio de la cruz, a la India en general, a Cachemira, a la Galias, etc.


Me parece inútil ponerse a defender lo que es casi obvio desde el punto de vista de la historia crítica, a saber que nadie que –por hipótesis-- está construyendo un mito, lo hace de forma que esté tirando piedras contra su propio tejado. Por tanto, lo primero que debe afirmarse en cualquier discusión de este estilo es la historicidad de la crucifixión.


A la verdad, no conozco comentarista serio alguno que niegue tal historicidad. La crucifixión de Jesús fue algo terrible para sus seguidores a los que planteó innúmeras dificultades teológicas…, tantas que tuvieron que pensar, y fundamentar teológicamente su sentido con nuevas y a veces aventuradas exégesis de las Escrituras. Dios había dado a entender con ella que cualquier noción triunfante del mesianismo había sido un error por parte del pueblo elegido. A los ojos de la inmensa mayoría de los judíos este fracaso de la cruz invalidaba por completo las pretensiones mesiánicas de Jesús. Pero ¡estaban terriblemente equivocados sus seguidores! Por consiguiente, tanto esfuerzo explicativo arguye que estamos ante un hecho incontrovertible, que mal que les pesara a los seguidores de Jesús ocurrió ¡y del había que dar cuenta por molesto que fuese tal suceso!


La teología judeocristiana postpascual, sobre todo la paulina, se esforzó y se centró en dar un sentido a este hecho en apariencia inexplicable; y lo hizo según el esquema típico del sacrifico expiatorio (víctima = Jesús) y de acuerdo con una misteriosa voluntad divina previa que exigía tal sacrificio. Parece, pues, imposible un invento puro de la crucifixión de Jesús por parte de la tradición cristiana.


Sin embargo no son creíbles en bloque los detalles que presentan los evangelistas en torno al hecho de la crucifixión del Maestro. No son todos históricos. Si se lee con ojos críticos la “pasión según san Mateo”, capítulos 26-27 del Evangelio, se observará enseguida cuánto hay de adorno, mejora, interpretación, teología y embellecimiento por parte del evangelista. Por ello, son mayoría los investigadores que opinan que el acto en sí –más el enterramiento- presenta en los Evangelios, sobre todo en el de Juan, una fuerte dramatización literaria. El cuarto evangelista presenta los hechos en seis episodios estructurados artificiosamente, más una introducción. El esquema es el siguiente:


A (19, 16b-18: introducción): Entrega a los soldados y crucifixión

B (19, 19-22): Título de la cruz

C (19, 23-24): reparto de las vestiduras

D (19, 25-27): Jesús al discípulo amado: “Ahí tienes a tu madre”

C’ (19, 28-30): Dan vinagre a Jesús para beber

B’ (19, 31-37): Lanzada en el costado de Jesús

A’ (19, 38-42): Descendimiento


Éste es un esquema que en la retórica clásica se llama “quiasmo”, y es muy dudoso que ocurriera así. Además, desde el episodio de Simón de Cirene hasta el de la compra de especias por parte de las mujeres para embalsamar el cadáver de Jesús, el Evangelio de Juan presente no menos de 20 omisiones respecto a los Sinópticos o a alguno de ellos. El sistema johánico eleva a un grado máximo la teatralización de los elementos tradicionales que se observa ya en Marcos y en sus seguidores inmediatos Mateo y Lucas. Pero puede comprenderse fácilmente que lo contado así, omite al menos detalles que pueden ser históricos y modifica o redondea, e incluso inventa, o hace “historia teológica” con otros.


Podemos preguntarnos por qué existen dudas razonables en cuanto a la historicidad de los detalles concretos en torno a la crucifixión. En general las dudas surgen sobre detalles concretos. Por ejemplo, sobre si lo clavaron por las muñecas o las palmas, sobre las palabras de Jesús en la cruz, sobre el modo de sorteo de las vestiduras, sobre si hubo en verdad un lanzazo en el costado de Jesús, etc. Y la razón es porque en esta detallada pintura se hallan omnipresentes las alusiones y citas al Salmo 22, lo que vuelve a plantear en qué grado las Escrituras tenían fuerza formativa para moldear los hechos desnudos.


Y por otro lado hay detalles de los que no puede dudarse en cuanto a su historicidad. Son, en mi opinión los siguientes: el titulus crucis, la tablilla fijada a la cruz que indica la causa de la crucifixión (“Rey de los judíos”), tiene los mayores visos de ser auténtico. Pilato la mandó poner probablemente para escarmiento de otros personajes presuntamente rebeldes al Imperio, quienes podían sufrir la misma suerte de “muerte agravada”. El inquieto pueblo judío debía saber que los delitos de “lesa majestad” –es decir, contra la constitución del Imperio o contra el poder y la figura del Emperador, consignados en la llamada Lex Julia lesae maiestatis (literalmente: “Ley Julia acerca de la majestad ofendida”), promulgada en tiempos de Augusto-- no iban a quedar impunes.


Y aquí puede observarse cómo el Evangelio de Juan dramatiza y exagera el episodio: el texto era trilingüe; Pilato discute con los sumos sacerdotes acerca de la exactitud del título “Rey de los judíos”; es Jesús quien lo dice, arguyen los ancianos, pero no es verdad, se argumenta; el Prefecto, escéptico, no sabe qué es la verdad (Jn 18, 38), pero impone su voluntad sobre los judíos. Pero a pesar de la dramatización es importante observar cómo todos los evangelistas coinciden en lo sustancial: el cargo contra Jesús es haberse proclamado “rey de los judíos”, lo que alude a las pretensiones mesiánico-davídicas de Jesús, al menos según su entrada en Jerusalén.

Dado que la “muerte agravada en cruz” no era cosa de todos los días, incluso en la díscola Judea, y que era costumbre de Pilato informar al Emperador de las incidencias de su gobierno, es de suponer que el Prefecto remitió a Roma el informe de este hecho, donde se recibió y archivó.

Ello podría explicar el texto de Tácito en sus Anales XV 44,3: “Este nombre [de cristianos] viene de Cristo, que fue ejecutado bajo Tiberio por el gobernador Poncio Pilato”. A esto añade José Montserrat, en el libro “¿Quién mató a Jesús?” que reseñamos hace pocos días, que en el manuscrito (único, por desgracia) de los Anales de Tácito, se escribía chrestiani, no christiani. Nuestro ilustre colega sostiene que el hecho de la mención de la crucifixión de Jesús por obra de Poncio Pilato (¡sin mencionar a los judíos!) se debió a un afán “filológico” de precisión por parte de Tácito: el vulgo romano confundía el nombre con el que se designaba a los supuestos causantes del incendio de Roma como chrestiani y no christiani. Y él, Tácito, puso la forma correcta (chri-) y de paso afirmó que quien lo mató fue Poncio Pilato. Por tanto, el texto de Tácito no es una glosa de un escriba cristiano y sí una enorme prueba de que al principio del siglo II se sabía perfectamente en Roma –si se consultaban los archivos imperiales-- que Jesús había muerto por orden del Procurador.


Ahora bien, de estas presuntas actas no ha quedado ni rastro, por mucho que en la tradición posterior hayan aparecido algunas, todas ellas falsificadas. Esas presuntas actas acaban siendo recogidas, desde el siglo XI aproximadamente, en el llamado Evangelio de Nicodemo o Actas de Pilato. Esta obra se compone de dos partes, o de dos escritos, muy bien diferenciadas. La primera tiene dieciséis capítulos y es propiamente la que puede llamarse Actas. La segunda, algo más breve, no lleva título y se suele denominar Descenso de Cristo a los infiernos. ¡Es una pena que no se hayan conservado ya que supondría el fin de dudas que no me parecen razonables!


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


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Vínculos para emisión radio noche Viernes Santo a Sábado Santo 5 abril 2015, a las 13.00 hs


Me comunica el director del Programa "Otros Mundos", lo siguiente:

Quería hacerle saber, siempre que sea de su interés, como podría seguir el programa o bien hacerle saber a sus seguidores como poderle escuchar en Otros Mundos en el programa de esta noche:


Lo pueden escuchar a las 23:00 h.(en España) en www.otrosmundos.eu/ o en esta otra web: www.radio-antorva.com/ También en la aplicación gratuita TUNEIN para móviles o celulares desde cualquier parte del mundo en Radio Antorva, Canal 1.
A través de las ondas en:
-RADIO COMPAÑÍA 98.8 (Murcia)
-RADIO ANTORVA (Cantabria e Internet)
-RADIO ESPACIO (Salamanca)
-RADIO ALFAGUARA (Granada)
-NUEVA ONDA YUNQUERA (Guadalajara)
-RADIO 21 (Sierra oeste de Madrid)
-ONDAS YAIZA (Lanzarote)
-RADIO SOL (Los Barrios, Cádiz)
-FÓRMULA HIT GUADIX (Guadix, Granada)
Por Internet:
-RADIO EDENEX
-IBIZA BLUE RADIO
-CANAL 2 RADIO
-ONDA AMISTAD
-GENTES RADIO
-FÓRMULA HIT ÁGUILAS
-RADIO CD
En diferido:
-RADIOMAR (Almería)
-RADIO UNIVERSAL (Valencia)
-RADIO TORRIJOS (Toledo)
-RADIO PIRINEO (Huesca)
-RADIO MÍSTICA INTERNACIONAL (EEUU)
-CONEXIÓN RADICAL RADIO (México)

Bien, D. Antonio, será todo un honor esta noche Viernes Santo a las 13.00 hs

Afectuosos saludos.
Javier Belmar



Viernes, 3 de Abril 2015


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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