Querido amigo Xabier:
Ante todo darte las gracias por haber prestado una amplia atención crítica a la obra comunal “Los libros del Nuevo Testamento” en la prestigiosa página electrónica “Religión digital”. Y es muy de agradecer, porque cuando alguien me ha preguntado si la reacción eclesiástica ha sido dura o no frente al historicismo y laicismo (en buen sentido) de esta traducción / comentario del Nuevo Testamento, he respondido siempre que “Opino que los medios de tendencia eclesiástica guardarán más bien un oportuno silencio sobre esta obra; pienso que la cubrirán con un espeso manto de silencio”. Pero contigo no ha sido así. Repito mi agradecimiento.
Como tu crítica amistosa, al final, tiene varios puntos, los iré considerando uno a uno y te daré mi opinión sobre el sentido de tus observaciones. Y debo ser breve en cada una de las réplicas para no aburrir a los lectores.
En mi primer lugar estimas un tanto exagerada y un tanto pretenciosa mi afirmación de que “No existe hasta la fecha una edición del Nuevo Testamento meramente histórica, efectuada con criterios estrictamente académicos, no confesionales, sin ninguna tendencia religiosa previa”.
Debo, pues precisar en qué sentido estimo que esta obra es “única”, algo que tú mismo afirmas un par de veces en tu crítica., cuando escribes que es una “Obra única, libro distinto en el panorama de estudios culturales, bíblicos y religiosos de lengua castellana, por su trabajo de fondo, su extensión, temática y por aportaciones”.
Sostienes en contra de que sea “única” que la mayoría de las ideas vertidas en la explicación del texto están ya contenidas en muchos Comentarios a las obras del Nuevo Testamento, comentarios escritos también desde el punto de vista meramente histórico y de la crítica literaria. Claro que sí. Tienes razón. Pero quien quiera enterarse de todo ello debe leer unas 15.000 o 20.000 páginas, por lo menos, y no precisamente en castellano, para extraer las ideas correspondientes a una exegesis meramente histórica, filológica y critico-literaria de todos los libros del Nuevo Testamento. Nuestra obra ofrece los resultados resumidos de tales obras científicas, con algunas aportaciones personales.
Así pues, es relativamente cierto lo que dices: no hay (casi) nada nuevo bajo el sol.
Pero añado que sí hay ciertas ideas un tanto novedosas en el conjunto de la obra, como la decisión de presentar una edición del Nuevo Testamento con un orden radicalmente distinto; la negación de la existencia de una “gran Iglesia petrina unificada y unificante”; la interpretación de las ideas de Pablo sobre la ley mosaica como que contiene dos partes, universal y particular; la insistencia con la que se afirma que según Pablo, los gentiles convertidos a la fe de Jesús como mesías, no deben hacerse judíos y que solo ese sentido se dice en Pablo (sin especificar) que “los gentiles están libres de la Ley; la radical afirmación de que le Nuevo Testamento no es el fundamento del cristianismo sino de un cristianismo, el vencedor; la presentación de un análisis numerológico de las obras contenidas en el canon que confirma la idea de que Pablo no fue desnaturalizado para que entrara en el canon, y alguna que otra más.
Por ejemplo: es bastante raro que se haga especial hincapié en los comentarios confesionales la interacción de las obras neotestamentarias del cristianismo en el estadio posterior al año 70 e.c. Para la crítica histórica parece claro que ciertas obras del futuro conjunto de libros del Nuevo Testamento se apoyan en escritos anteriores de ese mismo corpus, bien conocidas al parecer entre las comunidades cristianas importantes gracias a los intercambios facilitados por la red comercial del Imperio romano. Unos ejemplos solo: Efesios presupone la existencia anterior de Colosenses; 2 Tesalonicenses resume, reinterpreta e incluso corrige a 1 Tesalonicenses. Hebreos, una carta no paulina, no puede entenderse de ningún modo si no se supone un conocimiento de la teología de Pablo. Es probable que la Epístola de Judas presuponga el conocimiento del 1 Corintios, pues su descripción de los herejes en el seno de la Iglesia sigue los pasos de esta carta paulina.
Muy novedosa también es esa obra, porque va contra la opinión del 95 % de la investigación la afirmación de que el libro de los “Hechos de apóstoles”, no fue redactado por el Evangelista Lucas sino por un discípulo, que se presenta a sí mismo como una continuación expresa del tercer evangelio. Y finalmente la insistencia en que todo el Nuevo Testamento es una obra judía Es un producto de autores judíos, todos judíos, incluido Lucas y el autor de Hechos (aunque pueda afirmarse que son quizás prosélitos), que beben de fuentes diversas para interpretar y vender el mensaje de Jesús vía interpretación de Pablo. Estas fuentes son la Biblia hebrea, los Apócrifos de esta Biblia, sí los Apócrifos, que son la matriz de gran parte del Nuevo Testamento en su doctrina apocalíptica-escatológica
Por ello debo repetir una y otra vez que no existe en absoluto en lengua española, ni portuguesa, italiana, ni incluso francesa (la edición de la editorial Gallimard está hecha por investigadores confesionales), ni tampoco alemana –ya que la obra de Klaus Berger de 2006 tiene muy poco comentario, ya que incluye a los Apócrifos y está firmada por un profesor de teología de la Universidad de Heidelberg–, un comentario al conjunto del Nuevo Testamento, que suponga una interpretación histórica, no teológica, efectuada con criterios estrictamente técnicos, no confesionales, puesto que excluye totalmente la tutela y aprobación de cualquier confesión religiosa.
Seguiré, Xabier, comentando tu amistosa crítica.
Saludos cordiales de Antonio Piñero