CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Concluíamos la postal anterior con un ceño de sorpresa, pues el Hijo del Hombre aparece de repente como título cristológico en el Evangelio de Marcos. ¿Quién es este personaje? se pregunta entonces Boyarin en su libro The Jewish Gospels.

Como saben, ríos de tinta han corrido a lo largo de los 250 años a propósito de la autodesignación de Jesús según los evangelistas como “Hijo del Hombre”. He aquí, a vuelo de pájaro, según Boyarin (p. 35) una síntesis de las diversas opiniones. El sintagma se refiere a (o bien sostiene que)

• La naturaleza humana de Jesús. Expresa simplemente que Jesús es un ser humano
• La naturaleza divina de Jesús, en su aspecto mesiánico
• Un signo de la humildad de Jesús
• Un acto de arrogancia blasfemo por el que Jesús se comparaba a Dios y por tanto, según los criterios de la época, merecía ser ejecutado
• La mayoría de los dichos sobre el Hijo del Hombre son espurios y han sido puestos en boca de Jesús por la teología posterior de los evangelistas.
• Hijo del Hombre refleja una figura primordial divina tomado, o mejor descaradamente importado, de la religión irania
• Nunca existió el Hijo del Hombre como figura o título mesiánico hasta su aparición repentina en los Sinópticos.

Por mi parte añado que aquí se dividen drásticamente la opiniones:

• Unos opinan que el inventor de este título es el misterioso autor del “Libro de las Parábolas de Henoc”, recogido como saben en la colección de libros en torno a ese legendario patriarca, el séptimo varón después de Adán (Gn 5,18-24):

18 Yéred tenía 162 años cuando engendró a Henoc. 19 Vivió Yéred, después de engendrar a Henoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 20 El total de los días de Yéred fue de 962 años, y murió. 21 Henoc tenía 65 años cuando engendró a Matusalén. 22 Henoc anduvo con Dios; vivió, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23 El total de los días de Henoc fue de 365 años. 24 Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.

Quienes así opinan esgrimen sus razones, o dan por supuesto que el “Libro de las Parábolas de Henoc” es precristiano y que hubo de influir necesariamente en la teología de los evangelistas sinópticos.

• Otros sostenemos (poquísimos, casi ninguno) que el “Libro de las Parábolas de Henoc” no es precristiano y que debe replantearse drásticamente la cuestión del porqué de su aparición en la teología de Marcos.

Boyarin es de los de la primera opinión…. aunque sin argumentos, pues da por supuesto que el “Libro de las Parábolas de Henoc” es precristiano. Pero esto es lo que creo que debemos discutir.

Ahora bien, Boyarin afirma que cuando Jesús andaba por los caminos de Galilea y afirmaba que era el Hijo del Hombre, nadie preguntaba “¿quién es el Hijo del Hombre”?, puesto que todo el mundo sabía de qué estaba hablando Jesús, ya lo creyeran o no, del mismo modo que mucha gente en el mundo de hoy entiende a una persona que dice “Yo soy el mesías”, lo crean o no (p. 35).

Estoy en radical desacuerdo con Boyarin cuando hace esta afirmación a saber que el título cristológico Hijo del Hombre era entendido por todo el mundo. Y para mostrarlo --no para “demostrarlo” porque una demostración apodíctica es muy difícil en historia antigua—utilizaré en el momento oportuno el material de un artículo que he publicado a principios de 2013 en la revista Henoch 35/1 (2013) 1-44, cuyo título es “Enoch as Mediator, Messiah, Judge, and Son of Man in the Book of Parables: A Jewish Response to early Jewish-Christian Theology?” = “Henoc como mediador, mesías, juez e Hijo del Hombre en el Libro de las parábolas. ¿Una respuesta a la primitiva teología judeocristiana”.

Comencemos por los prenotandos de la cuestión que coinciden con la continuación del libro que comentamos y, como digo, cuando llegue el momento oportuno, manifestaré y apoyaré mi teoría. Primero deseo insistir –y perdónenme los lectores por ser un pesado…pero el tema me parece importantísimo—en cuestiones incoadas en las postales anteriores

En primer lugar no acabo de entender a Boyarin ya que, a pesar de que acaba de afirmar que todo el mundo sabía quién era el Hijo del Hombre, ya lo creyeran o no (es decir, todo el mundo sabía que era un título cristológico), sostiene a la vez que este sintagma utilizado para un figura concreta era ininteligible en hebreo y arameo, las lenguas de uso ordinario (también habría que discutirlo, o precisarlo mucho, respecto al hebreo) en tiempos de Jesús. Pero en arameo, un hombre de la calle al oír a Jesús entendería que él se “llamaba a sí mismo ‘persona’” es decir, un ser humano (p. 36) ¿En qué quedamos?

Por el contrario, argumenta Boyarin con razón que la teología del evangelista Marcos no nos permite (se sobreentiende que “nunca”; Boyarin generaliza demasiado sin dar explicaciones) pensar que el uso por parte de Jesús (aquí también es impreciso; muchas veces no precisa si es el Jesús marcano o el Jesús histórico) de la expresión Hijo del Hombre tenga un significado que no sea el de “mesías humano-divino”, como demuestran las pretensiones de ese Jesús de perdonar los pecados y de ser señor absoluto del sábado (Mc 2).

Por ello, argumenta Boyarin, la referencia a un individuo como “Hijo del Hombre” sólo puede explicarse histórica y literalmente. Sólo tiene sentido si tal expresión fuera un título conocido y aceptado en el mundo del autor y el de los personajes de Marcos. Y ¿de dónde procede tal título? La respuesta es clara: todos los usos de este estilo tienen que haber sido una alusión a ese capítulo tan importante del libro de Daniel, el 7. Los estudiosos del Nuevo Testamento se confunden si piensan que la expresión “Hijo del Hombre” se refiere exclusivamente a la parusía. ¿Cómo entonces la podía usar, según Marcos, el Jesús terreno? Esta cuestión se responde –afirma Boyarin-- si pensamos que la expresión no apunta o no representa un estadio particular de la narración acerca del Mesías, sino que se refiere al protagonista de la historia completa, Jesucristo, el Mesías, Hijo del Hombre.

Del mismo modo los estudiosos han pensado que Hijo del Hombre se refiere solo al Mesías durante los momentos de su exaltación y posteriores. Recordemos el caso ya comentado de Mc 14,61-62, en el que el sumo sacerdote pregunta Jesús si es el Mesías, el hijo del Bendito. Jesús responde entonces: “Yo soy. Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo”. Se puede entender este versículo como que Jesús utiliza el título Hijo del Hombre para referirse sólo al momento en el que se ve a ese Hijo del Hombre que viene montado sobre las nubes del cielo. Pero si es así –si se refiere sólo a esos momentos, argumenta Boyarin--, ¿cómo utiliza el Jesús terreno tal título para referirse a su vida terrena?

Boyarin prosigue: por todo lo dicho, los estudiosos se ven obligados a determinar qué sentencias, entre las que contienen la expresión Hijo del Hombre, han sido realmente pronunciadas por el Jesús terreno y cuáles han sido creadas por los evangelistas y puestas artificialmente en su boca. Ahora bien, si pensamos que la designación Hijo del Hombre se refiere no a un estadio determinado de la narración de Jesús, a saber su nacimiento, encarnación, su poder sobre la tierra, muerte, resurrección o exaltación, todas estas dificultades desaparecen. Si Jesús --bien el Jesús histórico o el Jesús de los evangelios— creía que era el Hijo del Hombre, lo era desde el principio de su vida hasta el final, no justamente un momento dentro de ella. El Hijo del Hombre es la designación del relato y el de su protagonista… y tal relato procede de la visión que se cuenta en Dn 7,13 como ya se ha dicho.

Recordemos lo que en una postal anterior hemos ya escrito, a saber que esta visión se refiere a una figura de un mesías humano-divino, que su transfondo es una concepción cananea del traspaso de poderes de una divinidad antigua, El, a otra más joven, Yahvé, y que de ningún modo se refiere al pueblo de Israel como entidad corporativa. Luego concluye Boyarin: toda esta teología cananea antigua es la que utiliza el Evangelio de Marcos y sus colegas y la atribuyen a Jesús. Según él, por tanto, y esto es lo importante de su tesis, la teología de los evangelios sobre el Hijo del Hombre lejos de ser una innovación radical no es más que un retorno, muy conservador, a aspectos muy antiguos de la teología hebrea… ¡Nada de influencia griega, por ejemplo, como sostiene otro judío célebre Marcel Simon, de un héroe humano divino de la mitología griega: Hércules!


Continuaremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 16 de Agosto 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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