CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


¿Qué quiere decir “magos” exactamente en esta narración? Mateo no lo explica, porque debió de creer que sus lectores lo entendían bien. En tiempos de Jesús la palabra “mago” tenía dos significados:

• El primero era el corriente, el que dura hasta hoy, individuos que practican la magia negra o blanca, adeptos de la ciencias ocultas, intérpretes de sueños y visiones; astrólogos baratos, la mayoría de ellos charlatanes y embaucadores.

• El segundo, y lo sabemos por la obra de Filón de Alejandría, filósofo judío contemporáneo de Jesús, serían hombres respetables, sacerdotes del zoroastrismo, la religión de Irán/Persia, hombres religiosos y científicos que se dedicaban a estudiar la astronomía y su repercusión en la vida de los hombres, la astrología en el buen sentido.

Por la descripción de Mateo en nuestra historia hay que considerar a los magos en este último sentido, sabios que se dedicaban a la ciencia de los astros y a la derivación relgiosa de ella. Como veremos, en Mateo representan a los paganos cultos, e indican que lo mejor de la ciencia y la religiosidad del paganismo lleva hacia Jesús. Pero ni son reyes ni nada por el estilo, ni se saben su número y nombres.


Breve comentario al texto transcrito de Mateo 2,1-12


Este pasaje de los magos forma como el primer acto de un drama que termina bien y que dibuja solamente el evangelio Mateo en su capítulo 2, cuya trama es:

Unos magos de Oriente reciben una revelación divina sobre el nacimiento del redentor del mundo, el mesías, que es a la vez rey de Judea/Israel, gracias a un prodigio de la naturaleza: la aparición de una nueva estrella, que es la estrella del mesías. Llegados a la capital del país, Jerusalén, se informan sobre el lugar del nacimiento de ese redentor. Llegan al lugar, Belén, encuentran al niño en su casa, lo adoran, le ofrecen regalos como muestra de veneración y se vuelven a su país por otro camino, avisados por un ángel. Así se descubre que el rey actual de Israel es un malvado que intenta matar al niño, pues teme que éste, hecho mayor, le arrebate su reino.

El segundo acto de la historia, también del segundo capítulo del Evangelio de Mateo, no se halla en el texto que transcribimos y que vamos a comentar, y trata básicamente de cómo el niño se escapa de las insidias del rey Herodes; su familia se destierra voluntariamente a Egipto, y luego retorna a Israel, a Nazaret en concreto, una vez muerto el malvado monarca.

He dividido el texto de Mt 2,1-12 en dos bloques porque la historia tiene dos escenas claramente distintas:

• Primera: el camino desde Oriente y la llegada a Belén, que concluye con una cita de las sagradas Escrituras; y la

• Segunda, el homenaje al rey nacido con la entrega de los regalos y la vuelta al país de origen.

A esta historia, fácilmente comprensible, sólo haré unas breves observaciones.

- Primera: si Jesús nació en tiempos de Herodes el Grande, su nacimiento hubo de ocurrir anteriormente al 4 antes de nuestra era, fecha en la que murió este rey, Jesús “nació antes de Cristo”; fue adorado por los magos antes del comienzo de la era cristiana: si a esos cuatro años añadimos uno o dos, los que Jesús vivió en Belén antes de la matanza de los inocentes, tenemos que ¡Jesús nació en el año 6 o 5 antes de Cristo! He escrito sobre esto en una obra cuyo título es “Jesús. La vida oculta”. En síntesis, la clave de esta anomalía está en una antiguo error, probablemente voluntario, de un monje del siglo VI llamado Dioniso el Exiguo.

¿Por qué ocurre esto? Lo he explicado en mi obra Jesús. La vida oculta, Editorial Esquilo, Badajoz 2007. paro voy a resumir aquí las ideas principales que responden a esta pregunta.

La respuesta tiene que ver con la manera de contar los meses y años en las Iglesias de Occidente y de Oriente, y con la fijación de una fecha única para la Pascua en las dos Iglesias, que la celebraban cada una por su cuenta; a veces con gran diferencia de días. En aquellos momentos coexistían dos calendarios: el solar para computar los años y el judío, lunar, para la fecha del Viernes Santo, que debe coincidir con una luna llena en los meses de marzo o abril. Y las Iglesias de oriente y occidente no se ponían de acuerdo con sus cómputos al respecto.

Hacia el 531 se veía que las diferencias eran ya muy grandes. Entonces el papa reinante en Roma, Julio I, encargó a un experto en cronología, un monje escita que vivía en Roma, Dionisio el Exiguo, que hiciera los estudios pertinentes para establecer un sistema común de cómputo, de modo que toda la cristiandad celebrara la Pascua en el mismo día. Hay que saber que hasta ese momento la Iglesia de Roma computaba los años de acuerdo con la costumbre general del Imperio romano, a saber desde el momento que se había fundado la ciudad de Roma. Luego se añadió una variante: a partir del reinado del emperador Diocleciano (254-313 d. C.; emperador durante 284-313) se acos¬tumbraba a numerar los años no desde la fundación de la ciudad eterna, sino desde el comienzo de su gobierno: la era diocleciana.


Continuaremos en la próxima nota
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


En el otro blog, de “Religiondigital”, el tema de hoy es:

“La (in)moralidad en la investigación sobre elJesús histórico (III)”.

Saludos de nuevo.



Viernes, 8 de Enero 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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