NotasHoy escribe Antonio Piñero Seguimos con las ideas básicas de este método iluminándolas por medio de unas breves nociones de la historia de la investigación. De los presupuestos que demos desarrollado en la nota anterior, M. Dibelius confirma la conclusión que ya había formulado Schmidt, a saber que los evangelios no son obras de historia, sino testimonios de fe de la comunidad primitiva al servicio de la primitiva predicación cristiana. No podemos, por tanto, basarnos en ellos para determinar ni siquiera la duración del ministerio público de Jesús. Hastatal extremo llega, según Dibelius su falta de interés por la historia real. De hecho, la historia en sí tenía tan poca importancia para la comunidad cristiana primitiva, que los primeros cristianos no hicieron gran diferencia entre el período de la vida de Jesús anterior a la re¬surrección y el posterior a ella y su consiguiente presencia por el Espíritu en la Iglesia. Esta afirmación tenía grandes consecuencias: mucho material incorporado a los evangelios no procedía del Jesús histórico, sino que era “postpascual”, creación de la comunidad cristiana formada después de la Pascua, en donde –se creía- había acontecido la resurrección. En cuanto a las formas concretas -que podemos definir como uni¬dades literarias mínimas con sentido- Dibelius distinguía fundamentalmente dos géneros de narración, en sí distintos: los paradigmas y las “novellae” (novelas/cuentos). • Por “paradigmas” entendía narraciones breves del género de las que se utilizan en la predicación como ejemplos; • Las novellae o cuentos, en cambio, no estaban destinados a la predicación, sino que eran fruto de la complacencia del narrador en la pintura detallada de las situaciones y en la cuidada caracterización de la figura de Jesús. En el paso de una forma a otra se patentiza cómo el cristianismo, originariamente fuera del mundo, va pe¬netrando cada vez más en él. El mundo exterior fecunda la imaginación de los anónimos transmisores de tradiciones sobre Jesús en la comunidad primitiva que las van recreando, cada vez que las contaban, añadiendo “datos”, caracterizaciones de los personajes, detalles, etc. Todo ello tiene una enorme importancia a la hora de considerar el material evangélico como verdadera historia o no, pues sólo la calificación de novellae o cuentos dice ya mucho. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com
Jueves, 5 de Agosto 2010
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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