CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

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Hoy escribe un ciudadano conmovido

Me disponía a hablarles de Herodes Antipas, pero no sé por qué –quizás por alguna extraña asociación de ideas– el cuerpo me pide a última hora referirme brevísimamente al funeral de Estado de un expresidente español. Tengo que confesar que lamento sobremanera no haber visionado el mencionado espectáculo que, según creo, fue retransmitido en la Televisión Pública. Tenía otras cosas que hacer, ciertamente menos importantes. No obstante, me he hecho una idea cabal viendo un par de fotografías panorámicas y leyendo o escuchando algunas de las perlas del momento. Suficiente para haberme quedado satisfecho y haberme sentido orgulloso, una vez más, de ser ciudadano de este país.

Uno de los aspectos que más me ha gustado es que una vez más ha quedado de manifiesto la modélica aconfesionalidad del Estado Español: toda la plana mayor de las más altas autoridades del Estado, incluyendo a sus Católicas Majestades, escuchando devota y respetuosamente las ocurrencias de uno de los Hechiceros Mayores del Reino, ante el cual ya han inclinado la cerviz en cientos de ocasiones todos los miembros de la familia real. Reconforta comprobar una vez más la superación de todo cainismo y anticlericalismo trasnochados, y el grado de tolerancia y de aconfesionalidad del Estado.

Y lo que me conmueve de modo igualmente hondo es que una vez más ha quedado de manifiesto el inmenso respeto por la justicia y los Derechos Humanos de nuestros gobernantes, abriendo a un Feliz Dirigente Guineano las puertas de nuestro país. Por supuesto que habría sido una falta de consideración y de decencia cerrarle la puerta. Además, esta hospitalidad está en plena consonancia con el hecho de haberle invitado a pronunciar una conferencia sobre la lengua española en una sede del Instituto Cervantes, a este prohombre que, entre otras lindezas, honra el lenguaje negando la existencia de pobreza en Guinea (“pobreza” es, ciertamente una palabra muy fea del diccionario) o diciendo que todo gobernante es un dictador, porque todo gobernante –sic– dicta las normas por las que se rige su pueblo. ¿Quién puede resistirse a tanta lucidez lexicológica y semántica, a tanto buen gusto?

No sé si asistieron doña Cristina y don Iñaki, pero deberían haberlo hecho: no habrían desmerecido lo más mínimo en esta lucida ceremonia. Un bonito funeral de Estado. Y un precioso funeral católico, sí señor.

Saludos cordiales de un ciudadano conmovido

Miércoles, 2 de Abril 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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