Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Quisiera hacerle unas preguntas, si me permite. Voy al lío: se dice que Pablo se inventa una reinterpretación fantástica de la crucifixión de Jesús, convirtiendo la condena por sedición del Maestro en un sacrificio por la humanidad entera, ya que Jesús no tenía ninguna intención de "sacrificarse" sino de vencer a los romanos. 1. ¿No es posible que Jesús se imaginase a sí mismo como sacrificio de Israel? Es decir, tuvo que ser consciente, si no estaba realmente perturbado, de que lo más probable en sus circunstancias era acabar como su maestro Juan el Bautista. Los evangelios parecen dar la imagen de un Jesús empujado por sus seguidores a que se presentase como aspirante al trono. Y si era lo suficientemente cabal como así se desprende de su judaísmo, ¿por qué no pensar que, ciertamente, creía que podría enfrentarse a Roma y al mismo tiempo, si no lo conseguía, ser un mártir nacional que tampoco estaba tan mal? Sacrificarse por la nación es algo muy valorado incluso entre sociedades no religiosas, quienes lo hacen pasan a convertirse en héroes del pueblo. ¿No pudo ser esa la inspiración de la redención de la humanidad mediante la muerte en la cruz de Jesús de Pablo? Quiero decir que las dos opciones eran válidas, tanto triunfar frente a Roma como convertirse en un mártir de Israel por defender el Reino de Dios que, en última instancia, tendría que ser universal. Por lo tanto la idea de que Cristo se inmoló conscientemente como cordero de Dios no tiene por qué ser una invención fantástica de Pablo sacada de la nada, sino la realidad implícita al hecho de intentar rebelarse contra Roma. Sinceramente, me cuesta mucho imaginar a Pablo inventando de la nada teorías fantásticas sobre un personaje que ni conoció. ¿No tiene más sentido pensar en un Pablo exponiendo tras el dogma de la redención que, sí, hubiese estado bien que Jesús destruyese Roma, pero al no conseguirlo su muerte como mártir de Dios es un ejemplo para todo Israel y por extensión toda la humanidad al mostrar Valor y Sacrificio? Si Jesús fue el “fracasado” del que habla Usted y Monclús, Ojea, etc. ¿por qué iba Pablo a intentar justificar su fracaso a no ser que viese en su muerte precisamente a un mártir de Israel, de su causa contra el pagano? 2. Mi última pregunta está relacionada con la concepción que tenían los judíos de sí mismos como pueblo. ¿Eran los judíos más nacionalistas que griegos, romanos o cualquier otro pueblo conocido de la antigüedad? ¿El concepto de bárbaro que los griegos aplicaban a los extranjeros no es equiparable al de gentil? RESPUESTA: Estas dos preguntas están respondidas de una manera implícita y explícita en mi libro o “Guía” sobre Pablo (Trotta, Madrid, 2015) que a estas alturas es ya bien conocido. 1. En realidad, es imposible saber que pasó en realidad por la cabeza de Jesús, ya que nuestras fuentes no lo permiten. Las biografías antiguas –y los evangelios son una suerte de biografía– se interesaban poco por aspectos de psicología exterior, y mucho por las virtudes y el impacto de un individuo, o por su relaciones con el estado o con la sabiduría en general. Pero Jesús se creía ante todo un profeta. Y si Usted lee la Biblia hebrea verá que a ningún profeta se le ocurrió morir como mártir por Israel. Eso es una idea (la “muerte vicaria”) grecorromana, no judía. Es cosa comprobada que no existe en la Biblia, tampoco en Jesús y sólo aparece en Pablo. Y es muy probable que Pablo tomara la idea de este ámbito, ya que la muerte vicaria no aparece en la Biblia hebrea, ni siquiera en los deuterocanónicos como 2 Macabeos 6,28; 7,9.37-38 (único texto citado en favor de que sí existe ese concepto en la Biblia), pues el pasaje no dice que el anciano Eleazar y los siete hermanos murieran voluntariamente en vez de otros, o para que otros judíos no murieran, sino que aceptaron la muerte “en pro de las leyes patrias”. 2. Los judíos eran aún peor: dividían las naciones del mundo entre ellos, los elegidos, y los demás, las otras “naciones”, condenadas por Dios al exterminio si no se convierten al Dios de Israel, o al menos lo reconocen lo respetan y cumplen el Decálogo que está impreso en sus corazones. Sobre esta última idea lea atentamente el capítulo 2 de la Carta a los romanos de Pablo sobre todo a partir del v. 12. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 22 de Abril 2016
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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