CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con el tema: “Viudas, mártires, diaconisas, sacerdotisas. Panorama de las mujeres en las primeras comunidades cristianas”

D. Maestras

En una organización tan laxa e incipiente como la de las iglesias domésticas paulinas, del hecho de que las mujeres fueran profetas parece deducirse que podrían actuar también como “maestras”. “Maestros y profetas” son los dirigentes espirituales máximos del grupo paulino como tal, a excepción de alguna comunidad, como la de Filipos, que adopta la forma de “asociación cultual” de tipo grecorromano normal, que tenía un “inspector” / “intendente” (o varios), diversos servidores (ministros o diáconos), un “tesorero”, etc.


Así hay que entender el inicio de la Epístola a los filipenses:

« “Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús: A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo a los obispos y diáconos: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Flp 1,1-2). »

Epískopos y diákonos pueden pertenecer en griego al género epiceno (la misma forma para el masculino que para el femenino), por lo que no hay que excluir que esos cargos fueran ocupados por mujeres, aunque parece improbable. De hecho veremos inmediatamente que dos féminas Evodia y Síntique era dirigentes de la comunidad pues eran “evangelizadoras” (Flp 4,2).


E. Evangelistas / apóstoles

En los grupos paulinos las mujeres actuaron como difusoras del Mensaje (“colaboran en la causa del evangelio”). Es decir, fueron ayudantes/colaboradoras de Pablo. Suponemos que normalmente no eran itinerantes (como Apolo: Hch 18,24; 1 Cor 1,12), sino que actuaban en un núcleo eclesial a partir del cual irradiaban la proclamación. No hubo mujeres entre los acompañantes continuos de Pablo (Bernabé, Juan Marcos; luego Timoteo, Tito, Silas o Silvano…), sino sólo varones.


“Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Flp 4,2-3).


Priscila y su marido Áquila son igualmente evangelistas colaboradores de Pablo:

« “Y Pablo, después de quedarse muchos días más, se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria, y con él iban Priscila y Áquila. Y en Céncreas se hizo cortar el cabello, porque tenía hecho un voto” (Hch 18,18).

“Saludad a Priscila y a Áquila, mis colaboradores en Cristo” (Rom 16,3).

“Las iglesias de Asia os saludan. Áquila y Priscil »a, con la iglesia que está en su casa, os saludan muy afectuosamente en el Señor” (1 Cor 16, 19).

También en este apartado han de considerarse a las mujeres “apóstoles” (probablemente igual a evangelistas). El caso conocido es el de Junia/s (es una cuestión disputada si se trata de una mujer o de un varón; la investigación de hoy se decanta por lo primero):

« “Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de prisión, que se destacan entre los apóstoles y quienes también vinieron a Cristo antes que yo” (Rom 16,7).  »

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com



Jueves, 23 de Septiembre 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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