NotasEscribe Antonio Piñero Muy diversos investigadores han puesto de relieve la importancia que ciertos textos de Qumrán tienen para explicar el uso dentro de la comunidad primitiva cristiana de los títulos cristológicos (es decir, aquello que se predica de Jesús como Cristo o mesías: un buen resumen se encuentra en Julio Trebolle, “Los textos de Qumrán y el Nuevo Testamento”, en Los hombres de Qumrán, Trotta, Madrid 1993, pp. 243 246). También se ha indicado que otros textos qumránicos sobre figuras “mesiánicas” de ámbito celeste pueden ayudarnos hoy a comprender tanto el sentido y la utilización de esos títulos por parte cristiana como a explicar de algún modo las nuevas concepciones mesiánicas de los cristianos que presentan la figura del mesías Jesús como un ser humano y a la vez una entidad celestial. Aquí hay que prestar atención a la voz autorizada del editor de los textos de Qumrán en castellano –e inglés– Florentino García Martínez, en los siguientes trabajos, “Esperanzas mesiánicas en los escritos de Qumrán”, en la obra colectiva por él editada Los hombres de Qumrán, mencionada ya, pp. 187 223, y “Los manuscritos del Mar Muerto y el mesianismo cristiano”, en la obra colectiva editada por mí y Dimas Fernández Galiano, Los manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios, El Almendro, Córdoba 1994, pp. 189 206, y “Nuevos textos mesiánicos de Qumrán y el mesías del Nuevo Testamento”, Revista Communio 26 (1993) 3 31 Respecto al título “Hijo de Dios” se cita el conocido pasaje 4Q246 = 4QHijo de Dios. “Será denominado hijo de Dios y le llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas de una visión así será el reino de ellos; reinarán algunos años sobre la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro pueblo y una ciudad a otra ciudad (vacat), Hasta que se alce el pueblo de Dios y todo descanse de la espada” Ahora bien, este texto es oscuro y su interpretación no es unívoca. No es improbable que los apelativos “hijo de Dios” e “hijo del Altísimo” se refieran al conjunto del “pueblo de Dios que se alza”, pues el texto qumránico que hemos transcrito presenta notables alusiones a Dn 7. En este texto (vv. 18 y 22) el Hijo del hombre tiene un sentido colectivo y se identifica de algún modo con el pueblo judío, el “pueblo de los santos del Altísimo” (v. 27) de quien se dice que “su reino será eterno”. Entonces, precisamente porque el pasaje continúa la teología del Libro de Daniel, donde la figura mesiánica es ciertamente corporativa, el pueblo fiel, Israel, es muy posible que el título “Hijo de Dios” no tenga otro significado que un ser humano –como el rey o el profeta– que tiene especial relación con la divinidad, pero naturalmente conservando siempre su humanidad. Mas si aceptáramos que se tratara de una referencia a un agente individual de salvación escatológico, personal y con funciones mesiánicas, el texto sería ciertamente un buen ejemplo, aunque único en cuanto a denominarlo Hijo de Dios, y una cierta ayuda, aunque escasa, para buscar también en el mundo de Qumrán algún antecedente a la expansión del uso del concepto "mesías" en la primera comunidad cristiana como hijo de Dios que, tras su exaltación al cielo, es divinizado. El título de “Señor”, en uso absoluto y simple (es decir, tal cual, sin ninguna añadidura del tipo el “Señor de los cielos” o “El Señor de la tierra”), ha aparecido en Qumrán. Así en 11QtgJob 24,6‑7: “… ¡Lejos de Dios la falsedad y el hacer el mal! ¿Acaso ahora Dios mentirá realmente y el Señor que hizo a tierra y estableció el mundo… retirará del hombre su aliento…”. Y en 4QEnb = 4Q 202 (columna IV que corresponde que 1 Henoc 10,8-12: “Y (al arcángel) Gabriel le dijo el Señor: ‘ Ve a los bastardos y a los hijos de la fornicación y destruye a los hijos de los Vigilantes (una clase de ángeles inferiores)’”. Siendo esto así, es también cierto que no puede ya mantenerse –como afirmaba la escuela de la Historia de las Formas tras los pasos de W. Bousset– que este título simple proceda absolutamente del mundo helenístico; por tanto que los Evangelios están usando un título griego para Jesús y no uno semítico, lo que indicaría que el texto evangélico en el que apareciera un “Señor” como título absoluto no procede de la tradición antigua (y fiable) del Jesús histórico, sino de la redacción de los evangelistas (más tardía y por tanto, no fiable del todo históricamente). El uso de Qumrán no permite ya afirmación tan tajante. De todos modos, hay que observar también que el número de ejemplos de esta utilización simple del título “Señor” en el mundo de la religiosidad pagana helenística es abrumador si se le compara con el uso judío tan parco y escaso. Así que donde este título absoluto de “Señor” aparezca en los Evangelios aplicado a Jesús debe ser estudiado por sí mismo y en su contexto para emitir un juicio sobre su historicidad, pero nunca rechazarlo como no histórico, sin más. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.ciudadanojesus.com
Domingo, 24 de Septiembre 2017
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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