Notas
Escribe Antonio Piñero
Yo creí que esta cuestión estaba ya resuelta hace tiempo (a saber no hay textos cristianos entre los manuscritos de Qumrán) por lo mucho que se ha escrito en contra y por las soluciones alternativas aportadas…, pero me encuentro que es una pregunta que me siguen haciendo. Así que de nuevo, y para terminar esta serie, responderé. En 1972, en un breve artículo de la revista Biblica ("¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?", Biblica 53 (1972) 91‑100), José O'Callaghan, profesor entonces del Instituto Bíblico de Roma y ya fallecido hace tiempo, anunciaba al mundo científico la posibilidad de que en la cueva VII de Qumrán se hubieran encontrado restos de copias de diversos libros del Nuevo Testamento: Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1 Timoteo, Epístola de Santiago y sobre todo del Evangelio de Marcos. O'Callaghan se basaba en lecturas propias de restos de documentos, sobre todo el denominado "7Q5". La reconstrucción de este texto dañado sería una copia de Marcos 6,52‑53. La noticia fue una verdadera bomba en el mundo científico, porque –de ser verdad– escritos cristianos considerados hasta el momento como de composición tardía (de entre el 70 al 100 d.C. o más) podrían haber sido redactados antes del año 60 d.C. Además coincidirían substancialmente con la forma textual en la que los conocemos hoy, lo que indicaría la fiabilidad de la transmisión manuscrita desde los primeros momentos. Bajo este prisma habría que modificar no sólo la cronología del Nuevo Testamento, sino toda la concepción del proceso evolutivo de la teología del cristianismo primitivo que las ciencias filológicas e históricas habían ido formando trabajosamente a lo largo de los últimos doscientos años. Obras como los Hechos de los Apóstoles, o la Epístola de Santiago, cuya situación ideológica se emplazaba hasta el momento entre los años 90‑100 d.C., dado el tenor de su pensamiento y la reflexión teológica que suponían, ¡debían adelantarse por lo menos 50 años! Ello significa implícitamente que cuanto más cerca de la fuente, más verdad histórica podrían contener los escritos cristianos. La comunidad científica estudió muy atentamente la posibilidad apuntada por O'Callaghan, y las opiniones de los estudiosos se dividieron en pro y en contra, predominando estas últimas. Pero, desgraciadamente para muchos, la hipótesis del investigador español está llena de dificultades. Ciñéndonos al caso más importante, el del Evangelio de Marcos, debemos señalar que no puede estarse absolutamente seguro del número de letras que contenía cada línea del manuscrito de la cueva 7ª, con lo cual la posición de las que quedan es dudosa. Por tanto, el orden de ellas --fundamental a la hora de establecer por medio de un computador una secuencia de letras que coincida con algún texto conocido-- no es totalmente seguro. De las aproximadamente 20 letras conservadas en el fragmento 7Q5 sólo se identifican bien 14; las otras 6 deben leerse de un modo algo distinto al usual, y, lo que es más grave, para que concuerde este fragmentito con nuestro evangelio actual habría que suponer en un texto tan breve, Mc 6,52‑53, nada menos que la omisión de tres palabras, variante que no parece en ninguno de los múltiples manuscritos que poseemos del Evangelio. Por si esto fuera poco, diversas combinaciones con las letras legibles, efectuadas por un ordenador, han dado la posibilidad de que ese pequeño fragmento fuera identificable, también con leves diferencias, con otros textos del Antiguo Testamento, de los Apócrifos, o incluso con algún pasaje de la literatura griega clásica. Por ello la hipótesis de O'Callaghan ha sido generalmente abandonada. La discusión se avivó con la publicación por parte de O'Callaghan de un nuevo libro Los primeros testimonios del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria (Córdoba El Almendro) 1995. El libro aporta un epílogo del autor sobre el estado del debate y un estudio del matemático A. Dou sobre el cálculo de probabilidades de que el fragmento de Qumrán pudiera ser identificado con el cap. 6 del evangelio de Marcos. Según Dou, el margen de error en la identificación es uno dividido por diez mil millones. Pero el problema se halla antes del cálculo: en la aceptación o no de las lecturas de las letras dudosas y en la admisión de un texto marcino con una variante de tres palabras que no está testimoniado en ningún otro manuscrito del NT, donde vuelve a exponer y pulir sus argumentos, y con las aportaciones de C.P. Thiede, defensor a ultranza de la tesis de O'Callaghan. Pero creo que hace tiempo que la discusión debería de estar zanjada. El estudioso israelita Magen Broshi (Foto) difundió el descubrimiento de que cada hoja de papiro tiene una disposición especial y única, casi como una huella digital. No hay dos hojas de papiro con huellas “digitales” idénticas. Broshi señaló que 7Q5 forma parte de otro trozo suelto de un manuscrito cuyo soporte en pairo tiene exactamente la misma huella. Y se trata de un texto que forma parte del antiguo Libro Primero de Henoc, en concreto de la parte final, el capítulo 106, que formaba parte un antiguo Libro de Noé que fue incorporada a esa amalgama de textos de autores distintos que es ese Libro I de Henoc (edición, ya antigua, pero fiable, en la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” de la editorial Cristiandad de Madrid, 1984. Por tanto 7Q5 forma otra parte de ese mismo libro. La identificación con el Evangelio de Marcos parece, pues, imposible. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.ciudadanojesus.com
Martes, 10 de Octubre 2017
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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