NotasEscribe Antonio Piñero Describir simplemente el asentamiento de Qumrán es poco. Tendríamos para mucho tiempo explicando fotos, que pueden verse en Internet, o en el libro de Adolfo Roitman, Director del “Templo del Libro”, la parte del Museo de Israel que contiene los manuscritos del mar Muerto, que se titula algo así como “La vida diaria en Qumrán”.. Sólo diré lo importante de lo que contenían. Qumrán es la abreviación del árabe Khirbet Qumran (“Ruinas de Qumrán”; aunque no sabemos cómo se llamaba antiguamente) y designa un conjunto de edificios construido sobre las ruinas de una fortaleza judía antigua de los siglos VII/VI a.C. El emplazamiento: en la costa noroccidental del Mar Muerto, a unos pocos kilómetros al sur de Jericó. El grupo de esenios que se retiró allí a mediados del siglo II a.C., reconstruyó el lugar y lo hizo la sede central de un complejo habitacional, que probablemente tenía otras instalaciones en la cercanía. En este asentamiento debían de vivir unos pocos, quizás los jefes del grupo. El resto (¿hasta unos doscientos?) habitaba cuevas, casas o tiendas alrededor de Qumrán y se reunían allí para los actos religiosos comunes. Estos esenios habilitaron un sistema de traída de aguas (una suerte de acueducto) desde un riachuelo cercano que alimentaba una serie de cisternas. El “wadi” (este vocablo es el comienzo del nombre árabe de muchos ríos en España, como el Guadalquivir o el Guadalhorce) está casi siempre seco. Ahora llueve unos diez días al año; no sabemos en la antigüedad, pero también poco; por eso guardaban celosamente el agua en cisternas. Junto a la entrada se construyó una torre de defensa, diversas dependencias como almacenes, talleres y otras grandes salas, probablemente de reuniones, de rezos o actos litúrgicos, un scriptorium para copias de libros y otra para mantener comidas en común (refectorio)… probablemente. “Celdas” o dormitorios para descansar había muy pocas. El edificio era, pues, más bien un lugar de reunión y de trabajo. Había también un buen número de cisternas o baños rituales (mikvaot), muy parecidas a los que las excavaciones han encontrado en Jerusalén. El conjunto de edificios sufrió probablemente un terremoto y un incendio durante el reinado de Herodes el Grande (el rey de la matanza de los inocentes: Evangelio de Mateo 2,16-18) hacia el 30 a.C., pero –tras unos años de desánimo– los esenios lo reconstruyeron y lo habitaron hasta el 68 d.C., hacia la mitad de la revolución contra los romanos, que acabó con la derrota total del país y la destrucción de Jerusalén y del Templo en el 70 d.C. por las tropas de Vespasiano y Tito. Al sur del asentamiento hay unas grandes terrazas de marga que ocupan centenares de metros y que terminan en un mínimo acantilado. En ellas se ha encontrado un cementerio con unas mil tumbas. La mayoría son de varones, pero también hay algunas de mujeres y de niños. En los alrededores se han hallado otros cementerios más pequeños, también con tumbas de mujeres. Están prácticamente sin excavar, pero quienes lo han hecho furtivamente aseguran que son de los siglos XVII y XVIII y… son de beduinos. Si es así…, no nos valen para deducir que entre los esenios de Qumrán había gente casada. Que las había en general entre los esenios, y suponemos que la mayoría, sí lo sabemos por Filón de Alejandría y Flavio Josefo. Concluiremos el próximo día (¿?) con algunas preguntas y respuestas sobre el tema “Qumrán, el Nuevo Testamento y los orígenes del cristianismo” Saludos cordiales de Antonio Piñero www.ciudadanojesus.com
Jueves, 14 de Septiembre 2017
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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