CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero


Pregunta


Me permito molestarle para preguntarle sobre los ejemplares mas antiguos de las Cartas de Pablo. Usted ha explicado claramente en varias ocasiones que nuestro conocimiento sobre los evangelios es a través de retazos más o menos completos contenidos en papiros desde el siglo II.
Y para las cartas de Pablo ? Hay algún texto original de Pablo de Tarso? Cómo hemos llegado a saber sobre las cartas de Pablo ?


Respuesta:


Tenemos algunos papiros de los siglos III y posteriores con fragmentos de cartas de Pablo. Así los Papiros 14. 16. 40. etc. que nos permiten establecer el texto de Pablo para esa época. Antes hay solamente citas de escritores antiguos, pero posteriores a Pablo. Se inició pronto la costumbre de copiar las cartas recibidas por cada comunidad y de enviarlas a otras, a la vez que se recibía como intercambio la que había sido allí enviada. Colosenses, no auténtica, anterior al año 100, apunta hacia lo que quizás se hacía ya en vida de Pablo, y sobre todo posteriormente: Una vez que hayáis leído esta carta entre vosotros, procurad que sea también leída en la iglesia de Laodicea. Y por vuestra parte leed vosotros la que os venga de Laodicea (Col 4,16).

Los más inquietos de entre los sucesores de Pablo debieron de preocuparse en primer lugar por reunir las cartas que iban difundiéndose, de copiarlas, de añadir algunos fragmentos aclarativos, que se suelen detectar con relativa facilidad como “glosas” o interpolaciones. A pesar de la copia e intercambio de cartas entre comunidades, es más que posible que Pablo no pensara jamás que sus textos iban a servir para generaciones futuras, entre otras razones porque para él el fin del mundo era inmediato (1 Tes 4,16; 1 Cor 7,29, etc.). Pero como este final no llegó, lo que él había escrito se convirtió tras su muerte en fuente de autoridad para las siguientes generaciones de sus seguidores.

Sospechamos que a finales del siglo I hubo ya una cierta colección de cartas de Pablo, reunida con la intención de que su pensamiento llegara a otras comunidades, que serían “paulinas”. El conjunto judeocristiano de Jerusalén, al que cabe de algún modo denominar iglesia madre, había perecido presumiblemente casi al completo en la conquista de Jerusalén, al final de la Primera Revuelta judía contra Roma (66–70 e.c), pues la retirada a la ciudad de Pella, en Transjordania, gracias a un oráculo divino es probablemente una leyenda. Aunque otros pequeños grupos judeocristianos, de Galilea por ejemplo, no debieron de mostrar gran interés por conocer el pensamiento de un Pablo que hacía su propia interpretación de Jesús y de la Ley, es posible también que pudieran perecer del mismo modo en la feroz respuesta de los romanos a la revolución del 66.

Sea como fuere, indicios de la existencia de esta colección de cartas a finales del siglo I son diversos textos de escritos cristianos primitivos que contienen alusiones a textos paulinos: Primera epístola de Clemente de Roma, compuesta hacia el 96 a.C.; pasajes de las cartas de Ignacio de Antioquía, muerto alrededor del 110 d.C. (¿?), y un pasaje de uno de los últimos escritos que ingresaron en el canon del Nuevo Testamento: 2 Pedro 3,15-16, ¿compuesta hacia el 120? He aquí estos textos:

a) Clemente de Roma escribe desde la Urbe a quienes habían promovido una “sedición” contra las autoridades de la comunidad cristiana de Corinto. Invoca entonces el recuerdo del apóstol Pablo:

Tomad en vuestra mano la carta del bienaventurado Pablo apóstol. ¿Cómo os escribió en los comienzos del evangelio? A la verdad, divinamente inspirado, os escribió acerca de sí mismo, de Cefas y de Apolo, como quiera que ya entonces formabais grupos rivales (1 Clem 47,1-3).

La carta supone que en Roma, fundación judeocristiana antigua, 1 Corintios al menos era patrimonio común y fuente de autoridad (“divinamente inspirada”).

b) Ignacio de Antioquía, Carta a los cristianos de Éfeso, 12,2:

Sois estación de paso para los que por la muerte caminan hacia Dios (Ignacio pasa por Éfeso, prisionero, camino de su martirio en Roma), compañeros de iniciación (en los misterios divinos) de Pablo, el que fue santificado, el que fue atestiguado, el que es digno de toda felicidad, cuyas huellas me es dado seguir a mí cuando alcance a Dios; de Pablo, en fin, que en toda carta suya hace mención de vosotros.

Es evidente que Ignacio dispone de un grupo de cartas paulinas. Comenta el editor de Ignacio en su obra Padres Apostólicos:

No menos profunda es la huella que dejó san Pablo en el alma de san Ignacio… En todo caso, las cartas del Apóstol… estaban indudablemente en mano del obispo antioqueno… El hecho es tan palpable que huelga toda demostración. De una de ellas…, la primera… a los corintios, se ha podido autorizadamente afirmar que “debió de conocerla Ignacio casi de memoria” (Ruiz Bueno 1967, 393).

c) 2 Pedro 3,15-16:

Tened presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición.


P.:



¿Por qué el evangelista nombra dos veces el nacimiento de Jesús como por ejemplo en Mateo: 1-25 Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús. Aquí se lee que Jesús nació, pero no presenta el lugar del nacimiento, ahora, Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Los evangelista escribieron dos veces el nacimiento de Jesús, en el 2 capitulo vemos que nació en Belén tiene nombre el nacimiento. A que se debe esta inconsistencia?. ¿El otro punto se ve que el ángel se le presenta a José por medio de un sueño, creer en sueños es cultura judía, al igual que los egipcios que creían en los "sueños", que papel juega los "Sueños en la Biblia"?


R.:


Lea bien, por favor, los evangelios, porque no se trata estrictamente de repeticiones, sino de precisiones.

Tampoco veo insistencia alguna aparte de que los evangelistas Mateo y Lucas trataran el tema con cierta amplitud. Marcos y Juan lo omiten del todo.

Los sueños son muy importantes como comunicación divina tanto en el mundo grecorromano, como en la Biblia, y en general en toda la antigüedad.
Por favor, consulte un buen Diccionario bíblico


Pr.:


Estoy haciendo un trabajo sobre el libro Jesus de Nazaret encontre un buen estudio de su persona.sí me da permiso de citarlo cm el autor .y cm debo de hacerlo .sí me puede dar alguna conclusión .sobre el tema confesion de fe en Jesus como hijo de Dios apartir de los datos historicos .y cm puedo aplicarlo ala vida cotidiana hoy en dia


R.:

Por supuesto, puede Usted citarme por mi nombre y apellido, luego el libro, con la editorial y año, y luego la página.


Siento decirle que sobre el tema "confesion de fe en Jesus como hijo de Dios apartir de los datos historicos", no tenemos dato histórico alguno.

Toda confesión de fe pertenece al ámbito de las creencias privadas y al de la teología, no al de la historia. Los evangelios contienen ciertamente datos históricos, pero son ante todo libros de propaganda de la fe en Jesús. Todo lo que se refiera al “hijo de Dios” en el sentido que hoy se entiende, pertenece a la fe.

Tampoco sé, ni incumbe a un mero historiador, cómo se puede aplicar una creencia a la vida cotidiana.

Siento no poder ayudarle más.



Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Jueves, 30 de Abril 2015


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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