CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía II

Pedro habla en el contexto de su debate con Simón Mago. Interesa ante todo aclarar quién es Dios, cuál es su naturaleza y las características de su obra. Todos son temas discutidos por el Mago. Y Pedro se ve obligado a poner las bases del debate definiendo los aspectos de su concepto del Dios único y verdadero. Su discípulo más cercano, el más interesado en el conocimiento de la verdad es su querido Clemente. Y se dirige a él para prologar el contenido básico de la doctrina de su debate.

Resumen de la doctrina de Pedro sobre Dios y su obra

Las palabras de Pedro son el mejor resumen de su enseñanza y su disposición anímica. Dice así dirigiéndose a Clemente: “Hijo mío Clemente, ten cuidado para no pensar sobre Dios otra cosa, sino que es un solo Dios, Señor y Padre, bueno y justo, Creador, magnánimo, misericordioso, nutricio, bienhechor, que recomienda la filantropía, aconseja la castidad, es eterno, autor de la eternidad, incomparable; habita en las almas de los buenos, incontenible pero contenido; fijó como centro en el universo el gran mundo, desplegó el cielo y ensambló la tierra, almacenó el agua, colocó los astros en el cielo, hizo brotar fuentes en la tierra, produjo los frutos, levantó las montañas, señaló los límites al mar, ordenó los vientos y las mareas, aseguró con el aliento de su voluntad la tierra firme en el inmenso mar” (II 45,1-2).

Frente a las dudas y oscuridades de Simón, Pedro expone el concepto verdadero de Dios. Ante todo, proclama su unidad; adorna su personalidad con una serie de aspectos que lo definen y describen, para terminar con la descripción de su obra, propia de un poderoso artista y artesano. En la realidad de la creación, su finalidad, sus efectos, su gobierno aparece reflejada su voluntad. Entre los aspectos que Pedro acumula para describir a Dios, aparecen dos que serán recurrentes en muchos pasajes de sus discursos. Dios es, en efecto, “bueno y justo” (II 45,1). La creación es una oferta de carácter bienhechor a favor de los hombres, para quienes organiza Dios vientos y lluvias con la intención de dar vida a los frutos que servirán para la supervivencia del hombre.

Dios es bueno, pero justo

Pero una idea persistente en los labios pregoneros de Pedro es que Dios es justo. Como si la justicia de Dios pusiera alguna clase de freno a su bondad infinita. El hecho es que después de hablar de la personalidad de Dios y sus infinitas y especiales cualidades, Pedro aborda directamente la idea de su justicia. En efecto, “Dios es nuestro juez”, pero a la vez es “el único bueno” (II 46,1). “Dios en el final del universo, se sentará para juzgar las injusticias que cada uno se atrevió a cometer”. La idea de que el Dios bueno será a la vez juez estricto es recurrente. Precisamente la idea de la inmortalidad de las almas, que tanto angustiaba a Clemente, acaba demostrada por la necesidad de que en algún lugar y algún momento se cumpla la justicia, que en este mundo no se cumple. Y Dios es el garante fiel y seguro de que la justicia se cumplirá en el otro mundo.

Consulta de Clemente sobre textos bíblicos oscuros

El “yo, Clemente”, presente asiduo en las páginas de su obra, queda entusiasmado con la doctrina de Pedro como expresión de la religión verdadera. Pero Clemente tropieza con el texto de varios pasajes bíblicos, sobre los que pregunta a Pedro. En especial no comprende lo de que “lo escrito es verdad, aunque te parezcan falsas las cosas que se han dicho contra Dios”. Pedro, que había autorizado a sus amigos para que le preguntaran lo que quisieran, encuentra demasiado amplia la pregunta y suplica a Clemente que le haga una sola consulta, dado que “el tiempo urge por la hora”.

Clemente responde que le interesa “saber cómo si las Escrituras dicen que Dios ignora, tú puedes demostrar que sabe”. Alude a pasajes en los que Dios parece ignorar algo. Pero Pedro responde recurriendo a la inmensa sabiduría demostrada por Dios en la creación del mundo, una sabiduría previa a los acontecimientos, como propia de profetas. Porque el que cuenta los detalles de la obra creadora de Dios era realmente profeta. “Si reconocemos, dice Pedro, que Dios todo lo conoce de antemano, es de todo punto necesario que las Escrituras que dicen que ignora mienten, mientras que las que dicen que conoce dicen la verdad” (II 50,3).

Inexactitudes sobre los héroes bíblicos

Pedro termina su alegato afirmando que nada cree de lo que las Escrituras dicen contra Dios. Ni admite siquiera que Adán prevaricara, ya que era obra de Dios. Ni cree que Abraham conviviera con tres mujeres, sino que fue premiada su castidad con una abundante descendencia. Ni es verdad que Jacob cohabitara con cuatro mujeres, de las que dos eran incluso hermanas. Tampoco lo es que Moisés fuera homicida, el que nos entregó la ley de Dios. La petittio principii insistente repite que lo que dice algo contra Dios es sencillamente falso.

Pedro termina de este modo su discurso y sus respuestas con la promesa de aclarar más adelante otras dudas y oscuridades escondidas en las palabras de la Escritura.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro





Lunes, 23 de Diciembre 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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