CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Resumen de la Homilía I

Prólogo a toda la historia

Si quisiéramos poner un título a la primera de las homilías griegas, posiblemente tendríamos que destacar el hecho nuclear del relato, que sirve en cierto modo de introducción a todo el conjunto de la Literatura Pseudo Clementina. De todos los hechos narrados se deriva una consecuencia evidente. El autor presunto de la obra se presenta no solamente como autor, sino como coprotagonista de toda la novela. Clemente, el ciudadano romano, perteneciente a una familia aristocrática, se convierte en colaborador de Pedro.

El pagano convicto y confeso acaba convencido de la verdad del Profeta verdadero y de sus enviados a proseguir la predicación del Reino de Dios. Todo comienza con la presentación del coprotagonista y epónimo de una obra que lleva en su mismo título el convencimiento de que se trata de una atribución más que de una propiedad intelectual indiscutible. Ya destacamos el detalle del inicio con un “Yo, Clemente”, seguido de la explicación de su identidad social y personal. Miembro de una familia romana de alta alcurnia se vio envuelto en un torbellino de circunstancias, que condicionaron el desarrollo de su peripecia vital.

Situación personal de Clemente

Lo que pone de manifiesto la Homilía Primera es su situación existencial, llena de perplejidad y amargas pesadumbres. Se confiesa Clemente hombre honrado, interesado en conocer la verdad de la vida humana y su eventual transcendencia. Era tal su interés que lo tenía postrado en cama ante la imposibilidad de hallar una solución convincente a sus aporías. La inmortalidad del alma y la consiguiente vida al otro lado de la frontera de la muerte era su preocupación obsesiva. ¿Qué será del hombre más allá de esta vida mortal? ¿Conservará la memoria de su existencia y el recuerdo de sus experiencias y de sus amigos, o todo terminará en el olvido y en el silencio perpetuo?

Esta situación dolorosa sufrió una sacudida desmedida con las noticias que llegaban a la misma Roma desde Judea. La fama traía noticias de la llegada de un personaje divino, sabio y poderoso en obras y en palabras, que predicaba la doctrina de la verdad. Obras milagrosas confirmaban el contenido de aquellas palabras. El efecto que produjo la noticia en el atribulado Clemente fue de intriga. En la misma Roma, un hebreo de nombre Bernabé era el pregonero de aquella sorprendente noticia que, al menos en teoría, podía resolver el problema vital de Clemente.

Clemente se embarca en busca de la verdad

Clemente tomó la decisión de viajar e Judea al encuentro del personaje y de la noticia. Vientos contrarios desviaron su viaje que acabó en Alejandría. Allí acudió a las escuelas de los filósofos en busca de orientación y soluciones a su problema. Casualmente en Alejandría predicaba a la sazón Bernabé, el autor de las noticias vertidas en Roma. Los filósofos se burlaban de su persona y de su palabra, calificándolo de bárbaro e ignorante. Clemente fue testigo de su predicación, defendió a Bernabé de las burlas de los filósofos, convencido de que el pregonero de la verdad merecía respeto y gratitud. Educado también en la sabiduría de los griegos comprendía que Bernabé, como los demás discípulos de Cristo, “no había sido enviado para anunciar el arte de la gramática, sino para exponer con palabras simples y sinceras” la voluntad de Dios (I 11,4).

Clemente convertido en estrecho colaborador de Pedro

El lance terminó con la instrucción de Clemente por Bernabé. El ilustre romano veía los primeros rayos de la luz que buscaba. No mucho después ambos, Bernabé y Clemente, viajaron a Judea, donde se produjo el encuentro gozoso con Pedro, preconizado precisamente por Bernabé. Clemente expuso su problema fundamental, que tantas amarguras había provocado en el ánimo del romano. Al fin salía de dudas y vacilaciones ante la promesa del Profeta de la verdad, garantía segura de la salvación eterna para los hombres piadosos. Clemente se ponía de esta manera en contacto con uno de los personajes señeros de la obra.

Clemente puso su erudición griega al servicio de la palabra del Evangelio y de la predicación de la fe cristiana. Pedro le encargó la tarea de recoger sus sermones, tarea cristalizada en el texto de esta literatura, que Clemente cumplió enviando a Santiago el discurso de Pedro sobre el Profeta de la verdad. Ahora comprendía que la doctrina de la verdad aprendida del Profeta era en realidad “algo incomparable y lo único seguro” (I 21,9).

El texto de la Homilía Primera termina con la acción de gracias de Pedro por el hallazgo de un colaborador tan excelente para la causa de la evangelización. Le pedía el compromiso de permanecer a su lado en las futuras disputas que tendría que mantener con sus adversarios. La primera de ellas se celebraría al día siguiente con Simón Mago. En la cena que pone fin al relato, no pudo acompañar Clemente a Pedro porque todavía no estaba bautizado.

Puede verse la referencia que hace A.HARNACK a las “Pseudoclementinische Schriften” en su Geschichte der altchristlichen Literatur, vol. I, pp 212-239. Destaca la particularidad de las citas del español F. Turrianus como divergentes de las versiones de las Homilías y de las Recognitiones.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro




Lunes, 7 de Octubre 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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