CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro



Nos quedamos el otro día subrayando la intención de Pedro sobre el interés personal acerca de la importancia de cuidar el tema de la sucesión. La comunidad cristiana necesita pastores que la cuiden y dirijan. El tema tiene una transcendencia particular, porque son varios los elementos que intervienen en la operación. Hay de por medio una misión del Enviado del Padre, que transmite su intención a un grupo de discípulos que responden a la denominación de “Apóstoles”, precisamente por la herencia de esa misión de “Enviados”

Condiciones del futuro obispo

En una de las cartas introductorias a estas Homilías se describe en concreto la serie de cualidades que deben reunir los designados para el gobierno de la comunidad. Ahora Pedro reflexiona sobre esas condiciones esenciales en el momento de tomar la decisión concreta de la elección. Éstas son sus palabras envueltas en sus razonamientos:

Elección de Zaqueo, el antiguo publicano

“¿Y a qué otro voy a elegir entre los presentes sino a Zaqueo, en cuya casa entró el Señor para descansar juzgando que era digno de ser salvado? Dicho esto, poniendo la mano sobre Zaqueo, que estaba presente, lo obligó a sentarse sobre su silla. Pero Zaqueo, cayendo a sus pies, le rogaba que lo liberara de mandar después de prometer y decir: “Cuanto tenga que hacer el que manda, lo haré; solamente no permitas que yo lleve ese nombre, pues siento temor de llevar el nombre de jefe, pues está cargado de amarga envidia y peligro” (Hom III 63,1-2).

Toda la Literatura Pseudo Clementina está plagada de referencias a personajes y sucesos presentes y activos en las páginas del Nuevo Testamento. El designado para suceder a Pedro no es otro que el Zaqueo, en cuya casa se alojó el mismo Jesús con las consecuencias recogidas en el relato del evangelista Lucas en su Evangelio cap. 19,1-10 En las cercanías de Jericó, una capilla recuerda la escena del encuentro de Jesús con Lázaro. A las puertas de la capilla, hay una vieja higuera salvaje, sobre la que, de acuerdo con la tradición, se subió Zaqueo para ver a Jesús. Pues Zaqueo, príncipe de los publicanos era más bien bajo de estatura. Las palabras de Lucas suponen un elogio del personaje y de su conducta, reflejado de forma muy llamativa en el cambio personal proclamado por el publicano. Ya lo dice también Pedro en su presentación, “era digno de ser salvado”.

Humildad de Zaqueo

La reacción de Zaqueo recuerda la de Clemente en la carta aludida. Una cosa es aceptar el trabajo, otra muy distinta la conciencia de la dignidad y la autoridad. La lección de humildad tiene en el texto visos de sinceridad y generosidad. Zaqueo aceptaba el trabajo y el sacrificio, hasta riesgos eventuales de envidias o celotipias. El desarrollo de la narración da testimonio del acierto de Pedro en la elección del antiguo publicano.

Dignidad y autoridad del obispo

En el capítulo siguiente de la Homilía desarrolla Pedro toda una teoría amplia y detallada de lo que significan la dignidad y la autoridad del obispo. La dignidad tiene aquí un perfil de visión de los hechos desde una perspectiva divina. Es decir, la dignidad es la recomendación de Dios de sus elegidos para gobernar a sus fieles. Y la autoridad es más bien una forma de servicio. No es una forma personal de interpretar las palabras. Pedro es el que hace la exégesis desde su punto autorizado de vista: “Tienes que ejercer el mando no como los jefes de los pueblos, sino como un siervo que presta sus servicios a los hombres, como un padre que protege a los ultrajados, como el médico que va de visita, como un pastor vigilante” (Hom III 64,3).

Cuatro metáforas, como un siervo, un padre, un médico, un pastor. Ninguno de los mencionados presume ni de dignidad ni de autoridad. Buen espejo para el obispo. Como Pedro está seguro de que Zaqueo simplemente cumplirá, se permite la sagrada libertad de exigir en cierto modo el ofrecimiento de Zaqueo: “Te ruego que lo asumas por Dios, por Cristo, por la salvación de tus hermanos, por su buena administración y por tu utilidad” (Hom III 64,4). Lo que será útil para la comunidad cristiana lo será sin duda ninguna para Zaqueo y su augurada salvación.

Saludos cordiales.
Gonzalo Del Cerro



Domingo, 23 de Marzo 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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