CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
La reinterpretación de la Escritura y de la historia. Valoración de la obra "Filiación ) (y III) (437-04)
Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos la breve reseña de esta obra con una última observación a propósito de una parte del título de la obra: “Orígenes del cristianismo”. Como sabemos, el cristianismo primitivo se basa en la reinterpretación de la Escritura, aplicando a Jesús los pasajes entendidos como mesiánicos, o descubriendo ese sentido en otros pasajes y sosteniendo que se refieren a Jesús.

Es sabido que Pablo redefine y reinterpreta textos de la Escritura, de Génesis, Salmos, Deuteronomio e Isaías principalmente, tanto en Gálatas como Romanos, dándoles un sentido muy poco o nada usual entre los judíos de su tiempo. Su “evangelio” se centra en la proclamación de Jesús como mesías y en lo que Dios ha hecho a través de él en la plenitud de los tiempos. Su interpretación de la muerte y resurrección de Jesús conforman la figura de un “cristo celeste”, cuyos rasgos se apartan notablemente de lo que pensamos que el Jesús histórico pudo pensar de sí mismo y de su peripecia acontecida en Jerusalén.

De igual modo, el autor de Hebreos, que escribe bastante después de Pablo, reinterpreta en parte el pensamiento de Pablo, que por entonces era ya el maestro indiscutible del cristianismo en su rama “gentil”, es decir, de los grupos cristianos compuestos mayoritariamente de paganos conversos a la fe en Jesús. Por ejemplo: en sus cartas, Pablo nunca habla mal del templo de Jerusalén, e incluso alberga una interpretación sacrificial de la muerte de Jesús, que “quita los pecados del mundo” (como dirá expresamente Mateo en el relato de la Última Cena…).

Pero a la vez el Apóstol nunca se muestra ardorosamente partidario, ni mucho menos, de los sacrificios del Templo que aun estaba en pie su vida, y hay notables investigadores paulinos hoy día que sostienen que el Apóstol no construye de manera expresa su intelección de la muerte expiatoria de Jesús sobre la plantilla intelectual de los sacrificios cruentos del Templo. Y esto, a pesar de que Pablo afirma expresamente que “Cristo nuestra Pascua, fue sacrificado” (1 Cor 5,7).

Pues bien, el autor de Hebreos, sigue esta tendencia, más o menos implícita en Pablo, pero avanza sobre su pensamiento y liquida dentro de su concepción cristiana todo posible culto en el Templo. Ciertamente éste estaba ya destruido, pero los judíos de su época pensaban aún que sería reconstruido tan pronto como fuera posible. En la teología del autor de Hebreos no cabe el concepto de sacrificios múltiples en él ofrecidos a Dios. Por el contrario, hace de Jesús algo impensable: no sólo lo presenta como sacerdote (nunca lo fue), sino sumo sacerdote, y sostiene que el sacrificio de su vida fue y será el único sacrificio válido que hace superfluos cualesquiera otros sacrificios que pudieran ofrecerse en un futuro templo reconstruido. La reinterpretación del Jesús histórico y del pensamiento del mismo Pablo es impresionante.

El desarrollo del cristianismo es totalmente así: un proceso de reinterpretación: Jesús reinterpreta la Ley; Pablo reinterpreta a Jesús; los discípulos de Pablo (por ejemplo, los autores de Colosenses y 2 Tes) reinterpretan a su maestro Pablo; Efesios reinterpreta Colosenses; el Evangelio de Juan reinterpreta el material sinóptico que tiene sin duda ante sus ojos (el material que se muestra en Marcos, Mateo y Lucas); los teólogos de finales del siglo II (Clemente e Ireneo) reinterpretan la teología de los evangelistas; los gnósticos reinterpretan por su lado todo el material evangélico; los Padres de la Iglesia reinterpretan la teología, notablemente más sencilla, de los siglos anteriores a ellos, etc. Y así hasta hoy.

La reinterpretación es la esencia de la dinámica evolutiva del cristianismo. No es difícil pronosticar, con el cambio de paradigma cosmológico (de interpretación del universo) que implica la era en la que vivimos, que el cristianismo de dentro de 50 años (si sigue viva la humanidad) será muy distinto al cristianismo de hoy. Cualquier deseo fundamentalista de detener este proceso, que está en la esencia del cristianismo, está condenado al fracaso.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Domingo, 2 de Septiembre 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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