NotasHoy escribe Antonio Piñero Continuamos con la figura del “mesías” como Hijo del Hombre en el Libro de las Parábolas de Henoc. Para dibujarlo , el autor recoge también una tradición especial que está emparentada con la que aparece en el libro de la Sabiduría 4,10-14. Recordemos este pasaje: « “10 Agradó a Dios y fue amado, y como vivía entre pecadores, fue trasladado. 11 Fue arrebatado para que la maldad no pervitiera su inteligencia o el engaño sedujera su alma; 12 pues la fascinación del mal empaña el bien y los vaivenes de la concupiscencia corrompen el espíritu ingenuo. 13 Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años. 14 Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad”. » Igualmente, según esta misma concepción, Henoc es elevado por Dios al cielo y allí es declarado “Hijo del Hombre”. Como el autor de las Parábolas parece inspirarse en el Libro de Daniel, lo que quiere decir es que Henoc es constituido por Dios “señor y mesías”, ese mesías misterioso del Libro de Daniel, que es sólo mesías porque está junto a Dios (no se explica exactamente cómo). Obsérvese en el pasaje que vamos a transcribir que (el concepto) de Hijo del Hombre –como ya advertimos- existe previamente ante Dios: « “Y ocurrió que estando aún en vida fue asunta la persona de Henoc ante ese Hijo del Hombre y el Señor de los espíritus, lejos de los que moran en la tierra. Y ascendió en el carro del espíritu y salió su persona ante ellos” (70,1-2) » Inmediatamente, sin solución de continuidad, habla Henoc en primera persona: « “Desde aquel día no fui contado entre ellos (los ángeles) y el Señor me puso entre dos puntos cardinales, norte y occidente, donde ya los ángeles domaban medidas para medirme el lugar de los elegidos y los justos” (70,3). » Vuelve la descripción en tercera persona: « “Y el Espíritu arrebató a Henoc a lo más alto del cielo… vi innumerables ángeles… y a Miguel y Rafael… y con ellos al ‘Principio de Días’ cuya cabeza era blanca y pura como lana y su vestidura, indescriptible…” (71,5-10). » Dios es dibujado como en el Libro de Daniel, como un anciano venerable con cabellos blancos… una imagen que perdura hasta hoy. Cuando Henoc está ante el trono de ese “Principio de días”, toma la palabra el ángel que lo acompañaba y en nombre de Dios le dice: « “Tú eres el Hijo del Hombre que naciste para la justicia; ella ha morado en ti y la justicia del Principio de días no te dejará” (71,14). » Es decir, Henoc –como persona de carne y hueso, aunque ya en el cielo junto a Dios, es investido de las prerrogativas que existían antes previamente, pero aún sin concretizarse en una figura concreta. La consecuencia es que Henoc -desde ese momento- será el que presida el reino de Dios, inaugurado al parecer por Éste. Implícitamente se supone que Henoc baja a la tierra investido de los poderes del Hijo del Hombre. El ángel añade: « Dios invoca para ti la paz en nombre del siglo venidero (el reino mesiánico), pues de Él ha salido al paz desde la creación del mundo, y así será contigo por los siglos de los siglos. Todos (los humanos) marcharán por tu camino, no dejándote la justicia nunca. Contigo será su morada, contigo su suerte, y de ti no se separarán por los siglos de los siglos. Habrá así largura de días (el reino mesiánico durará mucho sobre la tierra) en la época de ese Hijo del Hombre, y tendrán los justos paz e irán por el camino recto en nombre del Señor de los espíritus eternamente” (71,15-17). » Da toda la impresión, a pesar de la obscuridad intrínseca de este texto que mira hacia el futuro, que Henoc se transforma por voluntad divina en Hijo del Hombre. Es decir, el mesías encarnado en el cuerpo celeste de Henoc. Toda esta tradición, que es puramente judía, se plasmará con más claridad si cabe en un libro posterior, un desarrollo del ciclo de Henoc, que conocemos como Libro III de Henoc, o Henoc hebreo (Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, pp. 221-294). En ese texto Henoc aparece de nuevo como el “Elegido” y se transforma en una especie de ángel, que se sitúa inmediatamente detrás del trono del Altísimo. De ahí viene su nombre, que se pronuncia en griego dentro de la tradición hebrea, que es “Metatrón” (un indicio de que estas doctrinas se transmiten tanto en griego para los judíos helenizados- como en hebreo: pra los judíos de Israel). Metatrón, qunque es un ser humano, ejerce las funciones de virrey celeste del Altísimo. Se logra así que Dios intervenga en la historia (sobre todo de Israel), pero que al mismo tiempo conserve su trascendencia. El juicio de Dios y su mesías tiene dos momentos, como veremos en la nota siguiente. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………….………………… Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema: “Jesús mesías. Teología básica del judeocristianismo (V)” Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha. …….................................... Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla Véase la nota de 26-06-2009 Enlace de Internet para obtener más información: http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp Saludos de nuevo.
Miércoles, 15 de Julio 2009
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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