Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Decíamos en la nota anterior que el modo de obrar de Dios muestra la diferencia radical entre la divinidad y Jesús, que no se considera a sí mismo igual a Dios, ni mucho menos. La obra de Dios en el presente se relaciona íntimamente con la acción de Jesús, pero no porque éste se considere igual a Dios sino porque en Jesús, como lugarteniente de la divinidad, se están realizando los preludios de la llegada del Reino: Satán comienza a ser derrotado. Las curaciones, exorcismos y la acogida a los pecadores, incitándolos a la penitencia para que sean dignos del Reino divino caracteriza la acción de Jesús que representa la acción divina, pero sin confundirse. Por ello, sus enemigos son capaces de afirmar que Jesús no obra como lugarteniente de Dios, sino del Diablo o Beelzebub: « Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios» (Lc 11,14-15). » Y la continuación del texto muestra la diferencia entre Dios y Jesús: « Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (Lc 11,20). » La acción de Dios en el futuro expresa aún con mayor claridad si cabe la distancia que media entre Jesús y Dios. Es éste en exclusiva, el que -como el Altísimo- establecerá su reino sin fin, en el cual el papel de Jesús queda absolutamente difuminado. No hay sentencias claras del Nazareno en los Evangelios que nos ilustren cuál es su función en el Reino que viene, salvo las palabras sobre el Hijo del Hombre y su actuación de juez final en el Gran Juicio del fin de los tiempos… Pero según la inmensa mayoría de los intérpretes independientes tal atribución al Nazareno de la juez final y supremos, supone ya el proceso de divinización de Jesús, por lo que deben atribuirse a la teología de la Iglesia primitiva que las forma después de la muerte de Jesús. No pertenecen, por tanto al Jesús histórico. La naturaleza de la acción divina y la función de Jesús En los Evangelios, los dos polos del actuar divino respecto al ser humano son, para Jesús, el polo de la salvación y el del juicio (Schlosser, pp. 75ss). Muchas veces se olvida que el mensaje del Nazareno respecto al juicio divino incluye también la condenación del réprobo. Se insiste en la predicación de la misericordia divina por parte de Jesús y se obscurece a menudo el aspecto de condenación ineludible para aquellos que no escuchan y ponen en práctica su anuncio de la venida del Reino divino. El polo del juicio Dios, no Jesús (repetimos que exceptuamos los problemáticos dichos del Hijo del Hombre, sobre todo en Mt 25,31-46, como producto de la teología cristiana sobre Jesús, no procedentes del Jesús histórico), es el que “juzga” (“No juaguéis y no seréis juzgados”: Lc 6,37, y el que “arroja” al condenado al infierno (gehenna) = Mc 9,47: “Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado (pasivo divino = el sujeto que arroja es Dios, al que no se nombra por respeto ) a la gehenna”. Según Lc 12,5, Dios –no Jesús- es el único que tiene poder para matrar y arrojar al infierno: “Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése”. Textos semejantes son los que hablan de “ser echado” (Lc 13,28, “ser cortado y arrojado al fuego (eterno): Mt,7-19, o “ser humillado” en la condenación definitiva por parte de Dios. Así hay que entender frases del estilo de Lc 14,11: “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»”. En la próxima nota seguiremos con el tema/polo de la salvación, en donde se verá que también ésta procede sólo de Dios. Jesús es el mero heraldo. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopiñero.es
Lunes, 5 de Enero 2009
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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