Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Continúo citando textos como paso previo a mi comentario, para que se vea la “tremenda novedad” de la noticia. Sin embargo, aludiré sólo dos pasajes más para no cansar: El Evangelio de María y el de Felipe. Tomo las notas de mi obra “Jesús y las mujeres”: Evangelio de María: Pedro, ya consolado, confiesa después: Mariam, hermana nuestra, nosotros sabemos que el Salvador te amaba más que las demás mujeres (10,1-5: BNH II 135). El verbo “amar” de este párrafo, tanto en griego (phileîn o agapân), como en copto (ouoōsh), o en español, puede tener varios significados y no expresa necesariamente por sí mismo una relación sexual entre María Magdalena y el denominado Salvador. Es el contexto el que ofrece la clave para el significado. Pues bien, todo el contexto del Evangelio de María hasta ese instante, y ciertamente también hasta su final, no ofrece el menor apoyo para un significado erótico: en todo momento el autor piensa que ese amor se traduce en recibir del Revelador, ¡resucitado!, por medio de visiones, enseñanzas espirituales reservadas a los escogidos. Leví recrimina a Pedro por enfadarse con María Magdalena ya que Pedro había dicho: ¿Ha hablado Jesús con una mujer sin que nosotros lo sepamos?… ¿Es que él la ha preferido a nosotros? Entonces María se echó a llorar… Replica Leví: Pedro: “Siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Es cierto que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros” (17,15-18,14: BNH II 137). Evangelio de Felipe: El Evangelio de Felipe es el apócrifo más explícito en el tema del afecto entre María Magdalena y Jesús. El primer pasaje importante es: Tres mujeres caminaban siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de ésta, y Magdalena, denominada su compañera. Así pues María es su hermana, y su madre, y es su compañera (59,6-11: BNH II 31). El segundo pasaje es: La sabiduría denominada "estéril" es la madre [de los] ángeles, y la compañera del [Salvador es] María Magdalena. El [Salvador] la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en […]. Los demás discípulos dijeron: “¿Por qué la amas más que a nosotros?” El Salvador respondió y les dijo: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?” Un ciego y un vidente, estando ambos a oscuras, no se diferencian entre sí. Cuando llega la luz, entonces el vidente verá la luz y el que es ciego permanecerá a oscuras. El Señor dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será” (63, 30 – 64, 5). En la misma obra, Jesús y las mujeres aduzco un texto de Fernando Bermejo que explica estos pasajes: “El segundo texto con el que hay que comparar el del Evangelio de Felipe es Mc 3,31-35, en el que Jesús no quiere recibir a su familia carnal: Vinieron su madre y su hermanos y desde fuera le mandaron llamar. Estaba la muchedumbre sentada en torno a él y le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”. Él les respondió: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien hiciere la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Ante este texto hay que formularse un pregunta: ¿Quién puede ser a la vez en términos físicos, hermano, hermana y madre? Se trata, por tanto, de una asociación con Jesús de tipo espiritual, gracias a la fe en su doctrina. Si Mc 3,31-35 convierte en parentesco decisivo la relación espiritual y no la carnal, entonces con toda probabilidad el texto del Evangelio de Felipe está haciendo lo mismo: María es “compañera” de Jesús en el mismo sentido en que es “hermana” y “madre”, es decir, en tanto que posee con él un íntimo vínculo espiritual. Además, al igual que en Mc 3, 35 la expresión “mi hermano, hermana y madre” no enfatiza ninguno de estos tipos de parentesco (pues precisamente los hace indistintos: quien tiene un vínculo espiritual con Jesús merece ser llamado simultáneamente su “hermano” y “hermana” y “madre), así también en el Evangelio de Felipe el énfasis no recae en la expresión “compañera” (o, si se prefiere, recae tan poco como en “hermana” o “madre”): lo que se enfatiza es que quien tiene un vínculo espiritual con Jesús es –en el sentido genuino del nombre- su “madre” y “hermana” y “compañera”. Por tanto: lo que quiere decir, y recalcar, el Evangelio de Felipe no es precisamente que María Magdalena sea la mujer legítima y carnal de Jesús, sino la discípula perfecta. Al escuchar al Salvador / Revelador María se hace espiritualmente de la “familia espiritual” del Salvador, al igual que su madre al pie de la cruz. Por ello a la Magdalena se le puede denominar con toda propiedad –espiritual- “su hermana y su madre, y su compañera” (Evangelio de Felipe 59,6-11). Y lo mismo pude decirse de la Salomé del Evangelio de Tomás (véase capítulo anterior) y de cualquiera otra mujer que oiga y ponga en práctica la revelación del Salvador. No se puede ser en el orden físico esposa, madre, hermana, compañera, etc., a la vez, como afirma el texto. Todas estas expresiones –sobre todo si se formulan conjuntamente- deben entenderse de un modo simbólico y en el ámbito de lo espiritual. Como señalé, tengo todavía muchos textos más sobre María Magdalena que el lector puede leer en mi obra citada o bien en una obra clásica en lengua inglesa: Marjanen, A., The Woman that Jesus Loved. Mary Magdalene in the Nag Hammadi Library and Related Documents, Brill, Leiden, 1996. Supongo que Karen King la conoce. En síntesis: si Karen King presenta el papiro copto en Roma como una “novedad”, tal como dicen las noticias de periódico, sería una tontería. Y yo no creo que Karen King sea tonta, sino todo lo contrario: es bastante lista. Luego, insisto: si es así, parece claro que pretende algo diferente. Y los periodistas, ignorando lo que se ha escrito en español, le hacen el juego de presentarla como la héroe de la novedad. Pero los periodistas son presas de nuestra vorágine: no pretenden otra cosa que suscitar el mero interés en un mundo donde si no hay algo nuevo, la gente se muere de aburrimiento, al parecer. ¿Es así? Casi me atrevería a asegurarlo, aunque algunos de los que han dado eco amplio a la noticia gozan de mi estima. Opino que es evidente que se trata de un montaje sensacionalista --un simple argumento más-- aunque para una causa justa: llamar la atención en la Iglesia sobre su estructura “masculina”, “machista”, e injusta. Si la Iglesia no emplea a las mujeres en sus estructuras de mando, sufrirá graves detrimentos. Ahora bien, tal causa está defendida en este caso con argumentos de “novedad” que no es tal. Seguiremos otro día, el miércoles que viene, analizando con brevedad esta noticia sensacionalista, pero en sí verdaderamente irrelevante. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 22 de Septiembre 2012
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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