Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Dice usted que “tenemos pruebas claras” en 1 Cor de que los "espirituales" de Corinto profesaban ya una escatología presentista del tipo que luego desarrollaría el cristianismo joánico. En primer lugar querría saber si en su opinión los "espirituales" de 1 Cor son las mismas personas a quienes Pablo tachará de "pseudoapóstoles" en 2 Cor. En segundo lugar querría pedirle que expusiera - siquiera someramente - los indicios que ofrece 1 Cor para atribuir una escatología presentista a los "espirituales" de la comunidad de Corinto. RESPUESTA: 1. No, en absoluto. Los pseudo o súper apóstoles, como los denomina en 2 Corintios 11,5 (“No me juzgo en nada inferior a esos «superapóstoles»”) son unos misioneros judeocristianos venidos de fuera (parecidos a los que perturbaron la comunidad de Galacia y la levantaron contra Pablo) de los que se defiende en la llamada Carta A, la primera de las varias cartas, unas cuatro o cinco, de las que se compone 2 Corintios. De mi obra “Guía para entender Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino” (Trotta, Madrid 2015) entresaco lo que le interesa acera de estos pseudo apóstoles: Al parecer llegaron a la comunidad misioneros seguidores de Jesús de fuera (11,4.13), con cartas de recomendación (deducido de 3,1) y comenzaron a predicar un evangelio distinto al de Pablo (11,4). ¿Qué predicaban? En 2 Cor no queda tan claro como desearíamos. En líneas generales sus características más importantes eran las siguientes: • La tradición judía y la Alianza seguían siendo importantes, aunque no insistían en la circuncisión y los preceptos rituales de la Ley. • La renovación de la tradición judía y de la Alianza se había realizado en Jesús y continuado por el Espíritu. Prueba de ello eran los prodigios y manifestaciones espirituales que acompañaban a los nuevos misioneros. • El Cristo que predicaban era más un Cristo victorioso que el Cristo sufriente, y prestaban poca atención a la necesaria imitación cristiana de esos sufrimientos, a través de los cuales viene la gloria y la resurrección. Pablo recibió noticias de todo ello y le informaron además de que los misioneros nuevos le atacaban personalmente. Insistían en especial en que él no era un verdadero apóstol. Entonces escribió una primera carta para contrarrestar los efectos de la predicación de esos advenedizos. Una parte de esta misiva se ha conservado en 2,14-7,4 = que denominamos Carta A. Esta carta es una defensa o apología en toda regla de Pablo mismo como apóstol. En ella Pablo parece persuadido de que sus argumentos tendrán éxito. 2. De la misma obra, entresaco información al respecto de los espirituales: Los espirituales de Corinto parecían negar la realidad de la resurrección corporal futura (15,12), probablemente porque creían haber alcanzado ya la salvación que afectaba solo al alma/espíritu. La “resurrección” habría empezado ya en el presente (“escatología realizada”). La posesión del Espíritu unía al perfecto directamente con Cristo resucitado elevándolo sobre todo el mundo de lo terrenal. En una mentalidad helénica (y “proto-“ o “pregnóstica”) no es raro que surgiera la idea de una “resurrección” ya comenzada en esta vida: si el alma es ya espiritual, la revelación la hace aún más espiritual, menos apta para morir. La idea de la “resurrección adelantada” explica también por qué los espirituales pensaban que podían hacer lo que quisieran con el cuerpo (6,14): el alma ya había resucitado y el cuerpo no era más que materia sin interés destinada, quizás –queda obscuro-- a la aniquilación. Nada importaba. Es exagerado etiquetar a los de este grupo de espirituales corintios como “gnósticos”. Pero es verdad que sus ideas se asemejan notablemente a las que tendrán los gnósticos cristianos un siglo más tarde. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 25 de Abril 2016
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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