Notas
Escribe Antonio Piñero
Continúo comentando el libro de F. Bermejo, “La invención de Jesús de Nazaret”, de Siglo XXI, Madrid 2018. Transcribo de nuevo el conocido pasaje en el que Flavio Josefo menciona a Jesús, denominado “Testimonio flaviano” (Antigüedades XVIII 63-64), muy sujeto a discusión: “Por esta época vivió Jesús, un hombre sabio, si se le puede llamar hombre. Fue autor de obras sorprendentes y maestro de los hombres que acogen la verdad con placer y atrajo no solamente a muchos judíos, sino también a muchos griegos. Él era el Cristo. Y, aunque Pilato, instigado por las autoridades de nuestro pueblo, lo condenó a morir en cruz, sus anteriores adeptos no dejaron de amarlo. Al tercer día se les apareció vivo, como lo habían anunciado los profetas de Dios, así como habían anunciado estas y otras innumerables maravillas sobre él. Y hasta el día de hoy existe la estirpe de los cristianos, que se denomina así en referencia a él”. El pasaje fue ciertamente interpolado, en favor de Jesús, por escribas cristianos, después del 250 d. C. (momento en el que el teólogo cristiano Orígenes lo cita de un modo diferente). Eliminados, por renombrados estudiosos judíos (véase Louis Feldman, en la p. 48 del volumen IV de las Obras de Josefo de la Loeb Classical Library, de 1965), las frases más que dudosas, diría que imposibles, quedaría el texto así: “Por esta época vivió Jesús, un hombre [sabio]. Fue autor de obras sorprendentes y maestro de hombres que acogen la verdad con placer, y atrajo no solamente a muchos judíos, sino también a muchos griegos. Y, aunque Pilato, instigado por las autoridades de nuestro pueblo, lo condenó a morir en cruz, sus anteriores adeptos no dejaron de amarlo. Y hasta el día de hoy existe la tribu de los cristianos, que se denomina así en referencia a él”. John P. Meier en el vol. I de su magna obra “Un judío marginal”, argumenta que este texto josefino es neutro/neutral respecto a Jesús, o que incluso se denota que veía su figura con simpatía. Pero F. Bermejo argumenta en contrario que esa interpretación es meramente apologética. El texto josefino recuperado no es neutro, sino en el fondo negativo para la imagen de Jesús. Argumentos: · El códice Parisinus Graecus del siglo XV recoge una interesantísima variante, que casi nadie señala, pero que es muy probablemente auténtica. No escribe “Jesús» en la primera línea, sino “un cierto Jesús”, lo cual es despectivo. · Hay varias expresiones en el texto griego que son negativas: -Así “la designación de Jesús como «maestro de hombres que acogen la verdad con placer» tiene el siguiente griego subyacente: tôn hedonéi t’alethé dechoménon, que parece positiva, pero el sintagma t’alethé déchesthai es usada en contextos muy negativos en las Antigüedades de Josefo, para referirse al comportamiento tumultuoso de la multitud (XVII 3289; XVIII 6)”. -Igualmente el sintagma “atrajo… a muchos”, en donde se usa el verbo griego epágomai, que puede tener el sentido negativo de “descarriar”, o “seducir”. -Dígase lo mismo del uso del vocablo christianus, que en latín (y griego oficial) tenía ya una connotación (a finales del siglo I) a menudo de carácter político y a veces sedicioso. · En dos manuscritos de los siglo VIII y IX, de la traducción de Rufino de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, que cita el Testimonio Flaviano (I 11,7), se lee “y se creía que este era el Cristo” (latín: et credebatur esse Christus), lo cual es muy distinto del “Este era el Cristo” que aparece en el texto normal. Y argumenta Bermejo que lo más verosímil es que lo original estuviera en la traducción de Rufino (“se creía que…”; que duda de la mesianidad de Jesús por parte de Josefo) y que luego se cambiara, por algún copista, en “Este era el Cristo”, atribuyendo esta contundente afirmación al historiador judío. Por tanto, la expresión original de Josefo era muy probablemente “se creía que era el Cristo. · El contexto en el que se encuentra. Bermejo comenta la opinión, ya añeja de Eduard Norden que el texto josefino se halla en Antigüedades en una secuencia de sucesos acontecidos bajo Pilato, cuyo mandato es descrito como una serie de disturbios. Y cada sección de la lista contiene términos como “alboroto” o desorden”. Es más que plausible que un término parecido hubiese sido eliminado por los escribas cristianos del texto acerca de Jesús, que es el único de la serie que carece de esos términos. · Por último: un original josefino más bien negativo, no neutro, explica mucho mejor el que los escribas cristianos se decidieran a interpolarlo. En el conjunto de su argumentación Bermejo omite un argumento mío, que es decisivo, y que le hubiera venido muy bien, y que creo conoce perfectamente, porque lo he publicado anteriormente en el epílogo del libro “Existió Jesús realmente. El Jesús de la historia a debate”, Madrid, Raíces, 2008, p. 340, en el que Bermejo participó con dos capítulos. Últimamente, en un libro que no ha podido conocer el autor, ni yo el suyo porque aún no había salido (“Aproximación al Jesús histórico”, Trotta, Madrid, septiembre 2018, p. 31) he aumentado el impacto del argumento del siguiente modo, que cito literalmente: Casi todos los investigadores mencionan este famoso pasaje tal cual lo hemos transcrito al principio, aislándolo de su contexto y considerándolo en sí mismo, pero pocos hacen hincapié en el final del texto sobre Jesús que sirve de empalme con el siguiente y que me parece iluminador: “Y por el mismo tiempo (de Jesús) ocurrió otra cosa terrible (héteron ti deinón) que causó gran perturbación entre los judíos (ethorýbei toùs ioudaíous)”. Ciertamente el pasaje de Antigüedades XVIII 65 aclara mucho. De él se trasluce que el núcleo del testimonio de Flavio Josefo sobre Jesús estaba dentro de una lista de personajes y sucesos tristes y malos que impulsaron a los judíos a la desastrosa sublevación del 66 d.C. Por tanto, el historiador judío estaba dando unos breves toques sobre tipos dañinos para el judaísmo y en concreto menciona la vida de un personaje mesianista, Jesús de Nazaret, cuya existencia había causado daños al pueblo judío, pues había potenciado las expectativas mesiánicas; había contribuido notablemente al ambiente exaltado general que llevó al pueblo judío a la catástrofe del año 70 d.C.: destrucción de Jerusalén del pueblo, de gran parte del país, innúmeras gentes hechas prisioneras y esclavas, y muchos muertos. Flavio Josefo no tenía ningún interés en inventarse la existencia de un Jesús nefasto y colocarla dentro de una lista de personajes para él desastrosos. Luego, si eliminamos los retoques cristianos, el pasaje es un testimonio directo de la existencia de Jesús. Por tanto, el texto no puede eliminarse alegre y desenvueltamente de la discusión, como si todo él fuera un añadido voluntario, con ánimo falsario, por obra de un escriba cristiano que apoyaba así la existencia de un personaje que en el fondo era un puro mito. El argumento ser revela insostenible. Lo único que hizo el escriba cristiano fue manipular el texto y presentar a Jesús a mejor luz. Así el retoque consistió en a) eliminar un posible principio del texto que ponía a Jesús dentro de una lista de personajes indeseables; b) añadir tres frases (las arriba destacadas); c) cambiar la más que probable palabra de Josefo sophistés, “sofista” (Jesús era un sofista más) por sophós = “sabio”. Teniendo todo esto en cuenta, no es extraño que el texto de Josefo reconstruido por R. Esissler en su obra de 1931 Jesús rey que nunca reinó sea bastante plausible y haya comenzado del siguiente modo: “Por aquel tiempo ocurrió el inicio de nuevas perturbaciones: Jesús, varón sofista… (archè néon thorýbon)”. Si algún lector quiere leer ampliamente los argumentos de Bermejo respecto al Testimonio flaviano, puede acudir a mis Blogs de Periodista Digital o Tendencias21, utilizando el siguiente buscador: http://mynorte.com/cristoria , con el lema Testimonium Flavianum, del 12 al 26 de junio del 2013. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html P. D. Mi página Web www.antoniopinero.com, que hizo y mantiene el muy famoso webmaster Guillermo León (el mismo que hace la página oficial de IV Milenio, y creo que otras de Iker Jiménez) está ya al día, y puede consultarse también mi currículum, igualmente actualizado.
Lunes, 26 de Noviembre 2018
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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