CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo


Entre las muchas inverosimilitudes que contienen los relatos evangélicos de la pasión de Jesús, hallamos la doble mención, en el Evangelio de Marcos, de una conjunción de herodianos y fariseos, confabulados contra el predicador galileo.

Mc 3,6: “En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle”.

Mc 12,13: “Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra” (cf. el texto paralelo de Mt 22,16).

El primer problema que presentan estos textos es ya el significado del término “herodianos”. Ese término (Herodianoi) aparece únicamente en estos textos en la literatura del s. I. El historiador Flavio Josefo, por su parte, utiliza, en una sola ocasión, un término diferente. El único pasaje en que Josefo cita a “herodianos” no emplea el término Herodianoi, sino Hērōdeioi (¡el término griego, sin latinizar!).

¿Quiénes eran estos “herodianos”? Se han multiplicado las hipótesis al respecto, ya desde los tiempos de la Patrística. Probablemente, el término se refiere a siervos, oficiales o cortesanos de la dinastía herodiana, o de alguno de los miembros de esa dinastía en particular (en tiempos de la actividad pública de Jesús, obviamente de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea), y, en términos más generales, los partidarios de ese régimen, pertenecieran o no a un grupo o partido organizado.

A primera vista, parecería haber razones para prestar crédito a las noticias de Marcos. Al fin y al cabo, la actitud de Jesús hacia Herodes Antipas –al que, según los testimonios evangélicos, calificó de “zorro” (Lc 13,32) y del que, comprensiblemente, huyó (Antipas había ejecutado a su mentor)– no fue precisamente buena (como tampoco parece haber sido buena la actitud de Antipas hacia Jesús: la predicación de la venida de un reino inminente que no fuera el suyo propio debió de generar alarmante para el tetrarca).

Sin embargo, como han visto diversos estudiosos, hay razones poderosas para desechar la historicidad del relato de Marcos en este punto. Las principales razones son las siguientes:

1ª) Los herodianos aparecen repentinamente en la narrativa, y de modo igualmente súbito desaparecen de ella. Además, no desempeñan el menor papel en el cuerpo del relato. Todo indica (además, en ambos pasajes de Marcos, los fariseos son nombrados en primer lugar) que los pasajes son un producto redaccional.

2ª) Los herodianos son presentados unidos a los fariseos en un momento temprano en Galilea (3,6) y luego, poco antes de su ejecución en Jerusalén (12,13). La posición simétrica de estas dos historias de disputa en el Evangelio de Marcos parece reflejar sospechosamente la tendencia teológica que explica la muerte de Jesús como debida a la animadversión fundamental y por principio que este habría generado en las autoridades judías.

3ª) Mc 3,6 se presenta como reacción de fariseos y herodianos al hecho de que Jesús cura en sábado a un hombre con la mano paralizada. Ahora bien, tal reacción es históricamente increíble, aunque solo sea porque Jesús no vulnera en absoluto las prescripciones sabáticas. En este caso, Jesús no realiza acción alguna (no toca al hombre ni extiende su mano), sino que se limita a hablar. En ausencia de acción física, los fariseos (que diferían entre sí respecto a la observancia del sábado) no habrían podido verse escandalizados, menos aún lo bastante ofendidos para matar a nadie. Esta implausibilidad excluye, de modo concomitante, la participación de los herodianos.

En suma, si bien es más que plausible que partidarios o siervos de Herodes Antipas hayan jugado un papel en la vida de Jesús, los pasajes evangélicos sobre estos personajes parecen estar privados de toda credibilidad histórica.

Y, como ocurre en tantas otras ocasiones, la inverosimilitud histórica tiene consecuencias éticas: en este caso, el ennegrecimiento de enteros grupos judíos (fariseos, de la mano de herodianos), presentados con aviesas intenciones asesinas. Jesús, presentado como víctima a costa de denigrar a sus correligionarios.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Jueves, 17 de Febrero 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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