NotasEscribe Antonio Piñero Pregunta: Quería preguntarle si conoce al ex-cura y gran exégeta irlandés John Dominic Crossan..... y en tal caso si ha escrito Ud algo sobre él. RESPUESTA: Sí lo conozco y bien. He leído al menos tres obras suyas y las que más me han impactado son su obra acerca Jesús, Un campesino judío y el que hizo con B. L. Mack sobre la Navidad cristiana y sus relatos como parábolas que publicó “Verbo Divino” y que comenté en el Blog. Ahí tiene parte de mi valoración de este exegeta, que es positiva. Pero lo considero exagerado y unilateral. Mi imagen en conjunto está expresada en "Ciudadano Jesús" (www.ciudadanojesus.com). Pero le transcribo como complemento la parte dedicada a Crossan en el libro conjunto, editado por mí: Biblia y Helenismo. El pensamiento griego y la formación del cristianismo. El Almendro, Córdoba, 2006, y cuyo autor es el conocido exegeta Rafael Aguirre, de la Universidad de Deusto “A) Voy a comenzar por John Dominic Crossan porque su obra ha tenido una resonancia extraordinaria además de ser una interpretación completa del mensaje y vida de Jesús (The Historical Jesus. The Life of a Mediterranean Jewish Peasant, San Francisco 1991. El título de la traducción castellana omite un elemento importante del original: Jesús, vida de un campesino judío, Barcelona 1994). Crossan habla del cinismo judío y rural de Jesús. En efecto, su ministerio se desarrolló por las zonas rurales de Galilea y nunca aparece visitando los núcleos urbanos de Séforis y Tiberíades (ni tampoco, por supuesto, las ciudades paganas que rodeaban Galilea). Aquí hay una diferencia importante con el cinismo grecorromano que era urbano. Pero Crossan añade que la aldea de Jesús “estaba lo bastante cerca de una ciudad grecorromana como Séforis para que el conocimiento, aunque sólo fuera superficial, del cinismo no resultase en su caso ni inexplicable ni inverosímil” ( Jesús, p. 483). Como los cínicos Jesús desprecia el honor y el dinero, y era crítico con las instituciones del patronazgo y del clientelismo. El atuendo con que envía a sus discípulos tiene semejanzas evidentes con el de los cínicos, pero parece más radical. No deben llevar ni sandalias, ni dos mantos, ni bastón, ni pan, ni dinero, ni alforja (Mc 6,1-6 y par; Lc 10, 1-11 = de la Fuente Q). Jesús quiere que sus enviados, a diferencia de los cínicos, no vivan de limosna, sino que inviten a promover la comensalidad abierta; es decir, deben vivir de la hospitalidad que les ofrezcan y provocar así un estilo nuevo de relaciones sociales. Anuncian que el reino de Dios está presente, sin ninguna referencia al futuro, sino como una presencia efectiva en la comunidad, que se expresa a través de los milagros (magia) y de la comensalidad abierta y gratuita con el extraño. Jesús propone un igualitarismo religioso y económico que negaba a un tiempo, las normas jerárquicas y patriarcales de la religión judía y del poderío romano (obra citada, p. 483). Cuando esto sucede se hace presente el reino de Dios. Una de las cosas que más llama la atención en Crossan es la falta de toda vinculación del Reino de Dios en Jesús con el A T y con la tradición judía. En una obra posterior más breve y en la que ha divulgado los principales resultados de su gran libro sobre Jesús llega a decir: “Lo que Jesús llamaba el Reino de Dios y lo que Epicteto podía haber llamado el Reino de Zeus debe ser entendido como mensajes radicales que enseñaban y actuaban, que teorizaban y ejercían contra la opresión social, el materialismo cultural y la dominación imperial en los siglos primero y segundo” (Jesus: A Revolutionary Biography, San Francisco 1994, 121). El gesto de sacudirse el polvo de los pies en los lugares donde no son acogidos puede entenderse perfectamente a la luz de los gestos provocativos y hasta humorísticos que caracterizaban a los cínicos (QLc 10, 10-11). El dicho de cargar con la propia cruz, que puede parecer una proyección pospascual (Mc 8, 34 = Mt 16, 24 = Lc 9, 23; QLc 14-27 = Mt 10, 38; EvTom 55, 2b) es una imagen muy gráfica usada por Jesús, de las consecuencias que tendría seguir su estilo de vida contracultural, como se ve en un texto paralelo de Epicteto: “Si quieres ser crucificado, no tienes más que esperar. La cruz vendrá sola si parece razonable aceptarla, y resulta oportuno; habrá que tomarla y tu integridad se mantendrá incólume” (Disertación II 2, 20). En una obra muy reciente y amplia sobre el nacimiento del cristianismo (The Birth of Christianity, Edimburgo 1999) Crossan sale al paso de algunas críticas que se han hecho a su imagen de un Jesús cínico. Ciertamente matiza su opinión, pero se mantiene la dificultad principal que reside, en mi opinión, en su falta de enraizamiento en la tradición judía. ¿Como aclara Crossan su postura? (pp. 333-337) de la obra que acabamos de citar. Deja claro que habla en términos comparativos y no constitutivos. Lamenta que algunos, muy a su pesar, hayan pensado que clasificaba a Jesús entre los cínicos de su tiempo, como si fuese una descripción literal, cuando en realidad usaba “cínico” como un constructo teórico y un desafío paradójico. Lo que importa no es si el cinismo había llegado a la ciudad de Séforis y si Jesús lo conoció o no, sino la semejanza instructiva e iluminadora que se da entre Jesús y el cinismo, que no implica una relación histórica; especialmente útil le parece la comparación de Jesús y el cinismo en la crítica antimaterialista y antiimperialista. Un punto clave de Crossan es su negación de toda escatología apocalíptica (referido al futuro) en Jesús, pero en su obra reciente habla de una escatología ética, que también encuentra en los cínicos y que, si no me equivoco, equivale a un vuelco decisivo en la forma de vivir en el presente. Crossan reconoce que un judío que hubiese presenciado el ministerio de Jesús le hubiese considerado un profeta, pero un pagano que no hubiese oído hablar del reino de Dios lo hubiese considerado un cínico del estilo de Diógenes (p. 335 de la obra arriba cita en último lugar)”. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 1 de Abril 2016
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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