CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Acaba de salir en Sal Terrae. Un libro de Senen Vidal sobre el Nuevo Testamento. Estoy en un momento de mi vida de mucho interés por el estudio histórico de Jesús de Nazaret y su obra. Me gustaría consejo sobre sí la “Guía para entender el Nuevo Testamento” suya y la de Senen, se complementan, cuales son las diferencias y que aporta una que no tenga la otra. De cara a los neófitos su obra, me la han recomendado varios sacerdotes, si bien la de Senen ha causado expectación al editarse este enero. Agradeceré sus sabios comentarios ya que sigo, leo,reflexiono y me alimento de muchos de sus escritos,libros,videos,que me parecen de lo mejor que hay en estos momentos y que para los que necesitamos calidad y densidad,son como oasis en medio de este desierto.

R.:

Tienen y no tienen que ver.

La obra de Senén Vidal es una edición anotada del NT, con introducciones. La Guía es también una suerte de introducción al NT, pero con un sesgo más histórico-crítico e histórico-literario escéptico y más bien racionalista.

Son dos puntos de vista semiparalelos y se complementan el uno al otro.

Todas las obras que he reseñado de Senén Vidal en mis Blogs han recibido por mi parte algunas críticas, a veces fuertes, pero en general más bien positivas.
Aprecio mucho en general la obra de Senén.

Estoy leyendo esta obra de momento y en cuanto lea lo suficiente (son unas 1.500 pp), voya a hacer un comentario de ella

Pr.:

Tengo ciertas dudas para entender a Pablo/Saulo, pero mi duda gira en torno a Hechos de los Apóstoles 15:20 y 15:29 (parecidos a Génesis/Bereshit sobre las leyes noájidas o pacto con Noé) que se refiere a la carne de animales sin desangrar, con lo que estamos ante el proceso/precepto/mitzvá conocido en el judaísmo como Shejitá. Posteriormente leyendo en Corintios 10:25 y 10:27 se rehace lo anteriormente descrito en Hechos de los Apóstoles, es como si los gentiles tuvieran problemas para obtener la carne desangrada. Da la sensación de ir improvisando según iban surgiendo los problemas de la gente, dando importancia ya no tanto a la ley como precepto, sino más bien a la creencia en Jesús como punto principal y eliminar esos problemas que puedan ir surgiendo (clara demarcación del judaísmo como se expresa en Gálatas)
Por último la segunda pregunta es sobre Corintios 1ª 11:14 sobre el cabello que es otro aspecto que no comprendo debido a la dureza de su critica, que creo que se debe a una influencia romana, es decir, a una cuestión cultural. Lo expongo ya que el nazareato está descrito como santidad (números 6:8), así como las reglas del cabello en Vaikrá/Levítico. 19:27, Deuteronomio/Devarim 14:1 hay que acudir a Ezequiel 44/20 para encontrar algo que tampoco se ajusta al texto mencionado por Pablo/Saulo, ya que se indica únicamente a los sacerdotes. Si la cuestión de Saulo/Pablo es crear un \"pueblo de sacerdotes\" igualmente no puede mencionar el nazareato como algo deshonroso. Antes de finalizar, muchas gracias por su preciado tiempo y decirle que alguna vez he tenido la tentación de conocerle en la Universidad Complutense de Madrid donde he estudiado 5 años una licenciatura.

Pr.:

Son cuestiones que trato en mi obra “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”, que espero vea la luz en abril de 2015 en Trotta, Madrid.

Respecto a 1: La cuestión de la discordancia entre Hechos y Pablo es muy antigua. Aquí se inclinan normalmente los estudiosos en dar preferencia a Pablo. Creo probable, a tenor de que en Gálatas dice “no me impusieron nada” (es decir, no hubo imposición de leyes noáquicas) que la reunión de Jerusalén terminó con un pacto secreto de aceptar la no circuncisión de gentiles, sin más y más bien se insinuó probablemente un cierta separación de comensalidad.. Luego ocurrió el incidente de Antioquía (Gál 2,11-14) debido a que vinieron lo ¡¡s de Santiago imponiendo la separación de mesas y entonces, probablemente, trajeron una carta con la imposición para los gentiles de las leyes noáquicas.

En el siglo I d.C. había distintas “normas” para los judíos sobre compartir mesa con gentiles: los fariseos (normalmente siempre dentro de las fronteras de Israel) no comían en la mayoría de los casos con gentiles; los qumranitas jamás comían con extraños (1QS 6,17-21); algunos judíos no comían con gentiles (Hch 10,28); otros judíos sí lo hacían, sobre todo en la diáspora (Epístola de Aristeas 181-185). De todos modos, podemos obtener una conclusión interesante: incluso para Pedro –no sólo para Pablo— la ley mosaica en sus aspectos morales era de obligado cumplimiento, es decir, no había rompimiento alguno con el judaísmo; pero en los aspectos rituales y de pureza su observancia era más flexible fuera de Israel. Por tanto, no se trataba directamente de ingerir o no alimentos kosher, puros, es decir, de que Pedro no hubiera observado la Ley, sino de la comensalidad con gente que no era totalmente judía, incircuncisa, aunque fueran creyentes en Jesús. Ethnikôs en este caso sería aceptar comer con gentiles conversos en cuanto gentiles; y ioudaikôs sería negar, no participar en esta comensalidad. Lo que Pablo criticaba en Pedro era la ruptura de la unión de la nueva familia de Dios, compuesta de judíos que seguían siendo tales, y de gentiles conversos que, igualmente, seguían siendo gentiles, y que Pedro indirectamente siguiera apelando a las barreras étnicas y a la primacía del Israel puro en cuanto a la salvación.

De todos modos sea como fuere respecto a estos puntos oscuros, Pablo afea a Pedro el cambio de actitud: primero le había dado la razón en la reunión de Jerusalén --los gentiles convertidos a la fe en el Mesías se salvarán incluso sin cumplir la ley de Moisés completa--, pero luego se la quitó con su actitud en Antioquía: la salvación de los gentiles sería de segundo grado, puesto que eran impuros. Como la actitud de Pedro suponía aceptar que los rigoristas tenían razón, todo el concepto del evangelio de Pablo --en su importante idea acerca del cumplimiento de la Promesa a Abrahán con la incorporación de gentiles a Israel sin circuncidarse, en cuanto gentiles etc.-- se venía abajo. Por eso se enfadó tanto Pablo con Pedro.

El resto no creo que sea como Usted dice respecto a Pablo. No hay en Pablo ninguna clara demarcación y separación del judaísmo. Todo lo que Pablo dice aparentemente en contra de la Ley no va contra la Ley en sí (espere a leer mi libro) sino contra la exigencia del cumplimiento de la Ley completa a los gentiles convertidos a la fe en el mesías. Hay una parte de la Ley que es solo para los judíos (circuncisión, pureza de alimentos y pureza respecto al Templo) que no es para los gentiles. Lay cambia en época mesiánica. En mi libro lo justifico largamente con textos rabínicos incluso. El pensamiento de Pablo es mucho más profundo y coherente que la improvisación… ¡lo que ocurre que entender a Pablo no es fácil!

En síntesis, la posición de Pablo era: a) El invitado a casa de gentiles, si la comida era en sí pura y del mercado, no tenía por qué preguntar; b) Si el dueño de la casa decía expresamente que la carne había sido ofrecida a los ídolos, no la comía; c) Si le decían que estaba legalmente prohibida –por ejemplo, cerdo— tampoco la comía; d) No se preocupaba si la carne era o no producto de un degollamiento kosher, puro, del animal; e) No se preocupaba de la posible impureza de alimentos puros por presunto contacto con alimentos impuros.

Respecto a 2:

El Apóstol procura aquí regular y defender el orden de las asambleas cristianas tal como él lo entiende, según su mentalidad y tradiciones judías (v. 2: en general los corintios se acuerdan de sus palabras y conservan las tradiciones, con alguna excepción). Pablo está convencido de que es un orden que procede tanto de la razón natural como de la revelación. Si el Apóstol critica el que todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta afrenta a su cabeza, 5 y que toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada es porque en las reuniones litúrgicas de la comunidad de Corinto se hacía de esta manera.

Los gestos del varón y de la mujer indicados en los vv. 4 y 5 están atestiguados en la literatura --y por la arqueología— como gestos litúrgicos del mundo griego: el varón cubría su cabeza con un manto cuando estaba directamente implicado en el culto, y la mujer descubría su cabeza y soltaba su pelo en algunos ritos como los dionisíacos (S. Vidal, Las cartas originales de Pablo, 2002, 131).

Y Pablo no está de acuerdo con estas costumbres: la frase final de esta sección, No es esa nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios (v. 16), puede referirse o bien a su hábito de no discutir (¿?), o mejor a que no es tradición o costumbre que se proceda así en el resto de las “iglesias de Dios”; es decir, aquí en la comunidades fundadas por Pablo o afines se guardaba la tradición de hacer exactamente lo contrario al uso corintio: el varón oraba o profetizaba con la cabeza cubierta. La mujer, al revés.

La primera razón a favor de las costumbres judías se basa en la percepción de Pablo: tal costumbre deriva del orden natural de la creación, que no admite para él discusión: al varón le corresponde el pelo corto y a la mujer, el largo, ¡porque es así! La argumentación se repite al final del párrafo: vv. 13-15.

El segundo argumento es exegético: es una mezcla interpretativa de Gn 1,27 y de Gn 2,7-23, aunque insistiendo especialmente en el segundo. En Gn 1,27 se dice: Y creó Dios al hombre a imagen suya… y los creó macho y hembra. Pablo entiende “hombre” como “varón” y obvia la segunda parte del versículo en donde se dice que “hombre” es igual a “ser humano” ya que fue creado, a la vez, como “macho y hembra”. Si hubiera leído bien este texto, igualitario sin duda, quizás habría razonado de otra manera cuando argumente más tarde sobre la naturaleza secundaria de la mujer, por haber sido creada para el varón en un segundo momento, siguiendo al otro relato de la creación de Gn 2, muy divergente.

Saludos cordiales Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com

Martes, 10 de Febrero 2015


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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