Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Carácter doctrinal de los HchAnd Sobre el carácter doctrinal de los HchAnd me remito a los estudios ya repetidamente citados de Flamion y Prieur. Éste dedica un amplio capítulo al análisis del pensamiento teológico en los HchAnd (Acta Andreae, I 287-379). El Apócrifo no contiene una teología sistemática, aunque se mueve dentro de unas constantes entre las que destacan determinados conceptos. Hay, por ejemplo, una serie de antinomias muy marcadas, como el “antes” y el “ahora”, el tiempo de los dioses vanos y el del hombre nuevo (kainòs ánthrōpos: HchAnd 7,2). Las tinieblas ceden el paso a la luz (HchAnd 11,1), las potencias maléficas al don de Dios (HchAnd 11,2). El hombre cristiano pertenece a la transcendencia y está sobre la materia, el tiempo, el movimiento (HchAnd 33,2). El hombre es cautivo de su cuerpo (HchAnd 57,1). La vida es un conjunto de cuerpo y alma, mientras que la muerte es su separación (HchAnd 56,1). Es importante y necesario saber distinguir al hombre interior de su apariencia (HchAnd 57,1), preferir el amor de Dios a la hipocresía (HchAnd 58,2). Como fragmentos fuertemente parenéticos que son, no se observa en los discursos de Andrés (y mucho menos en los pasajes narrativos) ni una presentación sistemática ni una exposición de temas doctrinales concretos. Pesa más la exhortación que la fría presentación de aspectos teóricos. Así se afirma que el cristiano debe aceptar la palabra, creer en ella y fortalecerse con ella. Pero se da por supuesto que ya sabe el cristiano cuáles son los contenidos concretos de esa palabra. Podemos decir, en términos generales, que las parenesis de Andrés ni especifican ni concretan demasiado. Como si se tratara muchas veces más de actitudes genéricas que de prácticas o creencias concretas. El viejo contencioso sobre el carácter gnóstico o cristiano vulgar de los Hechos Apócrifos se ha decantado en los últimos estudios, por lo que a los HchAp se refiere, a favor del cristianismo popular en los ambientes de la época (s. II). Las oposiciones materia-espíritu, cuerpo-alma, celestial-terreno, interior-exterior, estable-pasajero, luz tinieblas y similares no contiene matices que no puedan entenderse dentro de los parámetros de la ortodoxia. Lo que sí es fácilmente perceptible es la fuerte tendencia, que Gregorio de Tours suele evitar cuidadosamente. La muerte del Apóstol está justamente motivada por su influencia en la actitud extremista de Maximila. Ella oraba a Dios diciendo: “Líbrame en adelante de la inmunda relación carnal con Egeates” (HchAnd 14,2). Y Andrés intercedía por ella pidiendo a Dios que la librara “de aquella mancha inmunda” (HchAnd 16,1). El amor por la castidad perfecta es en Maximila tan exagerado que al desear vivir castamente, no tuvo reparo en provocar una situación tan irregular como el poner a su esclava Euclía para que la sustituyera en el lecho conyugal (HchAnd 17-22). Los mismos esclavos que denunciaron los hechos ante Egeates le declararon que la conducta de Maximila se debía a que consideraba “la unión con él como una obra terrible y vergonzosa” (HchAnd 21,2). Se trata de una tendencia que tiene claros ejemplos en todos los HchAp, en particular, en los de Juan y Tomás. Y de la misma tenemos en el Nuevo Testamento el testimonio de la 1 Tim 4,2, donde se hace mención de aquellos que “impiden las bodas”. De todos modos, el historiador Eusebio de Cesarea, que es el primero que menciona los HchAnd, tenía de estos Hechos una impresión más bien negativa. Pues en el pasaje, ya citado, de su Historia Eclesiástica III 25, donde divide los escritos del Nuevo Testamento en tres categorías (aceptados, discutidos y heréticos), frente a los HchPl, por ejemplo, considerados como ilegítimos (nótha), los HchAnd van catalogados en la categoría de libros heréticos. Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 4 de Febrero 2010
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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