CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Hoy escribe Antonio Piñero


En los “Textos de las Pirámides” (texto base del 2500 a.C., definido por muchos como un tratado de teología antigua egipcia, pero que no lo es en sí, como veremos, sino un "mosaico" de escenas de la vida del faraón que describe cómo es él y por tanto su naturaleza, texto encontrado en una estela del siglo VIII a.C. pero que procede de la época va entre fines de la 5ª dinastía y la 8º, piensa que otra forma de Osiris es también la preside benéfica inundación del Río (por antonomasia = el Nilo; de esta inundación anual depende la vida de Egipto). Es claro de nuevo que Osiris era en la época neolítica una divinidad agraria y que conserva restos de estas concepciones. aquí la fecundación de la tierra por el agua de la inundación del Río.

En sus elementos estructurales el mito de Osiris corresponde (como puso de relieve Mircea Eliade) a lo que ya hemos señalado como propio de los dioses agrarios: sus características contienen siempre la unión sexual, la muerte y la resurrección.

Hago aquí un inciso en la tesis de Cervelló y paso a transcribir cómo presenta Osiris al público, José Ramon Pérez-Accino, actual profesor de Egiptología en le Universidad Complutense de Madrid y anteriormete de la Universidad de Londres) en la obra colectiva La verdadera historia de la Pasión, Editorial Edaf, Madrid 2008, cap. “Comer y ser comido. La muerte del dios en el Egipto antiguo”:

“La entrada en la historia de Osiris se produce, fundamentalmente, con su aparición en el corpus de textos religiosos conocidos como Textos de las Pirámides por estar situados en la cámara sepulcral y corredores de las pirámides reales de finales del Reino Antiguo, en torno al 2.250 a.C. (Los Textos de las Pirámides están estudiados en nuestra lengua por Molinero Polo, M.A. Realeza y concepción del universo en los Textos de las pirámides. Madrid. Universidad Complutense, Servicio de Publicaciones (2003)).

“Para cuando ello tiene lugar el Estado unificado egipcio ya tiene una larga existencia de más de medio milenio. Las estructuras estatales están desarrolladas y no se distinguen de las religiosas y la figura de Osiris aparece en esos textos religiosos de un modo neto y definido. El nombre de la divinidad sí parece que pueda leerse y traducirse, y se han propuesto varias hipótesis, a menudo excluyentes.

“La configuración jeroglífica de la palabra está relacionada con el verbo “hacer” (`ir, en egipcio) y el logograma que representa un trono, de manera que una traducción tentativa podría ser “el que hace el trono.” En este nombre vemos un claro reflejo del papel que la monarquía egipcia desempeña en los comienzos y en el desarrollo del Estado unificado como elemento aglutinante de las aspiraciones no sólo políticas sino también espirituales de los egipcios.

“Pero los Textos de las Pirámides no son una historia de la figura de Osiris, ni siquiera nos hablan de su vida. Estos textos están compuestos a base de recitaciones que se pronunciaban en determinadas zonas del sepulcro real, muy probablemente aquéllas en las que han aparecido en los ejemplos que nos han llegado. Se hace bastante difícil obtener una imagen coherente de la figura divina de Osiris a partir de estos textos.

“Una de las razones es que los Textos de las Pirámides no son un tratado religioso, sino una serie de afirmaciones referidas al monarca difunto y al proceso que le lleva a otra realidad diferente de la que deja atrás. Las menciones a Osiris en estos textos, así como las de cualquier otra divinidad egipcia, se justifican por su coherencia con la finalidad del texto.

“Por otra parte, la religión egipcia no se expresa tanto como un discurso narrativo cuanto con una serie de escenas descritas y señaladas con textos explicativos en los cuales la dimensión temporal, esencial para una narración, no existe o, al menos, está desdibujada y ocupa un lugar muy secundario. Pero esta dimensión temporal, el transcurrir del tiempo, es necesaria para poder concebir una biografía de un dios y, de hecho, en nuestra concepción de la divinidad, heredera de la tradición judía y griega, la identificación de una divinidad con la humanidad, el hecho de ser el hombre “imagen y semejanza” del dios, supone que el ser divino debe tener una biografía, su existencia debe anclarse en el tiempo. Para comprender la esencia y el mensaje de una divinidad debe comprenderse bien el sentido de su vida.

“En el mundo egipcio, por el contrario, no ocurre así. Los dioses egipcios carecen de biografía y ésta es una de las razones que con frecuencia nos impiden percibir claramente su sentido, dado que los estudiosos modernos tienen una acusada tendencia a asumir un concepto de divinidad más cercano al origen judío y griego.

“Este aspecto se pone de manifiesto de un modo especialmente claro cuando consideramos cuál es la fuente principal para el conocimiento de Osiris, la divinidad a la que hemos hecho referencia. Su importancia como divinidad funeraria no escapa hoy a nadie y no lo hizo en la Antigüedad a nadie que visitara las riberas del Nilo. No es de extrañar que un griego del s. II d.C., Plutarco de Queronea, se impusiese el empeño de escribir un relato sobre este dios y su esposa que reuniera de un modo coherente y articulado para una mentalidad griega las diferentes informaciones que, procedentes de diversas fuentes y épocas, habían llegado hasta ese momento (Una reciente traducción y estudio en nuestra lengua en Plutarco Isis y Osiris; nota introductoria y traducción de Frances Gutiérrez. Palma de Mallorca: Olateña, (2007)). Brevemente, el texto de Plutarco dice lo siguiente:

“Osiris reinaba benévolamente sobre Egipto, pero su hermano Seth tramó contra él, por envidia y maldad, una intriga asesina. Hizo Set un banquete y en él mostró una artística caja prometiendo regalársela al que cupiera en ella con exactitud. Osiris cayó en la trampa. Seth cerró la caja y la arrojó al Nilo con Osiris dentro, que se ahogó. Isis, su esposa, inició entonces una búsqueda y encontró a Osiris río abajo en la ciudad de Heliópolis.

“Tras unas cuantas vicisitudes, Seth se apoderó del cadáver que tenía Isis y lo troceó en catorce partes que esparció por Egipto. Isis las buscó de nuevo desesperadamente y logró encontrarlas todas, menos los genitales. Entonces se le ocurrió colocar a su marido una substitución de ellos en oro puro. Osiris “revivió” después de esta recomposición, y llegó a ser rey del mundo subterráneo, es decir, se trata de una vida pero a medias ya que no sube a la superficie. Aunque el estado de Osiris es estar en el reino de los muertes, tiene algunas actividades de los vivos, porque en esta tesitura Isis se queda embrazada de su marido y da a luz al hijo de ambos, Horus.

“Su hijo, Horus, con Isis, su madre, se vengaron de Seth. Como Osiris quedó para siempre como rey en el mundo subterráneo, los ritos funerarios de Egipto preparan a todos los difuntos para ir allí junto al dios y gozar de la inmortalidad posible en ese ámbito.


Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Sábado, 28 de Mayo 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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