CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

El 29 de noviembre de 2009, en una votación realizada en la Confederación Helvética, un 57’5% de votos llevó a introducir en la Constitución federal la prohibición de construir nuevos minaretes en el territorio nacional. Sobre este curioso acontecimiento, véase ahora Los minaretes de la discordia. Pistas para superar la islamofobia, P. Haenni – S. Lathion (dirs.), Icaria, Barcelona, 2011.<!--more-->

El elemento arquitectónico que es el alminar o minarete, ya emblemático de la arquitectura musulmana, no se remonta los orígenes del Islam, de un modo parecido a como las iglesias y catedrales no son contemporáneas de los orígenes del cristianismo.

Es solo a partir del s. VII cuando se tienen los primeros testimonios de la existencia de los minaretes en la historia del islam. Desde entonces, han sido un elemento constante de las mezquitas construidas en gran parte del mundo musulmán.

De acuerdo con algunos textos de la tradición árabe, el primer edificio en recibir ese nombre proviene del 665 en la ciudad siria de Bosra; según otros, el primero habría aparecido en la mezquita de Damasco en el año 705. Una inscripción árabe descubierta en Bosra sobre un bloque de basalto contiene la mención de un minarete construido, junto a la mezquita, en el año 102 de la Héjira, o 724 e.c., por el califa omeya Yazid II.

El hecho de que la aparición de los minaretes parezca estar conectada con la dinastía Omeya, que desplazó pronto la capital política del islam de La Meca a Damasco, sugiere la posibilidad de que en los minaretes haya tenido influencia la arquitectura de las iglesias sirias, muchas de ellas dotadas de torre.

Los minaretes –cuadrados (los más antiguos), cilíndricos o poligonales – cumplen varias funciones. Por un lado, sirven para llamar a la oración en las cinco ocasiones canónicas, para indicar de forma visible la ubicación del lugar de oración, y, al mismo tiempo, para proclamar, con su altura, la presencia del islam. Simbólicamente, representa la elevación del hombre hacia Dios, pero cuando aparece en solitario junto a una mezquita puede representar al Dios Único y, por tanto, dar fe del postulado central del islam, el tawhid o “unicidad” de Dios.

Las dos palabras (ambas de género femenino) que en árabe designan el minarete testimonian sus dos funciones principales. “Maadhana” remite al “adhan”, la llamada a la oración y el luar en que instala el muadhin o almuédano. El otro término, “menara” o “minar” (del que procede precisamente “minarete”) designa una torre vigía.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Jueves, 24 de Marzo 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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