NotasHoy escribe Antonio Piñero Seguimos de la mano de Paolo Sacchi (Historia del judaísmo en la época del Segundo Templo, Trotta, Madrid, 2004), que ha estudiado bien la historia, religión y religiosidad de este período en el judaísmo, con la exposición del nuevo sesgo y del impulso/crecimiento que adquieren las ideas en torno al “mesías” a partir sobre todo de la crisis espiritual que desembocó en la insurrección de los Macabeos. Fue esta época tiempo de abundantes guerras entre Egipto y Siria (es decir, entre los reinos sucesores de Alejandro Magno: Lágidas y Seléucidas) que se disputaban entre otros el dominio sobre la franja palestina. Ante la inseguridad, las injusticias y matanzas, unidas al deseo general de los judíos de no dejarse asimilar por el espíritu griego, las esperanzas de salvación se tornan con más fuerza hacia el cielo. Los sabios de la época sadoquita (es decir, la que va desde la vuelta del exilio en Babilonia hasta la gran rebelión macabea hacia el 167 a.C.; se trataba de una teocracia gobernada por sumos sacerdotes descendientes de Sadoc, el sacerdote de David) habían preparado con su teología la idea de la nueva intervención divina, más o menos directa, en los asuntos de la tierra. Creían ya en una presencia de Dios entre los hombres que debía realizarse plenamente por ejemplo a través de la mediación de la Sabiduría, más o menos hipostasiada, cuya función era llevar al mundo de los hombres cierta justicia divina: la felicidad y el juicio contra los malvados. Proverbios 1,20-32; 8,1-9,6 lo indican claramente: g[ 1, 20 La Sabiduría clama por las calles, por las plazas alza su voz, 21 llama en la esquina de las calles concurridas, a la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos: 22 «¿Hasta cuándo, simples, amaréis vuestra simpleza y arrogantes os gozaréis en la arrogancia y necios tendréis odio a la ciencia? 23 Convertíos por mis reprensiones: voy a derramar mi espíritu para vosotros, os voy a comunicar mis palabras. 24 Ya que os he llamado y no habéis querido, he tendido mi mano y nadie ha prestado atención […] 26 también yo me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando llegue vuestro espanto, 27 cuando llegue, como huracán, vuestro espanto, vuestra desgracia sobrevenga como torbellino, cuando os alcancen la angustia y la tribulación […] 33 Pero el que me escucha vivirá seguro, tranquilo, sin temor a la desgracia.» 8,1 ¿No está llamando la Sabiduría? y la Prudencia, ¿no alza su voz? 2 En la cumbre de las colinas que hay sobre el camino, en los cruces de sendas se detiene; 3 junto a las puertas, a la salida de la ciudad, a la entrada de los portales, da sus voces: 4 «A vosotros, hombres, os llamo, para los hijos de hombre es mi voz. 8,22 «Yahvé me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. 23 Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra […] 27 Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo […] 30 yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, 31 jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres.» 32 «Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos. ]g « 9:1 La Sabiduría ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas, 2 ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado también su mesa. 3 Ha mandado a sus criadas y anuncia en lo alto de las colinas de la ciudad: 4 «Si alguno es simple, véngase acá.» Y al falto de juicio le dice: 5 «Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado; 6 dejaos de simplezas y viviréis, y dirigíos por los caminos de la inteligencia.» » Comenta Sacchi: En esos momentos surge la necesidad de que Dios mismo venga un día a habitar entre los hombres, porque sólo Él parece poder garantizar el contenido de lo que nosotros llamamos la esperanza mesiánica: la felicidad en la tierra unida a una vida religiosa plena cumplidora de la Ley. Este movimiento de espera mesiánica se encuentra documentado en su formulación más completa en el Libro de los Jubileos. Dios mismo deberá bajar un día a los hombres para dar vida a una renovación total del cosmos: « Hasta que yo (Dios) descienda (a la tierra) y more con ellos (los hombres) por los siglos de los siglos… Y el ángel de la faz… tomó las tablas de la distribución de los años desde la creación, (las de la) Ley y la revelación de los septenarios y de los jubileos según cada año… desde el día de la nueva creación –cuando los cielos y la tierra y todas sus criaturas sean renovados según las potencias celestiales y según la creación terrestre– hasta el día que sea creado el santuario del Señor en Jerusalén, sobre el monte Sión, y se renueven todas las luces (los astros) para remedio, salvación y bendición de todos los elegidos de Israel, y así sea desde aquel día por siempre en la tierra (Libro de los Jubileos 1,26 y 29; Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 19 vol. II, 1982, pp. 82-83). » La nueva creación será una renovación total que afectará a todo el cosmos, desde el santuario de Jerusalén hasta los cielos y sus astros, que por fin dejarán de enviar a la tierra sus influjos maléficos. Seguiremos con más textos y más comentarios. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com …………….………………… Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema: “En el último tercio del siglo I sólo había dos tipos importantes de cristianismo” Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha. Saludos de nuevo.
Lunes, 22 de Junio 2009
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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