NotasHoy escribe Antonio Piñero La cuestión que enuncia el título puede transformarse en la pregunta: ¿quién es realmente el fundador del cristianismo? Algunos estudiosos opinan que ni siquiera es lícito plantearse la cuestión del fundador del cristianismo puesto que la constitución de éste como nueva religión fue un fenómeno lento y complejo en el que intervinieron múltiples factores. El cristianismo, argumentan, nunca fue una realidad estática, sino dinámica, sincrética –es decir, buena asimiladora de ideas religiosas de su entorno— y contradictoria. Por ello no hubo, ni pudo haberlo, un único fundador, sino varios. Esta observación es cierta, pero hay momentos de la evolución del cristianismo en el que se dan pasos trascendentales, constituyentes, y uno de esos lo dio Pablo. La cuestión debería formularse, pues, de otro modo: ¿fue Jesús el impulsor de una ideología religiosa que posteriormente, gracias a sus ideas y sin cambios sustanciales, se convertirá en el cristianismo? O ¿tiene esta religión unas características tan peculiares respecto a la religión de Jesús y su concepto de la salvación del ser humano que debe considerarse como una entidad en muchos e importantes puntos nueva y casi “autónoma”? Como el planteamiento que aquí planteamos es sintético –habría que escribir un libro entero sobre el tema- vamos simplemente a ofrecer una pista, pero importante. Consideraremos algo esencial, un elemento clave, en una religión, qué idea se tiene de la salvación del ser humano, cómo se concibe la salvación, y comparemos a Jesús de Nazaret y Pablo, y vemos si son análogas o no. Una verdadera diferencia ofrecería materia de reflexión. A. El concepto de la salvación en Jesús Ante todo el maestro de Nazaret pensaba que la salvación habría de venir de la observancia de la ley divina, la Torá de Israel, pero en sus líneas más profundas y esenciales, tal como él había intentado elucidar en sus discusiones con otros rabinos de su tiempo. Dentro de la observancia de la Ley Jesús buscaba la pureza en su relación con Dios, pero no entendía el binomio pureza / impureza como la mayoría de los fariseos de su época, sino que procuraba ante todo aquella pureza interna y esencial que sale del corazón. En esta línea, la salvación, según Jesús, era convertirse, volverse a Dios de corazón, de modo que con este acto se perdonen los pecados pasados, se esté totalmente abierto y dispuesto para aceptar la venida del reino de Dios sobre la tierra con un desprendimiento absoluto de los bienes materiales y de cualquier otro impedimento psicológico que puede cerrar el corazón a las exigencias de conversión plena y absoluta que exige la preparación y venida del Reino; incluso si es necesario hay que prescindir de la propia familia. La salvación es pues entrar en el reino futuro de Dios. A la hora del gran Juicio final (último paso de la salvación) Dios valorará mucho más el amor al prójimo, la entrega generosa a él y el respeto hacia los demás, el abstenerse de juzgar al prójimo, que el cumplimiento escrupuloso y angustiado de las normativas humanas que desmenuzan, no siempre con acierto, lo esencial de la Ley. El ejemplo más claro se halla en Mt 25,31-46: "Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. 32 Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; 36 desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. "37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿O desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles; 42 porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna". Para la interpretación de este pasaje, téngase en cuenta que esta escena es una composición del evangelista, que representa el pensamiento en líneas generales de Jesús, pero que contiene retoques de su teología propia. Así, aquí se omite que antes del juicio final y de la vida eterna ha tenido lugar sobre la tierra de Israel la venida del reino de Dios y que éste ha durado un cierto tiempo; es temporal. El gran juicio final es el acto último después de este reinado del mesías sobre la tierra e inaugura la “segunda fase” del Reino, después del Juicio, en el cielo. Esta fase será ya eterna. Segundo: el “Hijo del Hombre” en la teología de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) es asimilado a Jesús. Sin embargo, no estamos absolutamente seguros de que Jesús en realidad no pensara en otra figura celestial como ayudante de Dios en el Juicio, distinta de sí mismo. Pero en líneas generales era así como un judío y un judeocristiano piados podía representarse el gran Juicio final que coronaba el proceso de salvación. En la próxima semana consideraremos el concepto de la salvación en Pablo de Tarso y lo compararemos con el de Jesús. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com En el otro blog, "El blog de Antonio Piñero" el tema es: "El apóstol Juan en los escritos canónicos. Juan en el grupo de los íntimos de Jesús" Saludos de nuevo.
Lunes, 17 de Mayo 2010
Comentarios
|
Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
Secciones
Últimos apuntes
Archivo
Tendencias de las Religiones
|
Blog sobre la cristiandad de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |