CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

En la disciplina de la historia, y en general en el ámbito de la ciencia, el valor de una hipótesis radica en su simplicidad y su valor explicativo, pero también en su capacidad de responder satisfactoriamente a las objeciones y anomalías a las que se enfrenta –o a las que se la enfrenta–.

Como he señalado en alguna ocasión, la hipótesis de que el galileo Jesús de Nazaret estuvo implicado en ideología y/o práctica de resistencia anti-romana, a pesar de su enorme capacidad explicativa, suscita un profundo rechazo en muchas personas, que han multiplicado objeciones para intentar desacreditarla.
El hecho de que las objeciones se multipliquen es muy comprensible, según algunos, porque la hipótesis carece de fundamento; según otros, en cambio, porque la admisión de la hipótesis pone en cuestión creencias profundamente arraigadas y sentimientos no menos arraigados. En cualquier caso, la hipótesis se beneficia de tales objeciones cuando es capaz de responderlas de manera plausible.

Una constatación muy elemental es la de que quienes rechazan por principio la hipótesis acumulan objeciones sin cesar, sin reparar suficientemente en el fundamento empírico (en nuestro caso, textual) de la hipótesis, en su capacidad explicativa, y en los eventuales gravísimos defectos de las soluciones alternativas.

Esta constatación invita a responder sistemática y simultáneamente a las objeciones habituales a la hipótesis, con el objeto de que quienes se aproximan a la cuestión con voluntad de verdad y sine ira et studio, puedan sopesar –repitámoslo: tras haber comprendido el fundamento empírico, la capacidad explicativa, y la fragilidad argumentativa de las alternativas– tranquilamente la capacidad de la hipótesis para dar cuenta de las objeciones habituales.
Ello ha llevado al autor de estas líneas a publicar el artículo “Has the Hypothesis of a Seditionist Jesus Been Dealt a Fatal Blow? A Systematic Answer to the Doubters”, Bandue 7 (2013), pp. 19-57 (un número correspondiente en efecto a 2013, pero que ha aparecido con un año de retraso). Aunque este artículo no presenta la totalidad de la hipótesis –cosa que el autor hace en un trabajo mucho más extenso que está en prensa en el Journal for the Study of the Historical Jesus, y que será publicado en dos partes–, responde provisionalmente a la veintena de objeciones que cabe detectar tanto en el ámbito académico como en el popular.

Entre ellas cabe mencionar, por ejemplo: Si Jesús hubiera estado implicado en ideología y/o actividad anti-romana, ¿acaso no dispondríamos de más testimonios al respecto? ¿Cómo podría Jesús haber abogado por una resistencia (acaso violenta) al Imperio, si parece haber pensado que la instauración del Reino sería asunto reservado a Dios mismo? ¿Cómo es posible hablar de ideología anti-romana en un autor cuyas críticas parecen haberse dirigido más bien a las autoridades sacerdotales de Jerusalén? ¿No será que los aparentes indicios de implicación política del galileo dependen de una malinterpretación de su mensaje? ¿Acaso Jesús no rechaza la violencia, según Mt 26, 52-53? ¿No es cierto que el mensaje del “amor a los enemigos” (Mt 5) pone a Jesús más allá de los antagonismos políticos de su tiempo?

Dado que no siempre es fácil tener acceso a las revistas científicas, los lectores que lo deseen pueden consultar desde ahora libremente el artículo citado, y otros muchos del autor, sobre la figura histórica de Jesús y sobre sus otros ámbitos de investigación, en el siguiente enlace a una página recién abierta:

https://uned.academia.edu/FernandoBermejoRubio

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 17 de Septiembre 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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