CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
El Evangelio de Juan. La construcción de un texto complejo: orígenes históricos y proceso compositivo (580- 01)
Escribe Antonio Piñero


Estoy en deuda profunda con el autor de este libro, cuyo título es exactamente el de esta postal, mi colega de la Universidad de Zaragoza, Gonzalo Fontana Elboj. Aunque la materia a la que se dedica preferentemente sea la “Filología latina”, tiene sin embargo, notables contribuciones al estudio del cristianismo primitivo. Y, aunque lo he mencionado varias veces (y recordarán los lectores que ha aparecido en este Blog una serie sobre la condena a las fieras de los cristianos en la época de Nerón, no me había decidido a escribir una reseña hasta haberlo leído lentamente dos veces de arriba abajo, con subrayados y comentarios en las márgenes. Sin duda es señal de que es un buen libro el que merece una segunda y detenida lectura.

El libro está publicado por la Universidad de Zaragoza (“Prensas de la Universidad”), colección Monografías de Filología Clásica, nº 24, Zaragoza 2014. 301 pp. ISBN 978-84-16028-90-0. Los resultados de este libro deben contrastarse con el de S. Vidal, “Evangelio y Cartas de Juan. Génesis de los textos juánicos”, Editorial Mensajero, 2013, que reseñé los día 11 y 12/10/2013 (465-466).


En 2013 Escribía yo:

“Propongo a Senén Vidal que --una vez que ha realizado este magnum opus de la disección
histórico-literaria y de crítica de fuentes del Cuarto Evangelio, que lleva a notables resultados sobre la composición por estratos de este escrito-- aborde en un segundo libro, cuando tenga tiempo, una aclaración global del propósito del Cuarto Evangelio, de los temas o cuestiones básicos de este escrito y de su intención de enmendar a los Sinópticos, por la vía no de criticarlos directamente (esto lo señala bien S. Vidal) sino por el modo muy judío de componer otro texto que se opone directamente a lo que se pretende criticar. Los temas a tratar podrían ser los siguientes:

“¿Por qué hay un cambio radical en la perspectiva del Jesús histórico en este escrito, tan teológico, de tal modo que en la reconstrucción de la figura de Jesús apenas puede usarse el Cuarto Evangelio --salvo en datos muy puntuales, importantes sí como el Relato de la Pasión—para la reconstrucción del Jesús histórico? ¿Por qué presenta a Jesús como la sustitución y superación del judaísmo? La razón externa –la expulsión del judaísmo y la tensión consiguiente-- la sabemos; pero el cambio es tan radical que necesita ulterior explicación.

“El trabajo de S. Vidal corrige ciertamente la visión muy cerrada de Rudolf Bultmann en su célebre Comentario al Evangelio de Juan. Pero, ¿por qué no menciona en absoluto la hipótesis protognóstica? En síntesis: existe una atmósfera protognóstica antes de nuestra era (su origen: judíos marginales; comienza con el libro del Génesis explicado con categorías del Timeo). El vocabulario de esta atmósfera religiosa protognóstica es usado por Pablo y los autores del Evangelio del Evangelio de Juan. Esos mismos conceptos aparecen luego en la gnosis cristiana, que surge unos 40 años después de la publicación de la revisión última del Cuarto Evangelio. ¿Por qué? Por qué se produce una transformación de la tradición juánica entre E1 y E2 que coincide con la atmósfera protognóstica? ¿Sólo por haberse imbuido los autores judíos del IV Evangelio de la tradición de la Sabiduría y de la mística judía, en el fondo helénicas? Me parece poco suficiente.

“¿No podría interpretarse el himno básico reconstruible de Juan 1,1-18 como un midrás judío Génesis 1, con el transfondo de las especulaciones sobre la Sabiduría? La tradición eucarística en una dimensión sacramental es una influencia del paulinismo ya en Marcos, tendencia continuada en Juan 6,51-58. Como he sostenido, Mateo es paulino y 1 Pe, igual. Habría que discutir lo siguiente: me parece que la explicación básica para aclarar las diferencias señaladas entre el Cuarto Evangelio y los Sinópticos podría ser: Juan conoce ciertamente si no los evangelios anteriores, sí al menos la tradición sinóptica que está detrás de ellos y forma su base; pero no la utiliza tal cual, sino que la repiensa, la reelabora y la reescribe al estilo del judaísmo de su época (hay muchos ejemplos). Me parece que Juan conoce la tradición sinóptica y que la interpreta simbólicamente (Dicho sea de paso: en la Antigüedad sólo se interpretan simbólicamente los escritos que tienen ya un aura de sagrados. La utilización de la tradición sinóptica de un modo simbólico por parte de los autores –ejemplo: “No se refería al Templo, sino al templo de su cuerpo”: Jn 2,21— es el primer indicio racional de la canonización de los Sinópticos… ¡mucho antes de lo que se piensa!).

“¿Por qué repensó Juan y reescribió la tradición sobre Jesús? No es posible saberlo con exactitud. Pero la respuesta debe hallarse en que pensaba que otros escritos evangélicos anteriores no habían presentado de modo adecuado las tradiciones sobre Jesús. Más explícitamente: frente a la imagen de Jesús de Marcos, Mateo y Lucas, el autor del Cuarto Evangelio pretendía probablemente ofrecer una interpretación más completa, profunda y exacta de lo que en su opinión fue realmente el personaje. Como ocurría con Mateo y con Lucas, el autor del EvJn escribe su obra para enmendar conscientemente la plana a sus predecesores. Sin preocuparse por refutar expresamente a sus antecesores. Este hecho es importante e iluminador ya que una polémica expresa contra los Sinópticos no aparece en el Evangelio. No los considera “falsos”, sino simplemente “corporales” o “carnales”, superficiales.

“El principio que mueve a los autores del Cuarto Evangelio es el mismo que ha propiciado hasta ese momento la evolución de la cristología y está expresado indirectamente en el evangelio mismo: la verdadera imagen de Jesús sólo se comprende bien tras su muerte. Dice Jesús en 14,26: “Esto es lo que tenía que deciros mientras estaba con vosotros; el abogado que os enviará el Padre en mi nombre, el Espíritu santo, ése os enseñará todo y os irá recordando todo lo que yo os he dicho”. Igualmente en la interpretación de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén: “Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento. Pero cuando Jesús fue glorificado, cayeron en la cuenta de lo que estaba escrito sobre él y qué era lo que habían hecho” (12,16). Finalmente, en 13,7 Jesús dice a Pedro en el lavatorio de los pies: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; lo comprenderás más tarde”. Es claro que sólo gracias a la iluminación del Espíritu que se otorgará a los discípulos tras la muerte y resurrección del Maestro, se percibirá el verdadero significado de lo que hizo, dijo y representó Jesús. Por tanto, parece que el autor del evangelio afirma con claridad que él ha escrito un evangelio tal como se debe ver a Jesús tras la muerte de éste con la ayuda del Espíritu (el Paráclito que “guía hasta la verdad completa”: 16,13) prometido por el Maestro. Con otras palabras: el evangelista puso por escrito lo que Jesús hizo y dijo en vida, lo que significó su figura y misión, pero todo visto a través de la fe, fortalecida por el Espíritu Santo.

“¿Qué puntos de vista añade, “corrige” o enmienda el Cuarto Evangelio al material sinóptico? Pienso que los siguientes (pregunta: ¿qué tienen que ver con el Jesús histórico?)

• Jesús es un ser preexistente; Hay unidad sustancial entre el Padre y el Hijo; El ser divino preexistente se encarna (1,14), es enviado por el Padre al mundo (3,17; 17,3, etc.; la idea de envío aparece 37 veces en el EvJn), revela por medio de sus palabras (7,16; 17,8, etc.) y retorna al cielo, de donde procede (6,62; 16,5, etc.).

• Jesús no es sólo rabino, profeta, mesías, hacedor de milagros, sanador, sabio experto en la Ley, etc., como dicen los Sinópticos, sino ante todo Luz, Camino, Verdad, Vida, Pastor, Revelador. Ese Revelador inhabita dentro del que cree en él. La cruz y la resurrección ceden en importancia ante la autorrevelación de Jesús.

• No hay que esperar a la muerte, a la resurrección y al juicio final para completar el ciclo de la salvación. El que cree experimenta la salvación y la resurrección ya en este mundo (3,18.36). El que no cree está ya condenado, antes de morir (5,24s). La “escatología de presente” es la conclusión lógica de la cristología johánica: la “hora” de Jesús ha venido ya (12,23); el Diablo ha sido derrotado ya (12,31; 16,11);

• Hay una velada (¿?) crítica a la teología de los Sinópticos concretizada en una nueva visión de los sacramentos, en especial el bautismo y la eucaristía.

“Conforme a mi crítica, creo que hay que profundizar más en el suelo de origen del Cuarto Evangelio. Hay tres opiniones básicas.

“1. Unos opinan que la presentación de Jesús por parte de Juan sigue las pautas de las especulaciones judías helenísticas en torno a la Sabiduría personificada (libros de los Proverbios [8, 22-31] y Sabiduría [7,22-8,1]), haciendo de Jesús la Sabiduría encarnada. Esta teología fue perfilada y complementada por Filón con sus ideas sobre el Logos divino.

“2. Otra rama de la investigación defiende que el mundo del Cuarto Evangelio tiene muchas concomitancias con el pensamiento y la teología de los esenios de Qumrán, y que en este ambiente encuentra su mejor acomodo. Así, son sorprendentes ciertos paralelismos de vocabulario, como “espíritu de verdad” (Jn 14,17 = a 1QS 4,21) y “luz de vida” (Jn 8,12 = a 1QS 3,7), entre el Evangelio y los escritos de Qumrán, y sobre todo el dualismo de luz/tinieblas, verdad/error que tanto los manuscritos del Mar Muerto como el Evangelio de Juan comparten.

“3. Otros sostienen que el mundo ideológico del Cuarto Evangelio se enmarca en los comienzos de la “gnosis”. La “gnosis” sería todavía en el siglo I una atmósfera espiritual (cf. cap. *), no un sistema religioso-filosófico bien constituido (a este último estadio se le designa como “gnosticismo”, más que como “gnosis”). Según esta opinión, la figura del Jesús-Logos que desciende al mundo, se encarna, revela la salvación y luego asciende al Padre es muy parecida a la imagen que la gnosis tiene del Redentor / Revelador / Salvador. Creo que estos tres puntos de vista no son necesariamente excluyentes sino más bien complementarios entre sí”.

Pues bien, me ha parecido absolutamente esta autocita como recordatorio de ideas expresadas antes de leer el presente libro de Gonzalo Fontana, pues opino que responde a muchas de estas preguntas (ciertamente no a todas, ya que es un volumen constreñido por el número de páginas que normalmente ahora te imponen las editoriales). Y puedo escribir ya como adelanto a mi reseña que participo prácticamente en un 95% de las ideas de Gonzalo Fontana en este libro.

Me parece que el texto conclusivo del libro merece ir como frontispicio de lo que es y pretende este libro. Cito: “Si en algún momento hemos podido abrigar la ilusión de haber realizado algún aporte significativo a la historia del texto del Evangelio de Juan e incluso a la del cristianismo primitivo, sin embargo, somos conscientes de que se trata de una cuestión muy compleja, muchos de cuyos pormenores permanecen todavía en la más absoluta obscuridad.

“De ahí que sepamos que nuestra construcción carece por completo de la condición de certeza histórica. Con todo, si algún valor puede tener nuestra tarea es el de haber tratado de desarrollar un relato con arreglo a criterios rigurosos y coherentes. Esperamos haber logrado algún éxito en nuestra empresa”.

Me parece que estas líneas son un modelo de lo que puede ser la terea de la historia antigua, pues la exégesis y las reconstrucciones de los trasfondos de un texto, etc., no son más que pura historia.

Saludos cordiales Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

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Por si interesara a alguno:

Adjunto el enlace de la segunda parte de la entrevista.

Puede verlo en: http://elgranodemostaza.com/articulos/profesor-antonio-pinero-2a-parte/

Saludos de nuevo

Jueves, 21 de Mayo 2015


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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