Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Concluimos el comentario al libro de Sergio Rosell con una crítica global. ¡Líbreme Dios de criticar el uso de las ciencias sociales para entender mejor a Pablo y en general a todo texto que nos ha legado la Antigüedad! Sin duda que es así y es un verdadero adelanto en la comprensión. Y la exégesis ha pecado, sin duda también, de hacer sólo crítica ideológica. Pero, a pesar de los argumentos de Roseel, yo propondría una visión de lo que desea decir Pablo con el himno de Flp 2,6-11, que no niega lo dicho por nuestro autor, pero que lo precisa dándole una vuelta y haciendo que se vea desde otra perspectiva. Y es ésta: lo que ha escrito Rosell en su exégesis “social” no es la perspectiva de Pablo, sino la que tendría Lucas, o cualquier otro cristiano desde la idea de que la parusía de Jesús mesías se retrasa indefinidamente: entonces hay que formar una “nueva identidad cristiana” porque la iglesia está asentada ya en el mundo y debe hacerle frente de algún modo. Entonces como ese mundo (el grecorromano) está moldeado desde la búsqueda desesperada del honor y del poder, el cristianismo puede proponer otro paradigma: la humillación y la obediencia, luego vindicada por Dios. Y esta es la idea que tiene todo comentarista hoy que no e ande con ojo. Escribe desde la perspectiva del retraso de la parusía. Pero lo cierto es que Pablo no pensaba ni un momento en el retraso de la parusía. El fin del mundo presente habría de ocurrir en su generación, estando él aún con vida (1 Tes 4,15-18) metafórica y plásticamente “dentro de diez minutos”: 15 Mirad, esto que voy a deciros se apoya en una pala¬bra del Señor: nosotros los que quedemos vivos para cuando venga el Señor, no llevaremos ventaja a los que hayan muerto; 16 pues cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta celeste, el Señor en per¬sona bajará del cielo; primero resucitarán los cristianos di¬funtos, 17 luego nosotros, los que quedemos vivos, junto con ellos seremos arrebatados en nubes, para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras. En el fondo --opino-- a Pablo no le interesa la formación de identidad cristiana alguna frente al Imperio Romano (al que en el fondo ignora: se acomoda a él y obedece a sus autoridades porque no le importa cambiar nada: Rom 13). Lo único que le interesa es la salvación, la suya personal y la del grupo, el grupito diría del “verdadero Israel”, el que cree en que Jesús es mesías y que el tiempo que resta es brevísimo. Pongo un ejemplo claro: a Pablo no le interesa para nada el matrimonio y lo acepta –ante el fin inminente del mundo- como un mal menor = léase 1 Cor 7 (que hemos comentado en otra ocasión). Ahí dice Pablo claramente: el que no pueda aguatar y se está abrasando que se case; ya quisiera yo que todos fueran como yo… célibe… y despreocupado de las cosas del mundo, sólo interesado en agradar al Señor… el tiempo que resta es brevísimo… Pues bien, sostener que Pablo está interesado en “formar una identidad cristiana” es lo mismo que decir que Pablo está interesado en el matrimonio. Defender esta posición es una consecuencia de la lectura de 1 Corintios desde la perspectiva del retraso de la parusía… ¡que no es la de Pablo! Esa interpretación la suscribiría un discípulo del Apóstol (por ejemplo, uno de los autores de las Pastorales) no Pablo mismo. Y la puede suscribir un comentarista de hoy si no cae en la cuenta de este detalle, por cierto sustancial. Falta, pues en la interpretación de Rosell algo esencial. ¿Para qué esa “identidad de grupo”? ¿Sólo para tener seguridad, autoestima en el mundo y oponerse al culto al Emperador? Es poco. No creo que sea así. Según el Pablo de las cartas auténticas, esa presunta “identidad” es sólo para salvarse, para conseguir la meta (Flp 3,12-14), la resurrección, el paraíso, el mundo futuro, dentro de poquísimo tiempo: 12No es que ya haya conseguido el premio o que ya esté en la meta; sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues el Mesías Jesús lo obtuvo para mi. 13Hermanos, yo no pienso haberlo ya obtenido personalmente, y sólo una cosa me interesa: olvidando lo que queda atrás y 14lanzándome a lo que está delante, correr hacia la meta, para co¬ger el premio al que Dios llama desde arriba por el Mesías Jesús Pablo,siguiendo un esquema mental muy judío, piensa que quien se salva es Israel (el verdadero Israel en su caso) como grupo, y dentro de él el individuo, ciertamente. Ante todo hay que eliminar en la vida de la comunidad cristiana lo que estropea la vida del grupo, todo aquello que sea un impedimento y no ayude a cohesionar el grupo, a mantenerlo vivo a la espera del final.. Entonces Pablo -desde esta perspectiva y porque observa que algunos, o algunas pone en peligro la cohesión y estabilidad del grupo y por tanto la salvación- pone un ejemplo a imitar para evitar tal peligro. ¿Cuál? El del mesías Jesús, naturalmente: en vez de aferrarse al honor de ser igual a Dios (de ser Dios de algún modo), acepta Jesús la vía necesaria diseñada por el Padre para borrar el pecado del mundo: el encarnarse, hacerse como un esclavo, un ser humano, que comparado con Dios es nada… y obediente la designio de Dios llega hasta la muerte en cruz. Y lo aplicará a la vida comunitaria. Eso sí que es un ejemplo de humildad y de obediencia: despojarse, anonadarse, dejar de ser Dios aparentemente y hacerse un ser humano, un vil “esclavo” de la divinidad hasta el final, la muerte. Dicho entre paréntesis: por este motivo en la exégesis del himno no vale el paradigma Adán viejo = primer hombre / nuevo Adán = Cristo hombre nuevo, sino el paradigma Cristo como divinidad preexistente / humillación, despojarse aparentemente de la divinidad, hacerse hombre y sufrir con obediencia, porque ese tema nada tiene que ver con la cohesión del grupo. Desde luego se podría poner como ejemplo a imitar, pero sería una vía indirecta y rara. Pues bien, los miembros de la comunidad cristiana han de comportase igual que Cristo y tomar ejemplo: no se puede romper la cohesión del grupo, puesto que como digo el individuo se salva, sí, pero dentro del grupo, del pueblo, del verdadero Israel. Por eso Pablo exhorta a dos luchadoras por el evangelio (predicadoras, evangelistas) Evodia y Síntique a que dejen toda diferencia y rencilla personal y mantengan la cohesión del grupo: 2 Recomiendo a Evodia y lo mismo a Síntique que anden de. acuerdo como cristianas que son; 3 por supuesto, a ti en particular, leal compañero, te pido que les ayudes, pues ellas lucharon a mi lado por el evangelio, con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el registro de los vivos (Flp ,2-3) Por tanto la identidad cristiana existe, sin duda, y es como afirma Rosell = no el cursus honorum, sino el cursus pudorum = la carrera del sufrimiento y de la humillación. Y también es verdad que el premio es la vindicación por Dios. Pero propiamente Pablo no busca en absoluto formar una identidad cristiana para enfrentarse a los miembros conspicuos del Imperio (que divinizan al Emperador) porque no hace falta para “los diez mintuos” que según él va a durar el mundo presente. Lo que único que le interesa es conseguir la resurrección, la salvación. Y así es como Cristo fue exaltado, el cristiano que siga ese “cursus” de vida será exaltado y recibirá el premio. Pero, en este escaso tiempo que queda de mundo presente, compórtese en grupo con humildad y amistad por la comunidad: no la rompa; el grupo es el cuerpo místico de Cristo y el que se salva es el individuo dentro del grupo. Este creo que es el pensamiento al respecto del Pablo de Filipenses. Y así se entiende bien la elección de Pablo según el texto que sigue: no el cursus honorum del mundo, que es una basura, sino la riqueza de Cristo que siendo Dios se anonadó y se hizo “esclavo”: 7 Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia, lo tuve por pérdida comparado con el mesías; 8 más aún, cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido personalmente al mesías Jesús, mi Señor. Por él perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar al mesías 9 e incorporarme a él, no por tener la propia rectitud que concede la Ley, sino la que viene por la fe en el Mesías, la rectitud que Dios concede como res¬puesta a la fe (contra los judaizantes, enemigos de la cruz de Cristo). 10 Quiero así tomar conciencia de su persona, de la potencia de su resurrección y de la solidaridad con sus sufrimientos, reproduciendo en mí su muerte 11 para ver de alcanzar como sea la resurrección de entre los muertos (Flp 3,7-11; trd. Juan Mateos). Creo que la perspectiva global de la percepción del sentido del himno cambia notablemente si se tiene en cuenta que Pavblo sentía la urgencia del fin del mundo. ¡El tiempo que resta es brevísimo! Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 30 de Abril 2011
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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